“Así es”. Con esa frase, repetida una y otra vez de forma escueta y contundente, el Presidente de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Antonio García Padilla, insistió en que su decisión de abandonar la presidencia de la institución no se vincula directamente con presiones por parte de la Junta de Síndicos.
Tampoco por el cambio de Gobierno, como por el daño -en términos de la opinión pública- que produjeron las acusaciones que se le hicieran sobre mal uso de fondos públicos.
Igualmente, rechazó que su decisión tuviese algo que ver con su vínculo familiar con el senador Alejandro García Padilla, ni con la posibilidad de alguna investigación futura.
“Desde el inicio de mi gestión dije que estaría durante un periodo no menor de seis años no mayor de diez”, declaró en más de una ocasión en una concurrida y extensa conferencia de prensa en la que se le cuestionó, más de una vez, no sólo la coyuntura en la que toma la determinación sino las motivaciones para ello y el anuncio pese a múltiples negativas previas.
El licenciado García Padilla se retira de su cargo como Presidente de la UPR con la confianza de la Junta de Síndicos. Foto: Ricardo Alcaraz
“Hay que estar enfocado en la agenda de trabajo y hacer los anuncios cuando se tengan que hacer, no estar anticipando que uno contempla una salida. Pero claro uno siempre sabe cuándo es el momento de recapitular y cerrar gestiones de trabajo pero el tema de reiterarlo a cada rato no conduce a estabilidad”, expresó el presidente en la rueda de prensa, en la que por cierto estuvieron presentes los once Rectores del Sistema UPR.
Con relación a las acusaciones que, el aún Presidente considera no han tenido repercusiones en la reputación y evaluación de su gestión, se discutieron en el encuentro con la prensa los informes de auditoría de la Junta de Síndicos OAIQ-2009-04 y OAIQ-2009-03 el primero de ellos con clasificación de bueno y el segundo, satisfactorio. Dichos informes fueron requeridos por el propio García Padilla.
Además, en la resolución que avaló la junta (firmada por el secretario Salvador Antonetti Zequeira), se reiteró la confianza al presidente y se reconoció el beneficio de sus gestiones en filantropía, que redundaron en la creación de un fondo dotal.
Su explicación de los -tan discutidos- gastos exorbitantes de la oficina de presidencia se fundamentó en la falta de una tradición filantrópica en el primer centro docente del país. “Tú no vas a pedirle a una persona un millón de dólares y lo invitas a tu oficina a pedirle. Este tipo de cosas tienen otras dinámicas”, ejemplificó el Presidente quien ocupará la silla por espacio de 45 días, pues su renuncia será efectiva el próximo 30 de septiembre.
El anuncio de la noticia de su dimisión ha sido ampliamente anticipado en los medios del País desde el cambio de Gobierno, sin embargo García Padilla negó en múltiples ocasiones la posibilidad de una renuncia. Esto en medio del nombramiento de cuatro nuevos miembros de la Junta de Síndicos por parte del gobernador, Luis Fortuño, así como el ruido que suscitaron ayer las expresiones del ex presidente de la UPR José M. Saldaña, quien señaló que “a la Junta le sobraban razones para pedir la renuncia de García Padilla”.
Luego del protocolar discurso de agradecimiento en el que expresó su satisfacción general en torno a lo que ha sido su paso por la Universidad sobre todo a la gestión del fondo dotal de la UPR, García Padilla hizo hincapié en que su salida no es producto del cambio de Gobierno, como se intuye en la calle y como en múltiples ocasiones y de creativas maneras se le cuestionó en la conferencia de prensa.
Aunque en una nota un tanto contradictoria declaró que “no es prudente que el cambio en la Universidad ocurra como consecuencia de cambios en los procesos de gobierno. No es bueno para ninguna universidad y por eso usted no puede decir, hubo un cambio de gobierno y por eso yo me voy. Sí. De ahí surgen temas susceptibles a demagogia, pues que surjan porque lo que tampoco es prudente es que porque haya un cambio de administración, se cambien los planes. Entonces caería en esa lógica que se quiere evitar”.
“¿Se va usted moralmente limpio y satisfecho?”, se le preguntó. “Así es”, dijo como sentencia, como última palabra.