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En tiempos de campaña, los políticos siempre ofrecen un desempeño impecable y la promesa se vuelve, como el caramelo para los niños, un seductor y atractivo recolector de votos. Aquel que haya, por medio de sus palabras, capturado el agrado y la fidelidad de un mayor número de seguidores, será el victorioso a la hora de la contienda electoral. El problema surge cuando llega el momento en el que la realidad cobra su cuota y los compromisos se tornan imposibles de cumplir. Entonces salen a relucir las excusas, aquellas cosas imposibles de contemplar con anticipación, los contratiempos inesperados y las trabas que impone la oposición.
Pero es que hay veces en las que los candidatos electorales son capaces de ofrecer cosas que rayan en lo absurdo y lo irreal. Hugo Chávez en Venezuela, por ejemplo, prometió que si resultaba victorioso, en un año de gobierno solucionaría la situación de los niños en la calle. Luego de diez años como presidente, existen millones de infantes sin hogar, pidiendo dinero y delinquiendo en las ciudades. En Puerto Rico ha pasado y pasa algo similar. Concretamente, el gobernador, Luis Fortuño, afirmó con relativa contundencia que no despediría a nadie, a excepción de “a Aníbal Acevedo Vilá”. En la práctica otra ha sido la historia, porque ya son casi 20 mil las personas que han perdido su empleo. Así también Aníbal Acevedo Vilá durante su cuatrenio como mandatario del País implantó el Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU), aunque en su campaña electoral sostuvo que no lo haría. Y así pueden haber cientos de ejemplos. Grandes pensadores sostienen que la política es embustera y que el mero ejercicio de ejercerla carga implícito la mentira. Por ejemplo Bertol Brecht expresó que “el analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política”. De esta forma, no hay político que se salve de este vicio. Todos, sin excepción prometen cosas con tal de asegurar la presencia de votantes durante las sesiones de sufragio. Si para esto hay que tomar prestado de la irrealidad, no importa. Después llegará la hora de explicar las razones por las que no se pudo concretar lo ofrecido. Qué bien lo dice el dicho: “no prometas aquello que no puedes cumplir”. En esta nota colaboró Karisa Cruz Rosado.