Las huelgas estudiantiles en la Universidad de Puerto Rico (UPR) han surgido como reacción a un programa agresivo de encarecer los costos de la educación en la Isla, con la posible mira de privatizar el sistema público. Las huelgas de 1981 y 2005 tuvieron como meta impedir un alza en la matrícula, mientras la de ahora critica una posible disminución de exenciones de matrícula. Quien mejor describe el intento de retardar la Universidad es nuestro Gobernador: “La UPR disfruta de un enorme privilegio”; enorme, aquí, es sinónimo de excesivo. Luis Fortuño produjo un cálculo mediante el cual todos los estudiantes universitarios reciben una beca enorme. “Cada estudiante recibió en promedio $4,082 en Becas Pell del gobierno federal… $1,320 para pagar la matrícula y otros $2,762 para gastar en lo que ellos quieran”. Como, por ejemplo, comida, ropa, hospedaje. El número de Fortuño, entre las 18 semanas semestrales, entre cuatro días de clase, da a $38.50, que previsiblemente se puede dividir entre $15 para comida, $20 para vivienda y transportación, con lo que les sobra la considerable suma de $3.50 para gastos menores como libros, materiales, ropa, gastos médicos, etc. Los estudiantes irresponsables, se sobreentiende, los que malbaratan la Beca Pell y pululan por la imaginación del Gobernador, beben un total de tres medallas diarias y dan una generosa propina de medio dólar. “El 81 por ciento de los gastos de la Universidad”, agrega Fortuño, “lo pagamos nosotros los contribuyentes y el gobierno federal. Eso quiere decir que este año la UPR le cuesta $726 a cada contribuyente en Puerto Rico”. La palabra “cuesta” cayó mal, pero démosla por buena. Ahora bien, ¿qué porcentaje de los Bomberos pagamos nosotros? ¿Qué porcentaje de las carreteras? ¿Del sueldo de nuestros representantes? ¿Qué porcentaje de la Policía? En realidad, toda esta tontería es innecesaria y no vale la pena atenderla. Si a Fortuño le interesara echar hacia adelante la economía del País, no le quitaría dinero a la UPR. En el número actual de Foreign Affairs, una publicación seria y conservadora, el presidente de Yale University, Richard C. Levin, comenta que ha sido precisamente la inversión económica en universidades estatales como privadas lo que ha provocado el desarrollo de la economía e industrias norteamericanas. Dice, de hecho, que el hecho de que India y China estén invirtiendo un alto porcentaje de su Producto Interno Bruto en sus universidades indica lo en serio que se están tomando su futuro rol de liderazgo económico en el mundo. En síntesis, Levin comenta que hay una relación proporcional entre inversión económica del estado en sus universidades y el desarrollo económico de estos estados. Que el Presidente de Yale lo establezca en Foreign Affairs, en el número corriente, me parece un buen argumento para confrontar con el disparate del discurso de Fortuño. Lucha en PR y en EE.UU. El modelo al que se acerca nuestro gobernador, y los coristas que ha ubicado en nuestro primer centro docente, recoge lo peor de las políticas de Estados Unidos, pero —y este es un punto neurálgico— nada tiene que ver con los procesos que han llevado a este país a gozar de sus libertades. Pensar que defender el derecho a la educación es algo antiamericano, como se lee en los periódicos y se escucha en la radio, es un error muy triste. Si se pasa por alto el activismo antibélico y ambiental, que aún continúa, el foco principal de las protestas recientes es, por supuesto, el estado de Arizona, cuya gobernadora (del mismo partido de nuestro gobernador) firmó hace poco una ley que obliga a la Policía a pedirles documentos a personas que parezcan extranjeros (i.e., de rasgos hispánicos). Miles de personas se han arrojado a las calles a protestar; las manifestaciones más grandes se llevaron a cabo el primero de mayo. La Policía arrestó a 15 personas que protestaban contra la Ley (incluidos algunos estudiantes), que ahora parece incluir la proscripción de un programa de Estudios Étnicos en las escuelas de Tucson, Arizona (Democracy Now! 12/6/2010). Al igual que aquí, varios artistas se han solidarizado con las protestas y se unen al boicot con que diversos organismos intentan presionar a los legisladores de Arizona. Nuestro gobernador republicano ha comentado delante del País que las protestas en la UPR se deben a un “minúsculo grupo” que viola los derechos de una mayoría anónima y silente que piensa, como él, que luchar por los derechos civiles es una acción antiamericana. Hay que decodificar el término propagandístico. El término “mayoría silente” fue usado por el ex presidente Richard Nixon en una conferencia de 1969, luego de una inmensa actividad antibélica a lo largo de Estados Unidos, para que la gente apoyara la Guerra de Vietnam. Cuatro meses después, alrededor de cuatro millones de estudiantes norteamericanos se fueron en una huelga masiva para rechazar las políticas de su gobierno. Es revelador e irónico que luego de que el Presidente aludiese a una “mayoría silente” (y posiblemente inventada), los estudiantes norteamericanos hayan respondido precisamente con una huelga descomunal. “Mayoría silente” es un eslogan propagandístico traducido literalmente del inglés, minúsculamente menos ridículo que “cuatro años más”, como aclamaban varios senadores y representantes durante el mensaje de presupuesto del Gobernador, y que simple y sencillamente no suena bien en español. Los dos ejemplos estadounidenses mencionados no son ni la punta del iceberg. Las libertades civiles estadounidenses se han ganado mediante lucha y es imposible que el Gobernador lo ignore. Al igual que su copartidario, falsea la realidad en aras de ganar el favor del público. Dejo sin comentar las luchas civiles de nuestra Isla, los éxitos que han cosechado y las pérdidas que en su momento superarán. La lucha estudiantil, pacífica y organizada, que vemos estupefactos no es sólo una inspiración, sino un manual de instrucciones para luchas futuras. La UPR y el mundo Los vídeos que hemos visto de nuestros queridos hermanos policías abusando de sus compatriotas ciertamente son desesperantes. Debemos ponerlos en el contexto de lo que está sucediendo en lugares como Tailandia para entender lo afortunados que somos de vivir en un país libre y, sobre todo, entender la medida en que se nos quiere arrebatar esta libertad. El 14 de mayo de 2010 la Policía abrió fuego sobre protestantes en Bangkok y, entre decenas de heridos, hubo dos muertes (para un total de 25). Mientras tanto, en la isla en que vivimos, la Policía golpeó y roció con gas pimienta a padres y estudiantes que protestaban pacíficamente. Al momento en que escribo, los grandes medios noticiosos reportan las luchas en Tailandia y Grecia y las posibles luchas en España, Italia, Cuba y Ecuador. En Grecia, las protestas se deben a las políticas neoliberales con las que el partido en poder, nominalmente “socialista”, quiere que la población pague los platos rotos del Estado. Endeudarse con el Fondo Monetario Internacional y con los bancos de la Unión Europea se traduce en reducción del sueldo de los empleados (los despidos, a diferencia de Puerto Rico, son inconstitucionales en Grecia) y recortes en los servicios públicos. Algo similar esta proponiendo otro gobierno “socialista”, el de José Rodríguez Zapatero en España. El gobierno español quiere reducir en un 5 por ciento el sueldo de los empleados públicos, y los sindicatos han llamado a una huelga general el 2 de junio. Lo que está pasando en Europa (y aquí) se comprende en el contexto de la crisis mundial; esta crisis es tanto económica como democrática. La crisis económica es muy real: por culpa (entre otros factores) de Goldman Sachs y AIG (otorgaron préstamos fraudulentos), la economía de varios gobiernos está por el suelo, y muchos no pueden ponerse al día con su deuda externa. La crisis democrática es aún más alarmante: querer que un pueblo pague por los deslices y la mezquindad de un puñado de multimillonarios, y atacarlos con macanas cuando se quejan de esta injusticia es sin duda una embestida contra la mera noción de lo que debe ser la democracia. Aun en Bolivia, que sí ostenta un gobierno realmente socialista, los sindicatos han anunciado una huelga para demandar un alza en el sueldo. Pero aquí las causas son distintas. En Italia pronto habrá un congelamiento de los sueldos, según Telesur, y sólo podemos especular lo que pasará en Cuba cuando el gobierno reduzca su tamaño. Las luchas recientes de Ecuador tienen que ver con la posibilidad de que se privaticen varias fuentes de acceso al agua. Distintas comunidades indígenas están luchando por que el acceso al agua no caiga en manos de corporaciones mineras y agrarias. Tenemos un mundo en el que las clases gobernantes se endeudan por su mal manejo de los recursos y por la avaricia con que planifican sus políticas. Cuando el país se endeuda, le piden a la ciudadanía que pague. Cuando la ciudadanía se queja, ejercen la fuerza. Para colmo, les niegan servicios básicos, como el agua, a sus ciudadanos. Puerto Rico es parte del mundo. Es importante recordar que la lucha civil y social es el impulsor de los cambios políticos y, a fin de cuentas, los procesos históricos. Los estudiantes, profesores, padres y ciudadanos responsables que se han unido en una protesta en contra de los abusos de nuestra reinante administración deben entender que aunque sus esfuerzos tienen metas delimitadas en el espacio y el tiempo, también conforman un movimiento que abarca el mundo entero y que sacude oligarquías, ya sea la tailandesa, la ecuatoriana, la estadounidense o la puertorriqueña. El autor del texto es profesor en la Universidad de Puerto Rico en Cayey.