Como en los ya cotidianos vaivenes asociados a la política pública del País donde cada cosa está adosada a las administraciones de turno, la compleja madeja administrativa y académica del Sistema de la Universidad de Puerto Rico (UPR) quedó huérfana en dos flancos. Con la renuncia del presidente Antonio García Padilla, se comenzaron a perfilar un movimiento de fichas estratégicas que dieron paso a la renuncia, efectiva también el 30 de septiembre, de la rectora del primer centro docente del País, la doctora Gladys Escalona de Motta. Profesora de biología de la Facultad de Ciencias Naturales, la aún rectora, asumió las riendas del Recinto de Río Piedras de la UPR hace siete años, convirtiéndose en la primera mujer en asumir el cargo. Sus ejecutorias más sobresalientes al frente de la Universidad se resumen en una serie de planes de desarrollo sustanciales dentro del marco académico, administrativo y estructural del recinto. Dirigió, apoyada por el todavía presidente de la UPR, la remodelación radical del Teatro de la Universidad, la construcción de los nuevos edificios de Arquitectura, el Departamento de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y el estacionamiento multipisos, cuya inauguración resultó un tanto problemática por las quejas estudiantiles referente a sus costos. Igualmente, estuvo a cargo de las celebraciones del Centenario de la UPR. En materia académica y administrativa, la dirección de Escalona de Motta pudiera estar marcada por aciertos y desaciertos, según la percepción particular de cada quien. La revisión curricular de mayor envergadura en más de 60 años dentro del programa de bachillerato, cuyo debate levantó pasiones generalizadas, representó uno de sus proyectos más concretos. Aún sobre el ruedo corren propuestas como Visión 2016, programa que busca el desarrollo y privilegia la investigación, la creación y la divulgación de conocimiento y el proceso de acreditación de la universidad ante la Middle State Association. Las relaciones con el estudiantado fueron de sus más duras pruebas como rectora. Entre los más notorios sucesos bajo su rectoría se recuerdan la huelga estudiantil del 2005 en contra del alza de la matrícula y los sucesos durante la segunda gala de inauguración del Teatro de la Universidad. Una manifestación estudiantil en contra de las políticas administrativas del recién remodelado teatro, impidió la entrada de los asistentes al evento causando un revuelo que sacudió las bases de su administración y puso en tela de juicio sus ejecutorias en materia de control, seguridad y dirección. Incluso llegó a rumorarse que ésta renunciaría al cargo, y sufrió bajas sustanciales en su equipo de trabajo como lo fueron el ayudante especial de la rectoría, el profesor Ángel Rosa y el entonces Decano de Administración, Saúl Pratts. La académica se acogió al retiro, luego de más de 40 años de labor ininterrumpida en los quehaceres que exige la comunidad universitaria, dejando un legado que percibe reacciones y conclusiones mixtas entre aquellos que estuvieron bajo su administración. Sin embargo no hay rector o rectora que pase por la silla caliente sin experimentar en carne propia la diversidad de pensamientos e intereses que son el detonante constante de las más encarnizadas luchas universitarias. Todo ésto es parte de un conjunto, es ley de vida y responsabilidad cuyo legado es transición para aprender de los errores y emular lo justo y positivo para bien de la universidad.