Nota de los editores: Un colaborador de Diálogo, quien trabaja hace décadas como docente por contrato, envía su respuesta a la columna publicada por el gobernador Luis G. Fortuño, en la edición de El Nuevo Día del 13 de enero de 2011, "La UPR que Todos Queremos".
Cuando un acusado confiesa su crimen ante un Tribunal, se hace innecesario que la fiscalía presente evidencia para probar su caso. En la referida columna, el gobernador, libre y voluntariamente admite públicamente su intención y deseo de destruir la Universidad de Puerto Rico Expresa, además, su total desprecio por la comunidad universitaria y todos la que la componemos. Por último, hace evidente su visión limitada de la agenda universitaria y la brecha abismal que existe entre él y el pueblo que dice representar. Veamos.
Primero, el título de su escrito utilizando el pronombre de “Todos” pretende reflejar un consenso que no existe. Si la universidad que todos queremos es la de “puertas abiertas” no haría falta la presencia policial y la de todos sus escuadrones especializados rompiendo cabezas para que entiendan el concepto. Luis Ferré dijo una vez que la razón no grita, convence. La experiencia diaria es contundente en demostrar que cuanta más fuerza utiliza la administración es porque sus argumentos no convencen.
Segundo, en el primer párrafo el gobernador expresa “Más aún, desde ahora tenemos que empezar a trabajar en la UPR que todos queremos: un centro docente de primer orden, comparable a los mejores del mundo”. Señor gobernador, la Universidad de Puerto Rico tiene una historia de logros a través de sus 107 años de existencia que la ha hecho merecedora de tal distintivo hace mucho tiempo. Prueba de ello son las acreditaciones internacionales que ostentan muchos de sus programas y facultades y la producción de sobre 85% de las investigaciones que se realizan en el país. Lamento comunicarle que si ahora es que usted se propone comenzar a trabajar por la Universidad, está 107 años atrás.
Tercero, en el segundo párrafo expresa “Una universidad donde nuestros investigadores puedan investigar y sus descubrimientos alcancen reconocimiento mundial…” Señor gobernador, esto ya es parte de la realidad diaria en nuestra universidad. De igual forma, que lo es, el sacrificio que conlleva adelantar las investigaciones con fondos y recursos limitados a los que nos enfrentamos los académicos todos los días teniendo que aportar de nuestros recursos personales para comprar materiales y equipos necesarios y costearnos los viajes al extranjero ya sea para recolectar información o para presentar nuestros hallazgos en congresos académicos internacionales.
Cuarto, en el mismo párrafo continua aseverando “Donde nuestros profesores puedan enseñar y preparar a nuestra juventud…” Señor gobernador, todos los días los profesores universitarios llenos de entusiasmo y compromiso diseñamos y revisamos los cursos, las estrategias instruccionales, los procedimientos de avalúo y las diversas actividades para cumplir con los objetivos de los cursos. Durante mucho tiempo hemos puesto nuestro compromiso y entrega por encima de los salones sin equipo, los edificios enfermos, la falta de recursos y las pobres condiciones laborales. Ahora, ante los nuevos recortes tenemos que enfrentar, además, secciones de clases atiborradas de estudiantes que dificultan o imposibilitan lograr los objetivos instruccionales, más incertidumbre y menos beneficios laborales que sólo invitan a la mediocridad. Ahora nos enfrentamos, además, a tener que ofrecer los cursos en recintos militarizados en los que la policía nos recuerda que calladitos nos vemos más bonitos y que expresar ideas contrarias al gobierno puede conllevar que literalmente nos saquen a patadas o nos sancionen, o cancelen los contratos.
Quinto, cierra su párrafo expresando “… y donde nuestros estudiantes puedan estudiar y el premio máximo por sus esfuerzos sea la libertad de poder forjar su propio futuro. Señor gobernador, todos los días nuestros estudiantes acuden a la universidad a estudiar con alegría y compromiso pasando por alto la falta evidente de recursos y demás contratiempos cotidianos. No obstante, los estudiantes no sólo van a la universidad a estudiar una disciplina para conseguir un empleo al finalizar los estudios. Ellos son parte vital del quehacer universitario que incluye componentes culturales, sociales y políticos. No es al final de sus estudios que se ganan la libertad de forjar su futuro, es mediante el acceso a la universidad que forjan su futuro ejerciendo su derecho a recibir la educación superior que propenda a su más pleno desarrollo para bien de la sociedad. El premio máximo de su paso por la Universidad es ganar la oportunidad de servirle a su país contribuyendo a la construcción de un mejor futuro colectivo.
Sexto, en el segundo párrafo ya citado, presenta su visión de una universidad compuesta por robots en la que cada uno tiene una función determinada y el logro que alcancen en el desempeño de la misma es estrictamente personal. Señor gobernador, esta visión demuestra su ignorancia del quehacer universitario y de las motivaciones de sus constituyentes. Usted no podría entender que las interacciones entre todos los constituyentes y sus funciones es lo que enriquece la vida universitaria. Todos en la universidad, independientemente de nuestro estatus primario, somos estudiantes, profesores e investigadores al mismo tiempo; porque aprendemos, enseñamos y cuestionamos la realidad todos los días, teniendo como norte la búsqueda de la verdad. Usted no podría entender que la función primordial de la universidad es la creación de conocimiento, mediante procedimientos científicos rigurosos, y salvaguardar el mismo. Por lo tanto, más allá de la satisfacción personal que podamos sentir los constituyentes en el proceso de generación de conocimiento, lo cierto es que el logro es institucional en primera instancia y nacional en su efecto final.
Séptimo, en el tercer párrafo hace evidente su intención demoledora aseverando que nombrará una Comisión Asesora para que le recomienden como “construir si hiciera falta desde sus cimientos, la UPR que todos queremos.” Su pensamiento nos recuerda a los colonizadores españoles que “construían” sus ciudades sobre las ruinas de los pueblos indios. Esto sólo demuestra su total desprecio a más de un siglo de historia y de acervo científico y cultural. Usted no está construyendo la universidad que todos queremos, usted está destruyendo la universidad que miles de puertorriqueños han levantado con esfuerzo, sacrificios, sudor, lágrimas y sangre. Usted entiende que la universidad es algo que se construye desde afuera mediante un plumazo en una orden ejecutiva. Señor gobernador, la universidad se construye desde adentro, poco a poco, día a día, mediante la interacción de todos sus constituyentes y la comunidad a la que sirve, desde la más amplia perspectiva nacional e internacional.
Octavo, en el cuarto párrafo subraya su desprecio por la Universidad alegando que la misma “…como está constituida y gobernada hoy en día, no funciona o funciona pobremente.” Señor gobernador, si la Universidad no funciona o funciona pobremente hoy se debe a las acciones arbitrarias del Ejecutivo y la Legislatura que han hecho lo indecible por reducirle los ingresos manipulando las partidas que ingresan al fondo general. Esto ha tenido el resultado de reducir la formula de ingresos de facto. No siendo suficiente con asfixiar económicamente a la universidad, se le impusieron cuatro nuevos miembros a la Junta de Síndicos no para mejorar el funcionamiento de la institución, sino para asegurarse de que la postura del partido en el poder sea la que prevalezca en la comunidad universitaria. Aunque lograron el control de la estructura económica y política, les faltó un solo elemento, la razón. Se le pasó, Señor gobernador, que en la Universidad se juntan todos los días las personas más preparadas de nuestro país precisamente a ejercitar sus mentes. Si bien en otros ambientes encontrará a muchas personas, que como en el cuento infantil, le halaguen su vestimenta, en la Universidad encontrará a muchos capaces de darse cuenta de que el emperador anda en pelotas. No sólo nos damos cuenta, sino que también nos atrevemos a expresarlo. Por ello, usted acudió a lo único que queda cuando la razón está de vacaciones: usar la fuerza.
Noveno, los próximos cinco párrafos de su escrito están dedicados a argumentar que la culpa de todos los males de la Universidad se deben a la incompetencia de la administración anterior que no fue capaz de ajustarse los pantalones a diferencia de usted que sí lo hizo. Expresa en su escrito que redujo el salario del gobernador en un 10%, pero no dice que el presupuesto de la oficina del gobernador se incrementó cinco veces de 4 millones en el 2008 a 20 millones en el 2010 representando un aumento de 500%.[1] Tampoco dice que sobre triplicó el número de puestos en dicha oficina aumentando de 87 puestos en el 2008 a 307 en el 2010, mientras despedía a miles de empleados públicos y recortaba el presupuesto de innumerables agencias de servicio al ciudadano[2]. Sería bueno que dijera que el presupuesto de la Asamblea Legislativa aumentó unos nueve (9) millones y el de la Rama Judicial unos 25 millones en el mismo periodo, significando un aumento de 7% en ambos casos. Además, creó la Autoridad para las Alianzas Público Privadas, con un presupuesto de 20 millones para cinco puestos. Señor gobernador, independientemente de los desaciertos de la administración anterior, usted es responsable, por sus acciones y omisiones, de herir de muerte a la UPR que ya tenemos y queremos.
Décimo, en el párrafo siguiente expresa que usted “no le iba a imponer un impuesto más a nuestra gente.” Señor gobernador, su expresión sería simpática si no fuera porque usted nos ha impuesto un tropel de impuestos adicionales en los dos años que lleva en la gobernación. Más aún sabemos por conocimiento propio que los ajustes y sacrificios para balancear la economía del país han caído y recaído mayoritariamente sobre la clase media trabajadora. De hecho el nuevo impuesto que nos quiere añadir es una cuota de $800.00 anuales para que nuestros hijos puedan estudiar en la UPR. No ha bastado el que muchos hayan perdido sus empleos, sus casas y otras pertenencias materiales llevándolos a una situación económica angustiosa, ahora hay que añadirle que sus hijos o ellos mismos no podrán comenzar o continuar sus estudios universitarios porque no pueden solventar su costo.
Undécimo, más adelante en su escrito plantea que “En promedio, la UPR le cuesta más de $700 al año a cada contribuyente en Puerto Rico.” Siguiendo su ejercicio numérico, si dividimos los $700 entre los alrededor de 65,000 estudiantes del sistema universitario llegamos a que cada contribuyente aporta poco más de UN (1) CENTAVO anualmente por cada estudiante, asumiendo que todo el presupuesto de la institución se convierte en servicios a los estudiantes, lo cual no es cierto. Tal vez convenga comparar esta cifra con lo que gastamos en otros asuntos para tener mejores elementos de juicio[3]. Por ejemplo, si hacemos el mismo ejercicio con el presupuesto asignado a la Administración de Corrección, y presumiendo que todo el presupuesto se convierte en servicio a los presos, resulta que cada contribuyente aporta, en promedio, TRES (3) CENTAVOS al año por cada preso. Aportamos, además, SEIS (6) CENTAVOS anuales, en promedio, por cada puesto en la Oficina del Gobernador y por cada puesto en la Rama Judicial, pero la aportación anual promedio de cada contribuyente a cada puesto de la Asamblea Legislativa es de NUEVE (9) CENTAVOS. En contraste, en la Administración para las Alianzas Publico Privadas, proyecto símbolo de su administración, cada contribuyente aporta anualmente, en promedio, CUATRO (4) DOLARES por cada puesto de la agencia. Señor gobernador, ¿Un centavo es mucho para la educación de nuestros hijos?
Duodécimo, termina su escrito mencionando las alternativas que tienen los estudiantes para cubrir la cuota. No obstante, no menciona las alternativas que tiene el gobierno para hacer innecesaria la cuota. Señor Gobernador, haciendo nuevamente un ejercicio matemático sencillo, si se eliminan los aumentos en los presupuestos de la rama ejecutiva, legislativa y judicial, enumerados en el inciso noveno tendríamos disponible unos 50 millones de dólares para cubrir los 40 millones que se necesitan para cubrir la cuota. Esto significaría que cada contribuyente estaría aportando anualmente en promedio siete diezmilésimas de centavo adicional por cada estudiante universitario. Si se identificaran los fondos correspondientes para bregar con el déficit real de la UPR que ronda los 220 millones y se le asignaran a la institución, cada contribuyente estaría aportando anualmente, en promedio, 1.3 centavos por cada estudiante, lo que no llegaría ni tan siquiera a la mitad de lo que aportamos por cada preso, ni a una quinta parte de lo que aportamos a su oficina.
Señor gobernador, por todo lo antes expuesto, queda claro que su visión de la Universidad es completamente ajena y contraria a la visión que tenemos todos, los que realmente, (soñamos, forjamos, construimos, pertenecemos, vivimos, estamos comprometidos, sudamos, honramos, valoramos, protegemos, preservamos, defendemos y) queremos a nuestra centenaria Universidad.
[1]Presupuesto de la Oficina del Gobernador según publicado en página de OGP
[2]OGP, Supra
[3]Los datos que se presentan a continuación fueron calculados con la información publicada en los presupuestos por agencia en la página de OGP antes citada y la cantidad de contribuyentes publicada en las estadísticas del Departamento de Hacienda