Por: EmileNakhleh
Mucho se ha escrito sobre el legado del rey Abdalá y lo que Arabia Saudita logró o no durante su reinado en cuanto a reformas y derechos humanos, pero muy poco sobre el papel que Mohamed bin Nayef, el segundo ahora en la línea de sucesión al trono, podría desempeñar en el país de Medio Oriente bajo el actual rey Salman.
Salman tiene 79 años y en el pasado habría sufrido una embolia cerebral que le afectó el brazo izquierdo. El príncipe heredero Muqrin tiene 69 años.
Mohamed, sobrino de Salman, y también conocido por sus iniciales MBN, tiene solo 55 años. Dada la edad y el estado de salud de sus mayores, MBN podría ser un elemento clave como futuro príncipe heredero y rey potencial en la política interna de Arabia Saudita, pero más importante aún, en la política regional del reino.
La incómoda verdad es que el reinado de Abdalá tuvo un terrible historial de derechos humanos, socavó los ideales democráticos de la Primavera Árabe, y apoyó a las dictaduras de Egipto y Bahréin. También fomentó el sectarismo y predicó una ideología que dio origen al radical grupo Estado Islámico (EI) y otras organizaciones terroristas. Supuestamente, el reino hizo todo esto en aras de la lucha contra Irán.
La verdad igualmente inconveniente es que, en los últimos cuatro años, el gobierno de Estados Unidos casi no objetó las políticas antidemocráticas, corruptas y represivas de Arabia Saudita.
Un futuro reinado de MBN, tras los de Salman y Muqrin, podría reformular las políticas nacionales y regionales de Arabia Saudita y liberar a Washington de esa carga que tiene con Ryad.
Como rey, MBN sería el primero de la segunda generación de Al Saud. Relativamente joven, manejaría ideas nuevas con comodidad y se comunicaría de manera creíble con la juventud saudita. Baso este análisis sobre la interacción que mantuve con él hace varios años.
Distinguí varias características en MBN que lo ayudarían a hacer avanzar al país y quizás comenzar un período de reforma real. Tiene un gran conocimiento de las causas profundas del terrorismo y de la radicalización, y de cómo combatirlos. También tiene un enfoque pragmático hacia la política regional, en especial hacia el papel de Irán como potencia regional y al vínculo entre la estabilidad regional y la seguridad saudita.
La lucha contra el terrorismo y el radicalismo
Según informes de prensa, MBN inició un programa integral contra la radicalización en Arabia Saudita con el fin de persuadir a la juventud de abandonar el radicalismo y el terrorismo. Su doble estrategia expuso a los jóvenes a enseñanzas islámicas moderadas y les brindó empleos y apoyo financiero para comprar una vivienda y casarse.
MBN cree que la ideología extremista, la privación económica y la desesperanza conducen a la radicalización. A pesar del relativo éxito de su programa, cada vez más jóvenes se suman a las filas de grupos fundamentalistas, como Al Qaeda en la Península Arábiga y EI.
A esta altura, MBN debe haberse dado cuenta de que las raíces de la ideología radical suní provienen de los sermones de las mezquitas y las fatwas religiosas de clérigos salafistas wahabíes. Aunque reciben cientos de miles de dólares para tener una vivienda, trabajo y contraer matrimonio, los jóvenes siguen expuestos a la ideología venenosa que propagan algunos líderes religiosos.
Sin un cargo de autoridad nacional más allá de su cartera antiterrorista, MBN no podría enfrentar la fuente de la ideología radical sin provocar el enojo del establecimiento religioso saudita. Como rey, sin embargo, podría encarar este asunto delicado.
MBN encontrará enormes obstáculos si decide abordar esta cuestión política, histórica y culturalmente. La conservadora, intolerante y radical ideología suní se remonta en Arabia Saudita a las enseñanzas de Mohamed ibn Abd al Wahhab en el siglo XVIII. Su interpretación del Islam es la que impera en la cultura del país.
Como un rey que representa a una generación de la nobleza más joven, educada en Occidente y consciente de la creciente ansia de libertad de la juventud árabe, MBN podría sentirse facultado para enfrentar a las instituciones religiosas del país.
Además, se sentiría menos obligado por el pacto, acordado hace generaciones, entre el fundador de Arabia Saudita y la familia Al Shaij, que le dio a esta mayor margen de maniobra para gobernar y reservó al establecimiento religioso salafista la autoridad para actuar como guardián moral de la sociedad.
La política nacional y regional
Segmentos importantes de la población saudita quieren reformas económicas y políticas, como lo han expresado a través de peticiones, las redes sociales y la acción. Los activistas chiíes protestan desde hace años contra la sistemática discriminación del régimen. El gobierno encarceló por medios ilegales a estos activistas, mediante juicios irregulares, los torturó impunemente e incluso llegó a matarlos.
El futuro rey Mohamed también tendrá que lidiar con el alto índice de desempleo de los jóvenes y con la corrupción generalizada de la familia real. Con el fin de evitar una Primavera Saudita, que se desatará de continuar las políticas actuales, MBN tendrá que inyectar grandes cantidades de dinero a la creación de empleos.
También deberá ofrecer una educación nueva, que permita a los jóvenes competir en la economía del siglo XXI, globalizada e impulsada por la tecnología. A pesar de la riqueza astronómica que Arabia Saudita acumuló en los últimos 50 años, el sistema educativo produce egresados que no están capacitados para competir con el resto del mundo.
En la región, MBN sabe que la estabilidad del Golfo es parte integral de la seguridad del país. Para que esta perdure deberá aceptar a Irán como una potencia importante del Golfo y buscar formas de desarrollar una relación mutuamente beneficiosa con su vecino persa. Teherán sería un socio útil para ayudar a resolver los conflictos en Bahréin, Iraq, Siria y Yemen, entre otros lugares.
Si el grupo de países P5+1 (integrado por China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, más Alemania) llega a un acuerdo nuclear con Irán, Washington y Teherán comenzarán una nueva relación, algo que Ryad deberá aceptar.
MBN también se dará cuenta que el conflicto en Bahréin terminará por desestabilizar a la región, lo que perjudicará a los intereses sauditas. Por lo tanto, deberá presionar para que el rey barheiní Hamad bin Isa Al Jalifa realice una auténtica reforma política, acabe con la discriminación contra la mayoría chií y la incluya en el proceso económico y político del vecino país.
Como primer paso, tendría que retirar las tropas sauditas de Bahréin, que no lograron sofocar las protestas contra el régimen.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente las de IPS, ni pueden atribuírsele.
Edición de Kitty Stapp / Traducción de Álvaro Queiruga