“Brilló una aurora de feliz memoria,
en que cesaron lágrimas y duelos,
borrándose una mancha de la historia,
y mil y mil acentos
dieron tu nombre, ¡libertad sagrada!,
A los montes, los valles y los vientos.
¡Y ni una sola represalia impía,
ni una venganza profanó tu suelo!”
– José Gautier Benitez
Sus rostros no conocimos, y su dolor no sentimos. No somos testigos de las crueles marcas de la esclavitud que existía hace varios siglos en Puerto Rico, del sufrimiento de tantos seres humanos que sucumbieron ante los cuales tratos del gobierno de la época o los pocos que vieron la libertad y que vivieron para contarlo. Sin embargo hoy conmemoramos y celebramos el día en que fueron libertados y que como expresara Gautier en su poema: vieron la “libertad sagrada”.
El cruel sistema, sobre el cual estaba sustentada nuestra economía, libró de la libertad y el bienestar a miles de negros e indios taínos, que fueron expuestos a vejamenes, maltratos y sufrimiento. Los primeros esclavos llegaron a Puerto Rico en el año 1510. Poco tiempo despues, y debido a su rebelión, los taínos fueron esclavizados y forzados a trabajar en la encomienda, extrayendo oro en las cuencas de los ríos.
En 1513, debido a la insuficiencia en la mano de obra indígena, se comenzaron a importar esclavos negros a las Antillas. En Puerto Rico se les utilizó para trabajos de minería, extracción de oro y plata. Luego, al agotarse estos recursos se conviertieron en la fuerza trabajadora de las haciendas de caña. El proceso de venta de los esclavos se llevaba a cabo en los mercados principales de los azucarero. Según datos de la época, para el 1840, el precio de los varones oscilaba entre 350 y 400 pesos plata y el de las hembras entre 250 y 300 pesos.
Los negros esclavos rendían una jornada diaria de 18 horas, durante la zafra, y no se resignaron a ello. Esto se demuestra en los registros de las fugas, protestas y conspiraciones que realizaron y los mayordomos a quienes asesinaron para exigir su libertad. Los que huían y eran atrapados eran objeto de numerosos castigos tales como la horca, el látigo, el cepo y los collares.
Varios siglos despues, en la fecha que hoy nos ocupa, y luego de las protestas de grupos abolicionistas y gestas individuales -como la de abolicionistas como Segundo Ruiz Belvis- se abolió la esclavitud en Puerto Rico. Esto, mediante una ley de la Asamblea Nacional de España. Dicha ley dispuso los principios por los cuales se debía regir el proceso de la liberación de los esclavos entre los cuales se les obligaba a rendir tres años de contratación forzosa como preparación a su vida de libertos. Este tambien estipulaba una indemnización a los dueños de esclavos que se quedarían sin mano de obra en sus haciendas. Tres años después, el 20 de abril de 1876 cesaron las contrataciones forzosas y se les proveyó de cédulas de vecindad a los nuevos libertos que ya habían escogido los apellidos con los que permanecerían durante toda su vida.
Como parte de las actividades que se realizan esta semana para conmemorar el suceso, la Comisión de Derechos Humanos y Constitucionales celebrará hoy el taller ilustrado “África en mi piel África en mi ser”, a las 6:00 de la tarde en el Colegio de Abogados. El evento consiste en un colorido y vibrante desfile de modas, que expone la historia, cultura, filosofía y religiosidad africana al compás de tambores y de la belleza puertorriqueña enfatizada por bellos atuendos africanos.
La Jornada es un esfuerzo conjunto de la Comisión de Derechos Humanos y Constitucionales del Colegio de Abogados de Puerto Rico, el Comité Pro Niñez Dominico Haitiana, el Colectivo ilé, el Grito de los/as Excluidas/os y el Proyecto Caribeño de Justicia y Paz. La entrada a la actividad será libre de costo.