La crueldad nos hace sentir vivos. La crueldad no es lo contrario de la esperanza ni del optimismo. Con esas aparentes paradojas, el escritor español José Ovejero, abordó su conferencia “La ética de la crueldad y la literatura”, presentada recientemente en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
La ética de la crueldad es un ensayo escrito por Ovejero, que resultó ganador del Premio de Ensayo otorgado por Anagrama en el 2012. El galardonado escritor, nacido en Madrid en 1985 y licenciado en Geografía e Historia, ofrece un curso de escritura creativa y estudios hispánicos en el Recinto, como profesor visitante.
Según el comunicado de prensa, Ovejero afirmó que proviene de una tradición cruel. Bordan la cultura española: toros cercenados, jinetes que arrancan las cabezas de gallinas, hombres que lanzan cabras desde lo más alto de un campanario, ojos seccionados desde un rollo fílmico y caballeros golpeados. Con este bagaje, para el escritor madrileño no es una sorpresa haber desarrollado un gusto por la estética de la crueldad.
Pero no es a la violencia vacía a la que se refiere Ovejero. No es a la sangre que salta de los filmes de Quentin Tarantino, ni a la muerte que se convierte en espectáculo. No es la cabra arrojada desde el campanario para provocar el aplauso del público. No es la crueldad como forma de entretenimiento. Ovejero se refiere a una crueldad ética. Una crueldad que disecciona el rostro trágico de la realidad. Manifestada en la literatura, según el madrileño, “lo que hace el autor cruel es desmantelar las narrativas que se esfuerzan en esconder este hecho a través de realidades disfrazadas”.
Algunos pensamientos de José Ovejero
“La literatura cruel no salva a nadie”, expuso. Se aleja de los finales felices de la “literatura complaciente”, como él la llama. Se aleja de las soluciones fáciles. No devuelve el orden, se queda con el caos. No cuenta con ese triunfo del bien sobre el mal que existe en la fantasía o la religión, “que a veces son lo mismo”. El escritor, que se ha reafirmado en ocasiones anteriores como un hombre de pocas certezas, con identidad variable, considera que “la promesa de certidumbre es propia de quien quiere atraer a las masas”.
El conservadurismo es igual a la certidumbre, al conformismo, añadió. El conocimiento sólo avanza mediante la duda, exacerbada a través de la crueldad que pone la crudeza de la realidad en una mirada inconforme y despojada de barniz.
Por el contrario, la literatura cruel atenta con las certezas y la necesidad de empatía. Cuando uno abre las páginas del libro y se inserta en su historia, la literatura cruel “nos deja solos en ese espacio fantasmagórico”. Preguntarle a los personajes es recibir su gesto desinteresado, mientras se encogen de hombros.
La crueldad no es lo contrario de la esperanza ni del optimismo. Mientras que el completo escepticismo, que se ha dicho que el sistema de los haraganes, “no hay que pensar, no se enfrenta la realidad”, la crueldad hace todo lo contrario. Te arroja a la realidad, con toda su crudeza, para enfrentarla desde el esqueleto despojado de disfraz. “La crueldad ética nos desenseña, revienta mitos tranquilizadores, pone en tela de juicio nuestras creencias y valores”.
José Ovejero es profesor visitante en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y es ganador del Premio de Ensayo de la Anagrama 2012.