El empeño del Estado de emplear gran parte de los recursos económicos de Puerto Rico para financiar proyectos como el Gasoducto del Norte y ceder sus reservas ecológicas y terrenos agrícolas a la industria privada relega al País a una condición cada vez más vulnerable. La razón se evidencia en los riesgos, según se discutió en el foro Seguridad Energética vs Seguridad Alimentaria en Puerto Rico, presentado anoche en la Escuela de Derecho de la UPR.
En la conferencia auspiciada por la Asociación Nacional de Derecho Ambiental como parte de la Sexta Jornada Ambiental, la economista agrícola Gladys M. González destacó la importancia de la soberanía alimentaria, sobre todo en estos tiempos de crisis alimenticia a nivel global. En esta situación, puso de relieve la influencia del cambio dramático en el uso de terrenos en Puerto Rico durante poco más de 30 años y cómo el número reducido de tierras disponibles no da abasto para nuestras necesidades.
También hay proyectos de infraestructura que exacerban la situación. El Gasoducto del Norte es uno de esos, pues tiene un impacto negativo en la producción de alimentos y por ende en la actividad económica que deriva de ésta, puesto que atraviesa fincas y ganaderías a lo largo y ancho del país.
El microbiólogo Arturo Massol recordó que el gasoducto afectará 1,500 cuerdas de bosques, 230 cuerpos de agua y más de 60 kilómetros en la zona norte del Karso. Además, trae a consideración que el hecho de depender de un único punto de ingreso para lo que sería la principal fuente de energía en la isla como se propone, presenta un serio problema en caso de que nos veamos afectados por un cataclismo natural o de otro tipo. Todas las facilidades de la compañía Ecoeléctrica, que se encargará del proyecto, están inmersas en zona de riesgo propensas a sufrir actividad sísmica.
“Hay que diseñar pensando en el peor de los escenarios – el Estado tiene el deber de pensar en la seguridad y la salud del pueblo”, declaró el joven microbiólogo. “La propuesta (del gobierno) es sustituir la adicción del petróleo por la adicción del gas natural sin considerar y sin disposición de asumir los riesgos”, tales como la posibilidad de que un sismo o un tsunami asole la infraestructura y no podamos importar el suministro de energía necesario o que una explosión resulte en tan numerosa cantidad de heridos y muertes que el país se enfrente a última hora con la realidad de que no tiene las facilidades ni la capacidad para atender la situación.
Por otro lado, el agrónomo Javier González, del Colegio de Agrónomos de Puerto Rico, destacó que en Santa Isabel -municipio reconocido por tener las tierras mas fértiles y producir más alimento que cualquier otro- los trabajadores agrícolas y por lo menos cinco comunidades se ven amenazadas por el proyecto Finca de Molinos de Viento.
González advirtió que la construcción de las 65 turbinas eólicas de 430 pies cada una tendrá un impacto en más de 3,700 cuerdas de terreno agrícola, afectando su calidad debido al movimiento de tierra, el paso de maquinaria pesada, la instalación de cables soterrados y la edificación de sub-estaciones.
Además, afectará de manera crítica al Acuífero del Sur y los sistemas de riego de las fincas. El problema no es sólo ecológico puesto que gran parte de la población se verá expuesta a un ruido casi permanente de un máximo de 63 decibeles que emiten las turbinas. Éstas también producen un efecto denominado “parpadeo” que resulta del movimiento de las aspas que exponen y ocultan intermitentemente la luz del sol y que ha sido identificado como dañino para la salud.
Ante la sombría incertidumbre a la que nos remite el hecho de nuestra dependencia a la importación de alimentos y al consumo de los dañinos y encarecidos combustibles fósiles, el agricultor Jorge Gaskin parece ofrecernos un poco de aliento. A pesar de expresar que en Puerto Rico lo que se practica es la “agricultura artesanal”, manifiesta una convicción de que la abundancia de tierras fértiles posibilitan la reconstrucción agrícola del país. La iniciativa de ReplenishEnergy, la empresa de la cual forma parte, se presenta como ejemplo de las posibilidades, ya que parece ser una alternativa viable y beneficiosa en cuanto logra una simbiosis entre la producción energética y la producción alimentaria de manera autosustentable.
En la actividad, Arturo Massol también compartió otras propuestas de proyectos que podrían suplirnos suficiente energía renovable como para satisfacer nuestras necesidades sin confligir con la actividad agrícola. Por ejemplo, propuso la utilización de paneles fotovoltaicos que de instalarse en el 65% de los techos del país generarían el 100% de la demanda energética en horas pico. Al igual que si se instalaran sistemas de molinos de viento en solamente un 1% de las costas de Puerto Rico en zonas ecológicamente convenientes.
El evento culminó con la invitación de Massol al público a la Asamblea Convocatoria de Pueblo en Adjuntas, el próximo 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores y las Trabajadoras, donde se expondrá el Manifiesto de Casa Pueblo y, junto al insumo de las comunidades y otros sectores, se propondrán las acciones a tomar ante la persistencia gubernamental de llevar sus planes en contra de la seguridad de las poblaciones puertorriqueñas.