“Me mandó a quitarme la ropa, y como no me moví, me dio un fuerte golpe en el estómago. Primero me violó en el coche, luego me mandó a salir y me obligó a hacer una serie de actos degradantes y violentos. Me penetró por detrás, y así estuvo casi todo el rato durante unas tres horas (fue muy doloroso). Y también con el puño, empujando con todas sus fuerzas, y luego me metió la mano en la boca, que me sangraba y cuando me limpié los labios, me miré en la mano y vi que tenía una mancha de color marrón, pues me había metido la mano hasta muy dentro. Aquello tardó días en pasar. Me mandó salir del coche y me llevó entre unos arbustos, donde todo empezó otra vez. Intenté no pensar en el dolor, procurando planear la huida. Estaba echado en la cuesta con los pantalones en las rodillas a punto de alcanzar el orgasmo. Comprendí que disfrutaba por el dolor y la humillación que yo experimentaba…”
Esta desgarradora narración es parte de los recuerdos de vida de una mujer identificada como “Cathy”, que ante una discusión con su novio, decidió tomar un paseo para “pensar un poco”. Aunque caminaba por una calle donde regularmente había tránsito, ese día fue diferente. Sólo un carro con luces encendidas era visible en la calle. Alguien la llamó desde ese auto, era una voz masculina. Sin embargo, Cathy se limitó a ignorarle y continuar caminando; tomando en cuenta que situaciones como esta le habían ocurrido en otras ocasiones. Pensó que el desconocido, entendería el desaire y se marcharía. No obstante, la historia fue otra.
El hombre la persiguió, la agarró por el brazo, la abofeteó y golpeó y acto seguido la violó. De este atroz suceso, sólo nos queda el conocimiento de que Cathy pudo escapar y más adelante narrar su historia en el libro La violación: hablan las mujeres (1987), escrito por la psicóloga Jane Dowdeswell.
Es preciso comprender que la violación es un tema, no sólo escabroso sino también complejo. En efecto, estos actos pueden anticipar la muerte de la víctima o en la mayoría de los casos dejar secuelas más graves que otros delitos. Regularmente, se piensa que el violador ejerce su poderío cuando obliga a la víctima a tener relaciones, porque pasa por un periodo de una "gran avidez sexual".
Sin embargo, de acuerdo a las declaraciones de violadores convictos, las razones se distancian de los llamados "impulsos sexuales". En cambio, todo se trata de quién ejerce el control. Por ejemplo, según narró Malcom Fairley, un violador convicto en la década de los años 1980, lo único que este sujeto “quería [era] detenerme, pero no podía. Cuando tenía una pistola, podía obtener lo que quisiera”.
Por ende, se podría aseverar que el poder podría ser la motivación principal del agresor. Precisamente, los investigadores Sylvia Levine y Joseph Koenig, publicaron recientemente el estudio: ¿Por qué violan los hombres? En este estudio diez violadores convictos oriundos de Canadá explicaron sus razones para cometer el delito. Entre las razones mencionadas se encuentran: la inadaptación; no satisfacer las exigencias de la sociedad; ignorancia; miedo a establecer relaciones personales; o creen que pueden encontrar el amor mediante esta relación sexual, entre otras.
Por otra parte, experimentos realizados por el doctor Howard Barbaree del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Toronto, confirman que la mayoría de los hombres no se excita con descripciones de violencia sexual. No obstante, según Barbaree algunas circunstancias, como estar enojado con una mujer, pueden cambiar la situación.
Entre tanto, las secuelas de una violación son terribles. En primer lugar, porque no es posible anticipar cómo reaccionará una persona ante un ataque violento. En efecto, existen testimonios de mujeres que arguyen que se han enajenado mentalmente para no afectarse emocionalmente por el acto, mientras que otras narran haberse sentido paralizadas por el miedo.
“Me quedé conmocionada, aterrada, sumida en una especie de parálisis mental. Estaba convencida de que me mataría. La única forma de poder afrontar el hecho de estar totalmente sometida a la voluntad de de otra persona era “desconectar”, de modo que mentalmente no estaba allí”, narra una mujer identificada como Julie en el libro de Dowdeswell.
Luego del acto, queda el miedo y el sometimiento a un proceso que muchas veces es más tortuoso que la relación misma. Sin embargo, no porque está implícita la necesidad de recibir un tratamiento psicológico para superar el incidente, sino porque muchas veces las autoridades no están preparadas para atender este tipo de casos en términos de materiales o de recursos.
De manera que, una definición más abarcadora del concepto de violación alude a un componente de lo que se conoce como asalto sexual, que significa todo aquel contacto sexual no deseado, entre estos: violación o intento de violación; besos no deseados; amenazar a una persona a participar de actividades sexuales en las que no esté de acuerdo; impedir que una persona se proteja sexualmente durante la relación y tocar a una persona sin su consentimiento, entre otros.
Falta mucho por hacer
Actualmente, en la Isla se conmemora en abril el “Mes de concienciación en contra de la violencia sexual”.
Este tipo de iniciativa cobra vigencia si se recuerda que aún existen varios casos en los que se arrestan a sujetos por presuntos actos de violación, como fue el caso del arresto de Efraín González González, conocido como “el violador de ‘walk-ups’”. Las expresiones de las victimas presuntas víctimas de González González, citadas en en un conocido periódico local, denotan que a pesar del arresto existe una gran inseguridad y desconfianza hacia el sistema que rige las leyes y los procesos de justicia en Puerto Rico.
Asimismo, la vigencia de este mal social es sorprendente si se toma en cuenta que mientras en Estados Unidos se preparan grandes iniciativas en universidades, agencias gubernamentales y privadas para “aumentar el conocimiento sobre la violencia sexual y promover la eliminación mediante la educación y prevención” (como esboza el perfil de estadísticas del Centro de Ayuda a Víctimas de Violación); al momento la única actividad que se ha realizado en Puerto Rico fue una manifestación que realizó el Movimiento Amplio de Mujeres frente al Centro Ayuda a Víctimas de Violación la semana pasada.