Nos asesinan una vez más. En los pasados 17 meses – en menos de año y medio – han asesinado a casi una veintena de personas de las comunidades lésbica, gay, bisexual y transgénero (LGBT) y han tratado de matar a casi una decena. El último caso es el de Ezequiel Crespo Hernández, un joven gay de sólo 20 años de edad que fue estrangulado en Camuy. Y esto ocurre a par de días de la brutal golpiza transfóbica a la que fue sujeta Francheska González.
Tengo que confesar que tengo el pecho apreta’o, que el dolor no me cabe en el alma y que no hay nada que nos devolverá a estas víctimas que fueron asesinadas o atacadas por ser quienes son. ¿Y qué somos? Seres humanos, por supuesto.
Pero ese no es el mensaje que escuchamos de líderes religiosos y políticos como Wanda Rolón y Thomas Rivera Schatz. A diario nos deshumanizan, nos criminalizan, nos degradan y violentan nuestra dignidad al llamarnos “embajadores del infierno”, “enfermos mentales”, “torcidos” y “criminales”. En consecuencia, esas palabras – esa retórica de odio – incita a la violencia, pues personas motivadas por su homofobia y su transfobia se sienten con el permiso de atentar contras nuestras vidas.
Y estos políticos y religiosos fundamentalistas son tan responsables de esta violencia homofóbica y transfóbica como los criminales que nos atacan. En sus manos y en sus conciencias queda el que hayan incitado a esta ola de violencia que nos arropa. Sus manos, sus corazones y sus mentes están manchadas de sangre.
Ante ese odio, la respuesta que vemos de nuestro pueblo es de amor – absoluto, genuino, incondicional. En casi todos los casos de estos crímenes de odio, el amor de la familia, amigos y la gente del pueblo de las víctimas ha sido enorme. Han dado una lección a aquellos que atentan contra nuestras vidas de que no somos como ellos quieren que seamos.
Este es un pueblo noble, valiente, inclusivo, amoroso y solidario. No somos como estos criminales, no somos como los fundamentalistas que odian, no somos como los políticos que degradan. No, no lo somos. Y tenemos que decir basta ya. Basta ya al odio, basta ya a la homofobia y la transfobia, basta ya a la violencia.
Que el amor que surge de este odio sea el que nos mueva a formar una mejor sociedad en el que todos y todas podamos vivir en libertad – siendo quienes somos: seres humanos. Es lo menos que podemos hacer para honrar la sangre derramada por las víctimas inocentes de tanto odio que no nos representa. Es lo menos que podemos hacer…