El que conoce a Cerati ha tenido experiencias extrasensoriales que les cuenta a otros. Una canción que transporta a un Día especial, un álbum que cambia la percepción de las cosas, un concierto que desconecta por completo de la realidad…el que quiere a Cerati, le quiere de veras.
El lunes marca un año del accidente cerebrovascular de Gustavo Cerati.
Han sido varios los comunicados y partes médicos emitidos por las instalaciones en que el cantante ha estado recluido. Cada vez que aparece un mensaje por Twitter de Cerati, parecería ser que es él, que ya está en pie y quiere dejárselo saber, personalmente, a todos sus fans.
Todavía no ha sido así. Cada día que pasa es una apuesta nueva a la esperanza. Pero tampoco pienso que esto es un Adiós.
La madre de Cerati, Lilian Clarck, comentó en televisión que cuando amigos como Luis Alberto Spinetta y Ricardo Mollo le van a cantar o a tocar guitarra, mueve la boca o le suben las pulsaciones.
Noticias así nos alientan, nos conmueven.
Por seis meses no podía escuchar un álbum de Cerati. Me parecía injusto, inoportuno e incomprensible.
Un buen amigo me dijo que la mejor manera de honrar y hacer algo por la recuperación de Cerati desde nuestra incapacidad era precisamente seguir escuchando su música.
Entonces, regresé por Fuerza Natural. Nunca lo vi tocar una canción de ese álbum en vivo, pero lo imaginé lúcidamente cantando y haciendo los gestos que se ven desde el pit y piensas que son para ti.
Me enamoré de Sal, una de las canciones de Fuerza Natural. Y ahora cuando la escucho no pienso en lo adverso, recuerdo en vez el trayecto del área metro a Fajardo.
Redescubro la música de Cerati en cada viaje que doy, en los ratos de escribir y en los de reflexionar. Me contrapongo a toda especulación pesimista y reafirmo la noción de que lo veré de nuevo con todos mis amigos. Y pues ya saben, Ahí vamos.