Oficialmente, todavía no suena la campana. Aún no empieza la cartelera en la pantalla gigante del lugar y ya hay más de uno en pleno gozo, gritando cada vez que aparece en el recuadro el temido campeón mundial de la World Wrestling Entertaiment (WWE) y ex monarca pesado de la Ultimate Fighting Championship (UFC), Brock Lesnar, o el tenebroso personaje del loco Bray Wyatt.
“¡Yiuuuuuu! ¡Lesnar!”, exclama un tipo que dijo llamarse El Tanque cuando Diálogo le preguntó su nombre para una crónica sobre Wrestlemania, el evento de lucha libre profesional más importante del año.
“El Tanque, me dicen El Tanque, pa’. Más na’. Soy El Tanque”, expresó el chamaco, que, realmente, más que un tanque asimilaba una vespa con motor ‘trasteado’, pues no era grande, pero alborotaba bastante.
El Tanque, dijo él, lucha para una empresa independiente que no mencionaremos aquí, pues, realmente, no hace falta. Es el 29 de marzo y en el negocio en que estamos, cerca de la Carretera #2 y en plena área norte de Puerto Rico, hay un montón de gente igual de ‘pompiá’ que El Tanque. “Yo también lucho a veces en una ‘indie’. Mi personaje es como si viniera de las tinieblas”, nos comenta otro muchacho.
Es el día de Wrestlemania, el Súper Bowl de la World Wrestling Entertaiment, las Olimpiadas del deporte-espectáculo, la Copa Mundial de la lucha libre. Este negocio, cuyo nombre tampoco mencionaremos, queda a miles de millas de distancia de dónde se celebra la edición número 31 de Wrestlemania, en el Levi’s Stadium de Santa Bárbara, California. Y aquí, al igual que en muchas otras partes del mundo, la gente anda rabiosa.
“¡Esoooo!! ¡Abajo John Cena!!”, grita alguien en una esquina. En la barra piden un round de aquella cerveza que El Amolao llamaba Palmolive. De la cocina salen órdenes de alitas, de sorullitos, de empanadillas, de chicharrones y de otros ejemplos de piscolabis dignos de un evento tan lleno de testosterona como este.
“¿Tú eres loco? ¡Ese tipo no pierde!”, le dice El Tanque al otro chamaco que dice que en las ‘indies’ trabaja un personaje “de las tinieblas”. El Tanque nos mira fijo a los ojos: “Yo le aposté 40 pesos a Lesnar. No creo que pierda ante Roman Reigns”, nos dice. El Tanque sabe que los resultados en la lucha libre profesional son premeditados. Pero no le importa. Por si acaso, se lo repetimos.
“Ay, chico. Esto si uno le da mucho cráneo, uno no se lo goza. Y mañana, pues a trabajar. Acá uno lo hace de hobby y puede buscarse un cantazo feo, como nosotros que luchamos a lo loco por ahí. Pero esta gente es profesional. Uno se lo goza, pero mira lo que le pasó al Hijo del Perro Aguayo”, dice El Tanque.
“Chacho, que en paz descanse, bendito. Ese se murió en el ring. Qué caballete, se murió trabajando”, aporta el chamaco del personaje “de las tinieblas”.
Aguanta la lancha, que vamos pa’ Cataño y no precisamente al coliseo Cosme Beitía a ver a Abdullah picándole la frente a Carlitos. De la nada, he aquí un análisis de vida, en medio de un pub con aroma a alitas fritas y a cerveza holandesa embotellada. Hablan de que si la lucha libre es un trabajo. Hmmm… con razón le llaman lucha libre profesional a eso. A uno le da por pensar en los peligros de los trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), que se ganan la vida trepando postes y tratando de no electrocutarse. En un salvavidas luchando contra fuertes corrientes en una playa caribeña, en un policía abatido a tiros en un duelo con criminales, en un camionero quedándose dormido en la autopista y llevándose enredado a medio mundo, en peligros del trabajo es que a uno le da por pensar. Hmmm… lucha libre profesional. Esto es quizás hasta una profesión.
Después de todo, Pedro Aguayo Ramírez, ‘El Perrito Aguayo’, por ejemplo, era una megaestrella de la lucha libre mexicana, que llenaba semanalmente distintos foros, desde la Arena México en el DF hasta el coliseo de Tijuana en el que murió hace casi tres semanas en plena cartelera de la empresa AAA. Su profesión era ser precisamente una megaestrella de la lucha libre mexicana.
Y la lucha libre mexicana es algo grande a nivel mundial, si no pregúntele a Jack Black por la fortuna que ha hecho con ‘Nacho Libre’, o, mejor aún, guglee El Santo y Blue Demon en YouTube y prepárese a disfrutar lo más bizarro del cine mexicano de los ’70. En México es incluso una cosa de realeza… por ejemplo, está El Santo, pero también está El Hijo del Santo; está Blue Demon, pero también está Blue Demon, jr.. De hecho, el luchador mexicano actualmente de más éxito, Alberto El Patrón (ex Alberto Del Río en la WWE), es hijo de uno que se llama Dos Caras, sobrino de otro que se llama Mil Máscaras, hermano de otro que se llama El Hijo de Dos Caras y primo de otro que se llama Sicodélico, jr., que a su vez es hijo de, adivinaron, uno que se llama Sicodélico.
Por si acaso, en Puerto Rico el negocio “luchístico” también sigue estos patrones. Carlitos Colón tiene dos hijos luchadores: Carlito Caribbean Cool y Fernando, uno de la pareja Los Matadores, de la WWE, mientras que el otro matador, Diego, es su sobrino. Miguelito Pérez es hijo de José Miguel Pérez; AJ Castillo fue entrenado por Huracán Castillo, jr., el hijo de Huracán Castillo; Noel ‘El Malicioso’ y sus dos hermanos, el equipo Los Rodríguez, son hijos de Víctor the Bodyguard; Dennis ‘La Mina de Oro’ Rivera es hermano de Savio Vega; Mike Mendoza es nieto de El Vikingo; y, este fin de semana, debutó en la cancha Pepín Cestero de Bayamón un ‘tineyel’ que se hace llamar El Hijo de Rey González, retoño, claro está, del legendario ‘Nene de las nenas’, Ray ‘Mr. Raytings’ González.
Bien, sigamos explorando esto de los accidentes fatales en el trabajo, o, mejor dicho, en la lucha libre profesional, que ya quedó establecido que es un trabajo, cuidado si hasta una profesión.
“Trágico, muy trágico fue lo del Perrito Aguayo”, comenzó a decirle a Diálogo el luchador Savio Vega al ser contactado para que dijera algo sobre la muerte de su colega mexicano.
A veces pasan cosas que hacen que uno destape el cofre de los recuerdos, mejor dicho, que hacen que uno quiera arrancarle la tapa a ese baúl ante los sentimientos que afloran. Savio Vega quería decir muchas cosas a la vez. Habló de cosas que hacen daño, de casos de antaño, desde las trágicas muertes de los luchadores Mefisto Lepanto y Víctor the Bodyguard hasta Bruiser Brody desangrándose en el baño. Todo lo quería decir a a la vez.
“Es que ahí, con la muerte del Perrito hubo tantos factores… No se hizo lo que había que hacer… Yo recuerdo cuando aquí murió Mefisto Lepanto… Mano, yo conocía al Perrito desde que tenía como 11 años… Acho, la gente dice que esto es embuste, y no sabe ni la mitad…”, dijo Savio en menos de cinco minutos, ante de que pudiéramos tomar las riendas de la entrevista. Es que para los luchadores, la muerte del Perrito es algo fuerte. Se les murió alguien del gremio.
Quizás usted lo haya visto en YouTube. Es más, como hay tanta probabilidad de que usted haya visto el vídeo de cuando Aguayo se murió en la segunda soga de un ring azteca, ni lo vamos a poner. Ya Dando Candela lo puso en repetición instantánea como diez mil veces. Lo de nosotros es enajenarnos del morbo. Mejor ponemos este vídeo de tributo que le hicieron unos fanáticos:
Pero no saquemos esta situación del microscopio, mientras Savio organiza sus pensamientos. Aguayo murió durante una lucha en parejas, hacía mancuerna junto a su compadre villano enmascarado, Manik, versus el paladín dúo del ex campeón mundial de la WWE Rey Misterio, jr. (entrenado por Rey Misterio) y el mega popular Xtreme Tiger. Tenía 36 años de edad. Murió al caer de bruces en las sogas, tras una patada voladora de Misterio, jr., en una movida que no pareció inusual, cuando hablamos en términos de lucha libre. Savio Vega, por supuesto, ha visto el vídeo varias veces, cual material de estudio de coach de baloncesto en serie final de la NBA, y, según nos cuenta, “no pareció algo del otro mundo”.
“Son cosas que pasan”, establece Savio Vega, usando aquella frase con la que el periodista deportivo y animador Avelino Muñoz Stevenson bautizó el programa de ‘bloopers’ que mantenía en el Canal 11 a mediados de la década de los noventa.“Esa patada voladora se vio legal. Tu no le puedes echar la culpa a Rey Misterio. La familia del Perrito sabe que él no tiene la culpa, pues en la lucha libre mexicana hay un alto grado de profesionalismo”, dice Vega en alusión a Misterio, quien luego del incidente recibió múltiples amenazas de muerte en México.
“Ahora, el árbitro allá arriba se supone que sea el que la lleve. Ya se supo que eso fue un ataque al corazón. Pero, contra, el árbitro tenía que haberse percatado de lo que pasaba y rápido buscar auxilio. Ahí se falló. Yo le di pa’ atras a ver qué fue lo que pasó. Si miras el video se le ve sangre bajándole del ojo izquierdo. Y cómo el corazón no estaba bombeando mas sangre, tiró por donde tiró, por donde salió, salió. Fue un accidente. La patada voladora lo toca y cae en las cuerdas. Creo que es en ese punto que fue el momento fatal”, prosiguió Savio Vega, recordando que “al Perrito yo lo conocía desde el ’86, cuando luché en México por vez primera. Su papá venía también mucho a luchar acá”.
“Que suceda esto es muy fuerte. Ahí hay dos, tres generaciones de lucha libre, del negocio de la lucha libre”, destacó.
El negocio de la lucha libre, un negocio difícil
Savio Vega, cuyo nombre real es Juan Rivera, alterna su profesión y vocación de luchador y entrenador con trabajos como agente de seguridad. Lo mismo puede estar una noche luchando en una cartelera benéfica a favor de una niña con cáncer que puede estar dando una ronda en una urbanización o de seguridad en una actividad privada. De hecho, hace poco recibió críticas en las redes sociales por aparecer como seguridad con la empresa Ikea, la cual libra una batalla legal por el despido injustificado de un empleado. En varios días, Savio Vega se va a Kuwait a entrenar luchadores para una empresa. En otras palabras, el negocio de la lucha libre es tan difícil que, realmente, no mucha gente vive de eso, aunque sea un trabajo.
“Hay que moverse bastante, hay momentos en que esto no paga mucho”, reconoció el luchador.
Pero si la vocación es consumada, habrá muchas cosas de la profesión con las que tendrá que lidiar el luchador. Savio Vega estuvo muchos años viajando el mundo y viviendo su sueño, pero ha pagado el precio.
“Ahora mismo tengo artirtis en el cuello, y de la columna cervical tengo lastimadas la vértebra una, la dos, la tres y la cuatro. Tengo cuatro nervios pillados en el cuello, más una lesión en el hombro y en el área lumbar. Tengo los hombros lastimados. Se supone que me haga operaciones, pero no me las he hecho. Una vez en Texas, cuando estaba en la WWE, el doctor Dwight Santiago me quería operar el cuello, y no lo hice. Hasta el Undertaker me decía que me operara, y no lo hice, aunque sí hice rehabilitación y me desactivaron del roster. Se supone también que me opere la rodilla izquierda y la derecha no la aguanto. Y laceraciones, he tenido muchas laceraciones”, explicó.
Entonces, está la muerte. Al preguntarle, Savio Vega recordó bien la muerte en 1988 del estadounidense Frank Goodish, conocido como Bruiser Brody, a quien, cuenta la leyenda, el Invader #1 figó en las duchas del estadio Juan Ramón Loubriel de Bayamón. También mencionó cuando, en 2004, Víctor the Bodyguard fue declarado muerto en un hospital en Yauco: “Terminó su lucha, se fue al camerino y ahí le dio el cantazo. La ambulancia que había en la cancha lo atendió rápido pero lo perdimos de camino”.
Y también recordó a Mefisto Lepanto, el luchador que en 2007 falleció en medio de una lucha en parejas, en Caguas.
“Pero contrario a la situación del Perrito, aquí el árbitro rápido paró la lucha. Se envió el mensaje de inmediato a los camerinos y en un dos por tres estaba el paramédico en el ring. Le dimos CPR, se intentó resucitar, llegaron rápido tres ambulancias de distintos sitios a socorrer. Lamentablemente, se nos fue, aun cuando tomamos la acción que había que tomar, contrario a lo que pasó con Aguayo, según lo que vi en el vídeo”, señaló Savio Vega.
Cabe destacar que tras una serie sobre la lucha libre realizada el año pasado por Diálogo, la Comisión de Seguridad del Departamento de Recreación y Deportes finalmente radicó un nuevo reglamento para atender las necesidades de la lucha libre. El mes pasado puso el edicto en los peródicos. Puede ver el borrador del documento del reglamento, el cual se supone esté enfocado en la seguridad de los luchadores, en los enlaces de las historias que ubican al final de este artículo.
Mientras, la acción no se detiene. Vendrán más Wrestlemanias, y más fanáticos que son luchadores casuales, como nuestro pana El Tanque, que las disfrutarán. Seguramente, también hayan más lesiones arriba del ring. Y más muertes como la del Hijo del Perro Aguayo. Es inevitable. En todo lugar de trabajo ocurren accidentes fatales.
Vea también:
Claman por nuevo reglamento en la lucha libre (Documento)
Una yegüita voladora entre el DRD y la lucha libre