República Dominicana lee, o por lo menos queda demostrado su efervescente apoyo a uno de los eventos literarios de mayor envergadura en el Caribe, la XIV Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, que se celebra desde el 4 al 22 de mayo. Este año, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo eligió al Vaticano como invitado de honor, figura que aporta a la magna cita la religión a través de la literatura. También coincide con el jubileo del quinto centenario de la Iglesia Católica dominicana.
A lo largo de la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte se encuentran más de cien pabellones de librería y editoriales en representación de los anfitriones y el país invitado, así como espacios de exhibición fotográfica, arte performático, teatro y otras manifestaciones. La fusión de disciplinas de arte se unen para dar colorido y diversidad a un evento que los residentes e invitados internacionales han demostrado apreciar. Se proyecta que asistan alrededor de un millón de personas a la Feria.
Actividades, conferencias, talleres, conversatorios y presentaciones de libros se dividen por pabellones con un itinerario variado para la diversidad de público. Entre los que más se han destacado se encuentra Espacio Joven, coordinado por la escritora y estudiante universitaria Lauristely Peña Solano, quien consigue diariamente que jóvenes asistan a eventos que transitan desde el debate poético hasta los nuevos movimientos que asume hoy la juventud dominicana. En Espacio Joven se ha dado a conocer el veredicto del Premio Nacional de Poesía Joven Feria del Libro 2011, el recital de los Poetas Desconocidos, la segunda Noche de Performance, entre otros.
La literatura puertorriqueña estuvo representada por las casas editoriales Isla Negra y Makarios. Isla Negra participó una la delegación de escritores, entre ellos Alberto Martínez Marques, Yvonne Denis y Rafael Acevedo, quienes presentaron sus más recientes libros. Otros títulos presentados fueron la novela histórica “Mercedes”, de Jaime Marzán; el texto dramático “3 + III x Z”, de Carmen Zeta; “Las ciudades de Lucía”, de Beatriz Navia; “El arca de la Memoria”, de Dinorah Cortés y “Los Sueños ajenos”, de José Rabelo. La demanda por los libros puertorriqueños cesa.