Por: Thalif Deen
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) está perdiendo la batalla contra una cadena simultánea de crisis políticas y humanitarias en diez de los puntos más críticos del mundo.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dice que ninguno de los 193 Estados miembros, por sí solos, pueden resolver estos conflictos.
“Ni un solo país, por poderoso o más recursos que tenga, incluyendo Estados Unidos, puede hacerlo”, advirtió.
Las mayores crisis políticas actuales se encuentran en Afganistán, Iraq, Libia, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Siria, Somalia, Sudán del Sur, Ucrania y Yemen, sin olvidar África occidental, que lucha contra la expansión de la epidemia de ébola.
Históricamente, la ONU tuvo que lidiar con una o dos situaciones de este tipo en un momento dado. Pero enfrentar 10 crisis al mismo tiempo es un hecho sin precedentes en los 70 años de historia del foro mundial, aseguró Ban.
Aunque la comunidad internacional espera que la ONU resuelva estos problemas “las Naciones Unidas no pueden manejarlos por su cuenta. Necesitamos poder colectivo y solidaridad, de lo contrario, nuestro mundo tendrá cada vez más problemas”, advirtió.
Pero ese poder colectivo brilla por su ausencia.
Shannon Scribner, de Oxfam Estados Unidos, dijo a IPS que la situación es grave. A finales de 2013, los conflictos armados y la violación de los derechos humanos habían desplazado de sus hogares a 51 millones de personas, la cifra más alta en la historia.
En 2014, la ONU pidió ayuda para 81 millones de personas, incluidas las desplazadas y otras afectadas por conflictos armados y desastres naturales.
En este momento, el sistema humanitario está respondiendo a las cuatro emergencias que la ONU considera más graves, que son las de Iraq, República Centroafricana, Siria y Sudán del Sur.
Las cuatro dejaron a 20 millones de personas vulnerables a la malnutrición, la enfermedad, la violencia y la muerte, y con necesidad de ayuda y protección, añadió Scribner.
Pero también están las crisis en Yemen, donde dos de cada tres personas necesitan asistencia humanitaria, y las de África occidental, donde Guinea, Liberia y Sierra Leona solicitan 8.000 millones de dólares para recuperarse del ébola.
En Somalia, las remesas, que equivalen a 1,300 millones de dólares anuales y son un salvavidas para millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria, se cortaron o fueron llevadas a la clandestinidad debido a las restricciones bancarias.
Además, hay una crisis por la migración y los refugiados en el mar Mediterráneo, donde aproximadamente mil personas murieron este mes tratando de escapar de la situación en sus países de origen, recordó Scribner.
La ONU asegura que necesita unos 16,000 millones de dólares para brindar ayuda humanitaria, que incluye alimentos, vivienda y medicina, a más de 55 millones de refugiados en el mundo.
Pero el portavoz del foro mundial, Stephane Dujarric, declaró que prácticamente todas las operaciones de emergencia de la ONU están “subfinanciadas”.
La ONU sigue solicitando más fondos para Siria, con el fin de llegar a la meta de 8,400 millones de dólares para fines de 2015.
“Necesitamos más apoyo y más ayuda financiera. Pero, lo más importante, necesitamos soluciones políticas”, destacó Dujarric.
La mayoría de los conflictos siguen sin resolver o estancados principalmente debido a las profundas divisiones en el Consejo de Seguridad, el único órgano político de la ONU facultado para resolver los conflictos militares.
Cuando IPS le preguntó si la comunidad internacional hace lo suficiente, Scribner respondió que no hay una varita mágica para resolver todas las crisis porque hay muchos problemas que las motivan, como la pobreza, la mala gobernanza, los intereses geopolíticos, las economías de guerra fortalecidas por la venta de armas, las tensiones étnicas, entre otros.
El sistema humanitario no está diseñado para responder a las crisis en el siglo XXI, opinó la activista.
Oxfam reclama una respuesta humanitaria más eficaz mediante la financiación temprana y la inversión en los liderazgos locales, mayor énfasis en la búsqueda de soluciones políticas y la acción diplomática, y que la comunidad internacional utilice los objetivos de desarrollo sostenible para sacar a más gente de la pobreza y revertir la desigualdad existente en el mundo.
Scribner dijo que la riqueza combinada del uno por ciento de la población más rica del mundo superará a la de todos los demás en 2016, dada la tendencia actual del aumento de la desigualdad.
Los conflictos en los puntos críticos del mundo también generaron dos consecuencias negativas. Las personas atrapadas en el fuego cruzado huyen de los países devastados por la guerra a refugios seguros en Europa, mientras que, al mismo tiempo, crece el número de trabajadores humanitarios y personal de la ONU muertos por la violencia.
Este mes, se calcula que más de 900 refugiados y trabajadores migrantes procedentes de Libia, devastada por la guerra, murieron en alta mar cuando naufragó en el Mediterráneo el barco en el que pretendían llegar a las costas europeas.
Cuatro funcionarios del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia murieron cuando fue atacado el vehículo en el que viajaban en Somalia. Cuatro más fueron heridos y permanecen en estado grave.
Ian Richards, presidente de la Coordinadora de Sindicatos y Asociaciones del Personal Internacional de la ONU, dijo que el foro mundial dejó en claro que seguirá operando en Somalia. “Se necesita nuestro trabajo allí. Apoyamos el trabajo de nuestros colegas en estas difíciles circunstancias”, declaró.
Por eso es importante que el secretario general y la Asamblea General revisen la protección que la ONU ofrece a su personal en lugares donde su vida está en riesgo, para que puedan seguir prestando la asistencia necesaria.
Scribner indicó que los trabajadores humanitarios pasaron de sufrir 90 ataques violentos en 2001 a 308 en 2011, y que la mayoría apuntan a los trabajadores locales, que corren más riesgo debido a que se pueden vincular más de cerca con la población ya que están familiarizados con el paisaje, hablan el idioma y entienden la cultura del lugar.
“Por eso no es una sorpresa que los trabajadores humanitarios locales representen casi 80 por ciento de las víctimas mortales, en promedio, desde 2001”, agregó Scribner.