Es ineludible pensar en comida sin que el paladar evoque al matrimonio de los granos predilecto por las mesas puertorriqueñas: el arroz y las habichuelas. Y es que, crecimos con el olor del guisado en el vecindario, obviando por completo el contenido nutricional de esta comida que ya forma parte de la cotidianeidad boricua.
Sin embargo, el 65 por ciento de la población adulta puertorriqueña está sobre peso u obesa y, en gran medida, se debe a “la ingesta de granos refinados”, dijo Sandra Soltero, nutricionista y coordinadora de la investigación Intervención del arroz integral en Puerto Rico.
Este estudio, realizado por el Centro de Investigaciones Clínicas y Promoción de la Salud, en conjunto con el programa Global Nutrition Network (GNET), dirigido por la Universidad de Harvard, “pretende hacer una intervención en el estilo de alimentación de los puertorriqueños para disminuir la obesidad, el colesterol alto y la incidencia de diabetes”, explicó la coordinadora dental del Recinto de Ciencias Médicas, la doctora Lydia López.
El GNET “busca conocer cómo las dietas pueden cambiar el problema de obesidad y el comportamiento en distintas partes del mundo como Tanzania, Chennai, China, México, Nigeria, Kenya, Costa Rica y Puerto Rico”, agregó López.
El estudio es dirigido “a personas de 40 a 65 años ya que a esa edad la obesidad está en crecimiento y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 es mayor”, indicó López.
Por otra parte, el desarrollo de la investigación en Puerto Rico se encuentra en su faceta de viabilidad. “Se han realizado varios grupos focales donde se orienta a los participantes sobre los alimentos, se realizan pruebas de gusto y, finalmente, se le da los productos que consumirán en la semana como: arroz integral, habichuelas secas, agua de coco y cereal alto en fibra y bajo en azúcar”, detalló Soltero.
Asimismo, en los grupos focales se genera un perfil de los gustos alimenticios de los puertorriqueños y “se determina hasta qué punto están dispuestos a cambiar su dieta por una más saludable”, indicó Soltero.
Un ejemplo de ello es la sustitución del pan refinado al pan integral por la mayor parte de los participantes de los grupos focales. “Si se pudo cambiar a pan integral se puede cambiar a arroz integral. Es cuestión de establecer una política pública y publicitaria que dé a conocer los beneficios del arroz integral y que impulse la circulación de productos no refinados en el mercado”, dijo López.
Conocer el grano integral
No obstante, existe otro factor que ha dificultado la aceptación del arroz integral como parte de los alimentos de consumo diario: la educación.
Las personas desconocen los beneficios de los granos integrales. Soltero explicó que “el grano integral tiene más nutrientes que un grano refinado. En el proceso de refinar se pierde una capa que contiene fibra, vitamina del complejo B (importante para el metabolismo y sistema nervioso) y minerales.
También se desconoce que “la incidencia de diabetes disminuye cuando se tiene una dieta alta en granos completos (granos sin refinar)”, y que “la fibra abastece más sin la necesidad de tener que comer y gastar tanto en alimentos, agregó Soltero.
Alimentación saludable durante la crisis
El consumo de granos no refinado podría ser una alternativa ante la crisis económica. “Es interesante saber que con una compra pequeña las personas pueden alimentarse bien sin tener que gastar grandes cantidades de dinero”, indicó López.
“A pesar de que el arroz blanco es bien cultural existe la posibilidad de que las personas lo sustituyan por el arroz integral”, opinó Soltero luego de narrar cómo los participantes se sienten mejor al ver que bajaron de peso al incluir en su dieta granos completos y caminar tres veces en semana por 30 minutos.