No es lo mismo estar en el área de Río Piedras que experimentar Río Piedras. Es muy fácil vivir vicariamente la experiencia universitaria a través de lo que se imparte en clase o mediante la prensa universitaria.
Caminar por la ciudad, entre el calor y la humedad, comer con amigos por la Ponce de León, sentarse en la Plaza Robles a coger fresco e interactuar con la gente y la arquitectura no es exigencia de ningún currículo. La experiencia, sin embargo, dicta que es una práctica tan formativa como cualquier curso medular.
Una fracción de la magia de estudiar en la IUPI no se circunscribe al espacio interior de sus portones, sino que se encuentra afuera. Requiere de brincar esa verja física y simbólica que hemos construido durante años. Salir del confort del carro, el aire acondicionado y el control de acceso y movilizarse hacia el espacio común y abierto es un ejercicio difícil de entablar para el que no tenga la costumbre de hacerlo. Entrar a un vecindario desconocido causa ansiedad. ¿Desde cuándo establecimos en nuestro inconsciente colectivo que hay una diferenciación entre la IUPI y Río Piedras? Es en el casco riopedrense donde radican los cimientos de nuestra Universidad.
La relación entre la Universidad y el País es una de naturaleza simbiótica. Tenemos un constante intercambio intelectual, técnico, económico y social que permea en la cotidianidad de todos. Es bajo la necesidad de trasladar físicamente esa reciprocidad que surge el Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial (CAUCE), que por los pasados ocho años ha concretizado el vínculo entre la comunidad universitaria y la comunidad de residentes y comerciantes de Río Piedras.
Para María Hernández, recien nombrada directora de CAUCE, ese llamado a forjar fructíferamente ese entramado de relaciones lo que la incitó a formar parte de la iniciativa. Como egresada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP), reconoció que le había tocado el turno de transformar la educación que recibió, en parte en la UPR-RP, en proyectos de desarrollo de conocimientos y acción comunitaria.
La misión de CAUCE es efectuar la colaboración conjunta entre la Universidad, los residentes y comerciantes de Río Piedras para el desarrollo cultural, comercial, empresarial y social del área. Esta sinergia ha logrado que el conocimiento que se genera en la esfera universitaria se traslade a la práctica, en función de las necesidades de la comunidad.
Iniciativas como el Huerto Comunitario de Capetillo, el sistema de alfabetización Montessori dirigido a adultos, tutorías supervisadas y salón de cómputos, evaluación arquitectónica de las estructuras, consejería en trabajo social y psicología, reuniones comunitarias, así como la recuperación del Bosque Urbano de Capetillo son varios de los proyectos fundamentados en esos lazos, que se han logrado mediante el consenso y la autogestión.
En aras de la institucionalización de CAUCE
Hernández afirma que el éxito de los proyectos entre CAUCE y la comunidad se debe al sentido de pertenencia y respeto mutuo que permea en los desarrollos. El primer paso para la producción de propuestas es identificar las necesidades de la comunidad. Se aborda a los residentes y comerciantes y trabajan en equipo para lograr las metas propuestas. Pero antes de entablar conversaciones, hay vínculos que fomentar. Por lo que, Hernández entiende que ese acercamiento no debe ser uno abrumador, ni una imposición, sino un deber social basado en respeto mutuo.
“Si la gente no se apropia del proyecto, no se identifica. Y si se sienten interpelados, participan. Los socios nuestros son la comunidad”, dijo.
Una de las metas de la director es institucionalizar CAUCE dentro de la UPR. Actualmente, la organización está adscrito a Rectoría, lo cual según la directora tiene sus pros y contras. Menciona que hay ventajas en trabajar bajo Rectoría, como por ejemplo, un enlace directo de comunicación. No obstante, si CAUCE se institucionalizara, tendría su presupuesto independiente. Y es que, al presente, la entidad opera con fondos de la Universidad y propuestas federales.
De la teoría a la práctica
En CAUCE hay un flujo continuo de gente. Durante mi visita, encontré en reunión a José M. Ayala, Natalia Giraldo y Karina Ojeda, estudiantes de bachillerato en Trabajo Social, quienes detallaron la experiencia que han tenido a través de su práctica aplicada al servicio a la comunidad riopedrense.
Todos coinciden en que el trabajo a realizarse es mucho, pero el compromiso y la dedicación que emplean ha sido clave en el proceso de inserción al ámbito laboral.
“Uno se encuentra con situaciones fuera de lo esperado en Capetillo, que es un área cercana a la Universidad pero poco conocida. Tú sí puedes ver lo que estudias, pero la práctica es ir más allá de lo teórico, los muñequitos son diferentes”, sostuvó Ayala.
El proceso de romper barreras entre la Universidad y la comunidad a través de la experiencia práctica no beneficia sólo a los estudiantes, sino que refuerza el mejoramiento de la calidad de vida en ambas zonas.
Durante su experiencia, los estudiantes han podido identificar la necesidad de integrar a CAUCE otras disciplinas universitarias que no se limiten a las que ya ejercen con su práctica allí.
Ángel Pérez, estudiante de Maestría en Trabajo Social y supervisor de los practicantes de la disciplina de Trabajo Social, propone empujar a los de departamentos a exigir práctica supervisada obligatoria como parte de sus currículos, usando CAUCE como centro de investigación.
Esta transición, explica, debe darse desde un nivel central universitario, lo cual resultaría cónsono con los planes Visión 2016 y Diez para la década de la UPR.
“Nuestra Universidad es una pública, donde todos aportamos al fisco. Si todos aportamos, es para que tú y yo podamos tener una educación de excelencia en menor costo. Entonces, ¿qué cosas ahora va a hacer la Universidad para tirar para fuera esa educación? Trabajo Social y Educación son los únicos dos departamentos que exigen práctica profesional”, señaló Pérez.
El institucionalizar a nivel de los once recintos la práctica supervisada en los currículos es un reclamo que tienen muchos estudiantes, quienes al graduarse no tienen experiencia de trabajo y se les imposibilita conseguir empleo. Es entonces en el trabajo comunitario donde se presenta un lugar de práctica profesional que desemboca también en el desarrollo de proyectos que asistan a la ciudadanía.
“¿Es acaso que las comunidades no necesitan un ingeniero que supervise la construcción de una infraestructura en un centro comunitario, un abogado que los oriente sobre contratos, un psicólogo que trabaje un caso en la comunidad? Desde CAUCE se está empezando a hacer eso y empujando a que departamentos asuman esa posición, pero la Universidad tiene que institucionalmente asegurar que eso pase”, concluyó Ayala.
El comprender los códigos de las comunidades desde la vivencia personal -en este caso, Río Piedras- genera una relación simbiótica entre conocimiento, práctica y servicio. Adoptar un espacio y conocerlo no sólo en una escala física, sino en una humana, abre paso a reconocer y comprender otras realidades importantes.