La obra de la artista Marina Anaya es un paseo por la parte bonita de la vida, por sus colores líquidos, sus mejillas sonrosadas y espaldas a las que les crecen ramas, sueños y melenas que vuelan al compás del humo de las chimeneas industriales. Un mundo acuoso, de líneas redondeadas, nacidas para encajar las unas en las otras y fundirse en un abrazo y, a veces, en un beso.
Figuras vertebradas, robustas, que encuentran gracilidad en los extremos que más tentación de ser palpados provocan: labios, pechos, manos. Y como frágiles pilares, unos pies que a menudo se suspenden en el vacío para alcanzar al otro. Pinturas, pero también grabados, dibujos, esculturas y bocetos. Sonrisas, muchas sonrisas, piernas encaramadas a cinturas entregadas y miradas rendidas, alegres, que cambian de escenario, de rasgos, en un viaje en el que sus protagonistas se abrazan una y otra vez para no soltarse.
La exposición Y llegaste, que se puede visitar hasta el 23 de octubre en el Castillo de Santa Catalina y en la Galería Benot , en Cádiz, España, es una serie de fotogramas de cuando jugamos y pasamos de la caricia en la cabeza al baile, de ahí a la contemplación mutua, pasando por el abandono en los brazos del otro, para dejarse llevar por la alegría del amor. Porque es una exposición sobre la alegría y el amor.
Del precioso Castillo de Santa Catalina, construido a orillas de la ciudad gaditana y en el extremo occidental de su playa más famosa, La Caleta, viajamos hasta su estudio en Madrid, un bajo convertido en vivienda y estudio, donde descubrimos que ese mundo colorido, optimista, lúdico y armonioso que ha creado Anaya en su obra, impregna también este hogar que alberga muchos otros, tantos como las distintas habitaciones en distintas alturas que lo conforman, e incluso en la propia estética y dulzura del rostro de la artista, tamizada por unas grandes gafas.
En una entrevista con Rosa Montero, la actriz y directora teatral Irene Papas describía la felicidad y el amor como “un inmenso alivio. No hay temblores, ni éxtasis, ni nervios; es la serenidad plena, un placer natural total”.
Hay mucho de esta descripción en estas figuras contundentes, humanizadas por la ternura, y en esta casa-estudio de Anaya. Y ni una pizca de cursilería. Periodismohumano. ¿Cómo decides dedicarte al arte? Marina Anaya. Desde pequeña siempre me gustó y en casa me fomentaron desarrollar las manualidades, las plásticas… Mi abuelo es escultor, mi madre tiene vena artística como él, aunque no la haya desarrollado, y mi padre, que es ingeniero industrial, siempre fue muy insistente en el hecho de que debíamos trabajar en lo que nos gustara. Así que cuando llegó el momento de decidir, no tuve demasiadas dudas.
Periodismohumano. Estudiaste Bellas Artes en la Universidad de Cuenca. ¿Cómo valorarías la formación universitaria en el arte en España?
M. A. Pues más bien regular porque aunque la Facultad de Cuenca era muy nueva cuando yo estudié, y empezó con un planteamiento muy moderno -también algo caótico, todo sea dicho-… Creo que debería haber más mezcla entre academicismo y vías más modernas que hay en la actualidad. Además, una vez que sales de la carrera no creo que tengas el conocimiento necesario para saber por dónde tirar, una idea real de cómo funciona este mundo.
Periodismohumano. La formación continua es fundamental también en el mundo del arte. ¿Qué hiciste cuando acabaste la carrera?
M. A. Primero me fui a Brasil con una beca de la AECID, a la isla de Florianópolis, donde recibía y daba clases en un área que me interesaba mucho y que en España no era una asignatura, la estampación textil. Yo ya había hecho una de las técnicas, batik, porque está muy vinculada con el grabado. Fue una experiencia fantástica, conocer el país, pero también viajar con otros compañeros de beca hasta Buenos Aires… Luego hice mi doctorado en Cuba, sobre el grabado durante el periodo de la Revolución. Y fue muy enriquecedor. Investigué sobre cómo está muy marcado por el contexto social, mucho más que en Europa u otras regiones donde no tienes por qué reconocer el origen del artista por su trabajo. Sin embargo aquí está muy presente, en los materiales, que por la situación económica, a veces, utiliza mucho el reciclaje, y en la temática, ya sea a favor o en contra de la Revolución.
Así define Anaya su trabajo: “Es una obra figurativa, colorista, en la que le doy mucha importancia al dibujo y en la que intento resaltar aspectos positivos de la vida, especialmente del amor”.
P. ¿Por qué, por qué este viaje por besos y abrazos?
M. A. Obviamente me interesan infinitud de temas, pero tienes que elegir y me interesa esa parte de la vida para plasmarla en mi obra. La reflexión en donde me gusta quedarme para pintar, para transmitirla en mi trabajo, es esa parte bonita de la vida. Me parece importante, me gusta dibujar ese tipo de cosas porque me tengo que imaginar ese instante y prefiero pensar en ese momento de felicidad, que en lo que puede rodear a esos personajes, de tristeza o problemas que seguro que existen.
P. La exposición es un viaje por ciudades como Menorca, Roma, Nueva York, Cádiz… ¿Qué representa este recorrido?
M. A. Es el concepto de viajar. Me gusta mucho, me parece que es importantísimo para relativizar tu vida, ver cómo viven otros, que están haciendo en otros sitios… Y mi obra representa contínuamente el movimiento, el tránsito.
P. Una de las ramas en las que muestras más interés es en el grabado. ¿Por qué?
M. A. Ya desde la carrera puse mucho interés en él porque la obra sobre papel es muy bonita. El grabado tiene una parte creativa, pero también otra parte técnica muy importante, y las dos sumadas son las que generan la obra final. Esta técnica tiene mucho de sorpresa, de irte adaptando a lo que la técnica te va pidiendo. El grabado emplea materiales muy tóxicos. Por ello, cada vez son más los artistas, entre ellos Anaya, que investigan y emplean materiales ecológicos.
P. Puesto que, como decías, es posible que muchos estudiantes de Bellas Artes no sepan bien qué hacer al terminar sus estudios, ¿qué pasos les recomendarías seguir?
M. A. Constancia, trabajar mucho y al principio decir sí, si no a todo, a casi todo. Y después empezar a elegir… Es un sector en el que es difícil entrar, mantenerte: mi camino ha sido desde las primeras exposiciones colectivas en bares de Madrid, a pequeñas galerías, y de ahí ir rodando a sitios más interesantes, como galerías en el extranjero, instituciones… Yo soy la que me represento, llevo la gestión total de mi trabajo. En España, y a mi nivel, no funciona mucho la figura del gerente, pero es una función tan importante como la otra. Hay que trabajar mucho a corto, medio y largo plazo. Siempre tienes que estar trabajando en las tres dimensiones: comiendo con lo que ganas, pero generando nuevos trabajos y manteniendo un espacio limpio para que no te influya en tu trabajo artístico, porque no siempre se está para pintar besos.
Lo dicho, mucho amor por el trabajo y muy poca cursilería.
Fuente Periodismo Humano