Llegó el cobro del préstamo estudiantil y el graduado aún no tiene trabajo. Quiso ahorrar el dinero de la gasolina y no encontró transporte público eficiente. La factura de luz y agua le llegaba cada vez más alta y no se atrevía a salir por los constantes aumentos de asesinatos. Y en medio de todo esto, ningún partido político brinda alguna esperanza.
El párrafo anterior trata de reunir las quejas y consignas de aquellos que se tiraron a la calle el pasado sábado con la esperanza de “ocupar” Puerto Rico.
Justo en el parque José Gándara de la avenida Roosevelt en Hato Rey, se reunieron cientos de personas cuyos reclamos algunos articulan en dos frases: “igualdad social” y “mejor calidad de vida”.
Hasta allí llegaron, a pasos de los que popularmente se conoce como la Milla de oro, a ver que pasaba. Sí, “a ver”, porque en realidad no había ninguna certeza.
En lo que se concretaba alguna acción las personas se dividieron en pequeños grupos que, parados bajo la copa de los árboles para protegerse del sol o sentados en la grama, discutían la situación actual del país.
Entre ellas se encontraba Rosa del Carmen, profesora del recinto de Arecibo de la Universidad de Puerto Rico quien en conversación con Diálogo cuestionó:
"¿El discurso que se utiliza o se ha utilizado (por parte del movimiento Occupy en Puerto Rico) lo entienden la mayor parte de los puertorriqueños, (por ejemplo) cuando hablamos de neoliberalismo?”.
"Yo entiendo que es cómo se afectan los sueldos, cómo se afecta mí trabajo, cómo se afecta la expectativa de permanencia para un joven en un trabajo…. donde no hay beneficios marginales. ¿Y qué quiere decir beneficios marginales, se entera el pueblo? Cuando decimos seguridad de empleo, permanencia, plan médico, derecho a algunas vacaciones, y a tener un salario decente más allá de un trabajito por un salario mínimo por ahí, que tú puedas tener retiro… ¿qué tú ves que trae el neoliberalismo bajo el modelo que se ha tenido? … es esa negación de los derechos del trabajo”, explicó la profesora
Del Carmen también expresó preocupación por lo que entendía era una contra-protesta a la actividad de "Occupy Puerto Rico", una caravana a favor del alcalde de San Juan, Jorge Santini, que se congregó entre la estación del tren de Rossevelt y el parque donde se llevaba a cabo la manifestación.
Mientras conversaba con la profesora se escuchó el ruido de los jeeps que varias veces pasaron por las inmediaciones del parque con altoparlantes por los que se oía un efusivo discurso a favor del alcalde Santini y música de merengue a todo volumen.
Por otra parte, entre algunos de los manifestantes locales había mucha afición por imitar el movimiento que los inspiró, el "Occupy Wall Street" de Nueva York.
Por ejemplo, se quería usar la estrategia del "megáfono humano" (repetir a coro las frases de los discursos para que todas las personas puedan escuchar), una estrategia a la que los neoyorquinos se han visto obligados a recurrir debido a que en la la gran manzana, a diferencia de Puerto Rico, el uso del megáfono está condicionado al pago de un permiso oficial.
Sin embargo la actividad de este movimiento global no tardó en pintarse del colorido local, con las típicas consignas cantadas al son de plena:
"Ellos sólo son 1, nosotros 99, tener igualdad social, eso es lo que nos mueve”.
Con esa consigna cantada a través de un megáfono arrancó una marcha que a eso de las 4:30 de la tarde salió del parque y se dirigió hacia la avenida Roosevelt en dirección a Plaza las Américas, luego de que en una asamblea se acordara que la empresa Fonalledas sería el primer “target” de lo que se perfila como el movimiento que implementará en Puerto Rico lo que en muchas otras ciudades del mundo se ha estado realizando en los últimos meses: organización de base democrática participativa, movilizaciones multitudinarias, marchas, y ocupaciones.
La marcha fue coordinada con la policía, quienes sirvieron de escolta por toda la Avenida Roosevelt hasta la entrada del centro comercial donde los manifestantes fueron recibidos por la seguridad privada.
Allí la seguridad advirtió que dejarían pasar a los manifestantes siempre y cuando se guiaran por un código de seguridad que incluía no gritos, no consignas, no pancartas y no caras cubiertas.
Así las cosas, la manifestación terminó siendo una marcha silente, y quienes llevaban la careta de “V for Vendetta”, ese producto mediático del cine hollywoodense que se ha convertido en símbolo de indignados e indignadas del mundo, quedaron al descubierto.
La prohibición de las pancartas se pudo negociar, y se permitió la entrada con los mensajes escritos en cartulinas, que fue lo único que sirvió un poco de orientación a los consumidores de Plaza quienes en su mayoría miraron la marcha sin entender lo que realmente sucedía.
Algunos comentaban y pensaban que era una marcha en contra del gasoducto, otros se reían, mientras que una gran mayoría seguía haciendo sus compras.
De hecho, había personas más excitadas con la apertura de la nueva tienda de Walt Disney que con la presencia de “Occupy” en Plaza.
Entre los consumidores hubo personas que aunque no se unieron a la marcha, expresaron su solidaridad aplaudiendo o alzando el puño en seña de apoyo.
La marcha entró y salió por la misma puerta, la salida que está frente al desaparecido Borders, y luego regresó por la avenida Roosevelt en dirección al punto de encuentro: el parque José Gándara, donde ya había una carpa y varias casetas.
Manifestación Global
Según la BBC de Londres, 951 ciudades de 82 países se unieron al llamado global de protesta.
De la particularidad de los reclamos que pueden tener tan diversa cantidad de personas localizadas en tan diferentes regiones del mundo, los puntos de articulación que resaltan son la crítica al sistema financiero que produjo la crisis monetaria que desde mediados del 2000 ha afecto a la mayoría de la población mundial sin que los responsables hayan sufrido alguna consecuencia.
Llama también la atención el rechazo a los partidos y organizaciones políticas tradicionales, lo que se puede entender como una crítica a toda una cultura vertical de democracia representativa que, en la práctica, el movimiento global de "indignación" o de "ocupación" contrapone la filosofía horizontal de democracia participativa.
Además, las redes sociales de Internet han sido la herramienta que los diferentes grupos de Occupy han utilizado para coordinar, promocionar y documentar al momento lo que sucede en distantes lugares que, trascendiendo su territorialidad, convergen ahora en la red, ese lugar virtual que se ha convertido en el espacio común de las multitudes dispersas que insatisfechas con el sistema actual comienzan a movilizarse por todo el globo. Pero la pregunta que siguen alzando los críticos tanto de la "derecha" como de personas que participan del movimiento es, ¿cuál su objetivo? ¿cuál su meta, a dónde quieren llegar?
Y si algo ha logrado hasta el momento el movimiento de Ocupar, es haber arrebatado el debate sobre el futuro de la sociedad actual de la mesa de los foros internacionales como esos de la Organización de Naciones Unidas y las cumbres internacionales de los países más poderosos del mundo, y llevarlo a la calle, donde más personas tienen posibilidad de participar.