Por: Jannette Ramos García
Recuerdo que de pequeña, escuchaba a mi mamá y a mi papá hablar de Puerto Real. La relación con esta comunidad llegaba a mi familia a través de Lalo Vega o Lalo Escoba, que era como mucha gente le conocía. Don Lalo, era el suegro de mi tía materna, Rosín. Luego de algún tiempo, supe que él era vendedor de pescado y más tarde aprendí que era neverista.
Escuchando a papi y a mami fue como desarrollé un lazo muy fuerte con esa comunidad, que aún perdura. En mi adultez, regresé a estudiar al Recinto Universitario de Mayagüez donde tomé el curso de Geografía cultural con el doctor Manuel Valdés Pizzini, y en su clase, uno de los temas discutidos fue el de la historia de Puerto Real. Demás está decir que fue maravilloso para mí, el aprender tantas cosas que desconocía sobre esta comunidad tan importante en nuestro país.
Pasado el curso, decidí tomar unos créditos en investigación y le pedí al profesor Valdés, que me permitiera ser su alumna nuevamente y que él fuera mi mentor. Mi tema seleccionado fue el de la mujer en la pesca. Este tema me atrajo porque quería saber si las mujeres se habían aventurado a participar activamente en este oficio que desde tiempos inmemoriales se asociaba solo con los hombres.
A pesar de ser caborrojeña, de sentir el orgullo de haber nacido en este pueblo costero y de conocer la importancia que tiene Puerto Real al ser la comunidad pesquera productora de la mayor cantidad de pescado de todo Puerto Rico, desconocía dónde estaban las mujeres en este oficio. Tenía la visión estrecha de que las que encontraría, serían solo pescadoras. Jamás imaginé todo el espectro de labores que dentro de la pesca, una mujer puede realizar.
Así que, en esa ocasión, me di a la tarea de descubrirlas y documentarlas . Libreta y bolígrafo en mano y acompañada de un deseo inmenso por desentrañar, lo que pensaba era de conocimiento común para la gente de Puerto Real, tomé rumbo hacia esta comunidad. Mi primera parada fue en el Restaurante El Pescaíto. Su dueño, Jaime, y su papá me guiaron. Así fue como llegué a Cholón. Ella vivía sola en su casa en la orilla de Puerto Real y fue pescadora desde joven. Por ello, recibió un homenaje en uno de los Festivales del Pesca’o que allí se celebraba. Los años pasaron y a su avanzada edad, salía en su bote a pescar, pero ya no lejos de su hogar. También, pescaba cocolías y recogía cangrejos, los que criaba y luego vendía. Cholón falleció en abril de 2011.
Justo al lado de la casa de Cholón, otra mujer permanecía oculta a mis ojos ávidos y a mi escrutinio buscando a las mujeres en la pesca. Me refiero a Lucrecia Luciano Vélez, natural de Puerto Real. Ella fue pescadora y proel de su esposo. Como la gran mayoría de las mujeres de su época, se dedicó a criar a sus doce hijos e hijas, pero balanceó su rol de madre, y de ama de casa, con el de pescadora y de proel. Abandonó ese trabajo cuando su esposo falleció en un accidente mientras pescaba.
Por otro lado, Yolanda Rodríguez, quien es una de las mujeres entrevistadas, me habló sobre Lenza Carlo y su desempeño como neverista, trabajo poco común para las mujeres de su época. Lenza, le compraba a los pescadores el fruto de sus esfuerzos y luego los vendía. Además, era dueña de un colmado.
Les decía al principio, que mi visión estrecha sobre el rol de la mujer en la pesca, hizo que no me percatara de que están presentes y muy activas aunque pasen desapercibidas. El caso más claro precisamente, fue el de Yolanda, a quien entrevisté por sus vastos conocimientos de todo lo que tiene que ver con Puerto Real y su gente. Jamás se me ocurrió plantearme, que una mujer que había presidido el Comité del Festival del Pesca’o en Puerto Real durante muchos años, definitivamente es una mujer en la pesca.
Otro ejemplo al que se puede hacer referencia es el de Hortensia “Blanca” Rodríguez Ginorio, en Boquerón. A pesar de que llevo años viéndola en su mesa de venta de ostras y de ostiones, y sabía que los recogía, no la relacionaba directamente con la pesca. Blanca no nació en Boquerón, (es natural de Juana Díaz), pero lleva más de treinta años viviendo y trabajando en este poblado. Es parte importante en el oficio de la pesca pues cumplió 27 años como ostionera y no contempla el retiro porque ama su trabajo y disfruta a plenitud la tranquilidad que le ofrece la mar y sobre todo, recoger ostiones y ostras junto a su hijo o junto a su nieto.
Para inquietarme más, mientras representaba a Fuete y Verguilla en la edición 63 del Intituto de Pesquerías del Golfo y el Caribe (GCFI, por sus siglas en inglés) que se llevó a cabo durante el mes de septiembre de 2010, en San Juan, Puerto Rico, tuve la oportunidad de conocer a Angélica Méndez Parham. A ella le fue conferido el “Gladding Award”, que es una distinción que se le otorga a un pescador o a una pescadora que se haya destacado por su contribución en la conservación de los abastos pesqueros. Es la primera vez que una mujer recibía dicha distinción. En la municipalidad de Izabal en Guatemala, de donde ella es natural, existen cooperativas exclusivamente de mujeres, dedicadas a la pesca. Las mujeres que tienen diversos programas e iniciativas para proteger y conservar los abastos, y que unidas, buscan mejorar sus condiciones de trabajo. Angélica, me contó en aquella ocasión, que en Izabal es común encontrar mujeres pescadoras, a diferencia de Puerto Rico, donde las mujeres en la pesca, constituyen un número ínfimo.
Movida, en esta nueva ocasión por saber dónde están las mujeres en la pesca a lo largo y ancho de nuestro litoral, comencé mi búsqueda de mujeres en la pesca, que aunque invisibles dentro de un mundo que se piensa es solo de hombres, se dejan sentir. Sus roles dentro del oficio son diversos. Neveristas, administradoras, presidentas de juntas de villas pesqueras, pescadoras, ostioneras, jueyeras, líderes comunitarias, madres y proeles, son algunos de los roles que asumen estas mujeres que pasan por todo el espectro de edades y de intereses, pero con un amor en común; la pesca.
Este texto fue publicado originalmente por la revista Fuete y Verguilla del Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) adscrito al programa Sea Grant del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.