La Asociación de Estudiantes de la Escuela de Administración Pública Roberto Sánchez Vilella (AEEGAP) hizo un llamado recientemente a repasar la obra y las aportaciones del ex gobernador Roberto Sánchez Vilella, reconocido por su compromiso inquebrantable con el servicio público. Y es que miembros de esta organización aseguraron que es necesario que empleados, administradores públicos y comunidad en general repasen la literatura que recoge las contribuciones de Sánchez Vilella al servicio público, pues este político “fue un hombre visionario y reconocido por vivir adelantado a su tiempo”. Dándole un vistazo a la historia, miembros de la Asociación recordaron que un encuentro con Luis Muñoz Marín en Washington, durante la década de los 30, motivó a Sánchez Vilella a regresar a su Isla y aportar su talento y conocimiento en beneficio del pueblo puertorriqueño. Cuando regreso al País, su primera encomienda, siendo nombrado inspector en el Proyecto Garzas, fue llevar electricidad a la zona montañosa del Puerto Rico. “Es en este momento que inicia una carrera en el servicio público en la cual se destacó como ingeniero, subcomisionado del Interior, administrador general de la Autoridad de Transporte, administrador de la Capital, secretario de Estado, gobernador y posteriormente como profesor de la EGAP (Escuela Graduada de Administración Pública)” informo Ángel Rosado, presidente de la AEEGAP. Durante su gobernación, que comenzó en el 1965, promovió la austeridad, el control de gastos y la eficiencia en los servicios. Fue mediante la redacción y publicación de Función y Acción de la Rama Ejecutiva que Sánchez Vilella compartió su filosofía sobre el servicio público, “que hoy día se distancia de la actitud y compromiso de funcionarios públicos y la desorganización gubernamental que prevalece en nuestros tiempos”, añadió el líder estudiantil. Sánchez Vilella tuvo como objetivo en el servicio público: “la ambición de mi vida ha sido servirle a Puerto Rico… mi ambición ha sido la de hacer, no la de ser, pero si para hacer tengo que ser, entonces estoy dispuesto a ser”. Además, este segundo ex gobernador electo por el pueblo promovió y defendió la participación ciudadana y al finalizar su mandato demostró su honestidad y compromiso al rechazar la pensión a los primeros mandatarios y se negó a abrir una oficina pagada con fondos públicos para que no se pasara juicio sobre alguna vinculación entre su oficina y actividades político partidista. Para el 1974 y luego de distanciarse un poco de la política se integró al claustro de la Universidad de Puerto Rico (UPR) como profesor de la EGAP en donde diseñó el seminario Administración y Gobierno de Puerto Rico. De igual forma ofreció varios cursos en la Escuela de Derecho en el Recito de Río Piedras; mientras continuaba preocupándose por la inseguridad e inestabilidad que vivía el país, que según él, obedecía a una falta de confianza en el liderato e instituciones del País. “El desentendimiento y la enajenación con el pueblo fue el comienzo del deterioro en el servicio público que se fue agudizando durante la década de los 70 hasta hoy día cuando no se respetan los valores del servicio público” puntualizo Rosado en un intercambio con jóvenes de la Facultad.