En el cielo de Cuba ondea desde ayer la bandera de Estados Unidos. Hacía 54 años que esa conjunción no existía; para ser precisos, desde el 4 de enero de 1961, cuando en plena Guerra Fría, Washington decidió cerrar su embajada en La Habana.
El acto protocolar de izar la bandera estadounidense en su embajada en Cuba oficializó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, luego de que Raúl Castro, presidente de Cuba, y Barack Obama, presidente de Estados Unidos, lo anunciaran simultáneamente el 17 de diciembre de 2014. Las embajadas de ambos países reabrieron el pasado 20 de julio en Washington y La Habana.
John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos y orador principal del evento, expresó que “este es el momento de acercarnos dos pueblos, ya no enemigos ni rivales, sino vecinos. Es el momento de desplegar nuestras banderas y hacerle saber al resto del mundo que nos deseamos lo mejor los unos a los otros”.
Era la primera vez desde el 1945 que un secretario de estado estadounidense pisaba suelo cubano. Es decir, hacía 70 años.
El momento, sin duda, es histórico, y con él se avecinan cambios paulatinos en la sociedad y economía cubana, y en la política regional caribeña y latinoamericana. Para abundar en estos temas, Diálogo conversó con Jorge Rodríguez Beruff, profesor de Ciencias Sociales en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
De entrada, el catedrático señaló que “la diplomacia establece unas reglas para la relación y convivencia de los países. Esa renovada relación diplomática no significa que Estados Unidos y Cuba van a tener las mismas posturas políticas. Yo creo que ninguno de los dos países tienen esas expectativas al iniciar este proceso, pero es bastante evidente que se nota un cambio en el nivel de hostilidad que había, por ejemplo, en términos retóricos entre Cuba y los Estados Unidos”.
Rodríguez Beruff destacó además que las relaciones entre la comunidad cubana en Estados Unidos y la población de la mayor de las Antillas también cambiarán, “aunque no tan rápido como algunos quisieran”.
“También van a haber cambios de carácter económico que inevitablemente van a provocar cambios sociales y políticos en el mediano y largo plazo. Algunos de estos cambios quizás sean perversos, pero se esperan condiciones de vida más favorables para los cubanos en y fuera de Cuba”, sostuvo el también historiador.
Uno de esos posibles cambios económicos podría ser la derogación del embargo a Cuba, el bloqueo económico que el Congreso estadounidense impuso unilateralmente sobre Cuba desde el 1960, bajo la presidencia de Dwight D. Eisenhower.
Según Rodríguez Beruff, las acciones de la administración Obama, incluyendo la reapertura de las embajadas, permiten plantear que el embargo “se está erosionando en la práctica”.
“El sistema político estadounidense le da muchos poderes al presidente, y hay todavía una serie de gestos y de iniciativas que se pueden tomar independientemente del Congreso. La administración Obama lo ha estado haciendo, ha enmendado reglamentos y eliminado prohibiciones”, detalló.
El académico agregó que “la política de los sectores más duros en el Partido Republicano va a chocar con la realidad de los intereses económicos, como los intereses agrícolas estadounidenses que quieren exportar a Cuba, y el sector de intereses turísticos. Así que aunque ahora sea difícil con un Congreso republicano que se elimine la ley del embargo, sí vamos a ir viendo cambios”.
Por otro lado, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana podría reflejar el inicio de cambios en la cultura política interna de Cuba, indicó Rodríguez Beruff.
“Una de las razones para mantener ciertas restricciones de las libertades en Cuba tenía que ver con el peligro del imperialismo. Si Estados Unidos y Cuba han normalizado las relaciones, también se crean las condiciones para que se relajen las condiciones políticas internas y se mejoren las instituciones en términos de representatividad y de participación”, subrayó.
Aunque esos cambios internos en la cultura política cubana no ocurrirían inmediatamente, el experto prevé que la discusión interna en los círculos de poder político en Cuba podría girar alrededor de reformas constitucionales que consideren la representación electoral y reconocimiento de organizaciones políticas.
En cuanto a las implicaciones de la renovada relación diplomática cubano-estadounidense en Puerto Rico, Rodríguez Beruff expresó que “Puerto Rico debe ver positivamente cualquier proceso que mejore el ambiente regional en el Caribe, porque somos un país caribeño”.
“Quizás las oportunidades económicas de Puerto Rico para explotar a su favor este cambio diplomático tenga ciertas limitaciones, pero yo veo que ya hay unas vinculaciones importantes entre Cuba y Puerto Rico en el campo de la cultura y la educación que, al hacer más fácil los intercambios y los viajes y relajarse las restricciones que había de visado, permitirá el desarrollo de proyectos conjuntos, por las afinidades culturales que hay entre Cuba y Puerto Rico”, puntualizó.