La Universidad de Puerto Rico (UPR) celebró en agosto el que cerca de 13,000 estudiantes decidieran matricularse y emprender estudios postsecundarios en la universidad estatal. Ahora bien, ¿quiénes son esos 13,000? ¿Cuántos van a continuar estudios después del primer año? ¿Cuántos continúan en la universidad hasta que se gradúan?
Más aún, ¿cómo cambian las respuestas a esas preguntas cuando se toma en consideración factores socioeconómicos? ¿Cómo garantizar que estudiantes de sectores desventajados permanezcan en la UPR luego de su primer año de estudios y hasta que se gradúen? ¿Qué se puede hacer como institución universitaria, a nivel sistema y a nivel local, para facilitar la admisión, retención, persistencia y graduación de esa población?
Para profundizar en el tema, Diálogo conversó con Lissette Rolón Collazo, coordinadora general del Colectivo Universitario para el Acceso (CUA), sobre los hallazgos más recientes del proyecto, el efecto en los jóvenes que ha impactado y el futuro del Colectivo en la universidad.
Génesis colegial
El CUA –proyecto de investigación y alcance comunitario que busca atender la relación entre la pobreza y el acceso a la UPR– nació en el 2007, cuando los profesores Rima Brusi y David González, del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), se preguntaron cuántos jóvenes de los sectores socioeconómicamente desventajados lograban ingresar al RUM.
Lo que encontraron todavía hoy despampana: en 16 años –desde el 1990 hasta el 2006– el Colegio solo había admitido un 0.3% de estudiantes provenientes de residenciales públicos, el sector más pobre que identificaron los profesores y su grupo de investigación. Cerca del RUM, sin embargo, hay alrededor de 15 residenciales, expuso Rolón Collazo.
“De esa experiencia es que nace la pregunta de qué está haciendo la UPR para atender a la población estudiantil proveniente de los sectores más desventajados socioeconómicamente”, añadió la profesora de literatura comparada en el RUM.
Desde el 2008 hasta el 2013, el CUA se desarrolló solo en el Colegio. En septiembre del 2014, el Colectivo se extendió a otras cinco unidades de la UPR por sugerencia de la Fundación Francisco Carvajal –que financió el CUA en el RUM– y el apoyo de la Oficina de Presidencia, en vías de replicar el proyecto en Bayamón, Carolina, Cayey, Humacao y Río Piedras.
A un año de esa extensión, los hallazgos son similares a los de Mayagüez:
- Menos del 1% de los estudiantes de las escuelas superiores Miguel de Cervantes Saavedra y Tomás C. Ongay fueron admitidos para cursar estudios en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Bayamón entre el 2010 y el 2014. Lo curioso es que los planteles están en la misma cuadra que la universidad.*
- En esos mismos años (2010-2014), la UPR en Carolina solo admitió 11 estudiantes provenientes de residenciales, pero en ese municipio ubican 15 unidades de vivienda pública.*
- En la UPR en Cayey solo hay un estudiante matriculado que vive en alguno de los siete residenciales de ese municipio. Desde el 2009 hasta el 2014 han sido tres estudiantes en total, incluyendo el que está matriculado.*
- Al este de la Isla, de los 64 estudiantes de duodécimo grado de la Escuela Superior Germán Rieckehoff en Vieques, solo nueve solicitaron a la UPR en Humacao. Al final, cinco fueron aceptados.*
- En el Recinto de Río Piedras, un 36% de los estudiantes de escuela pública que entraron en el 2009 se graduaron al quinto año de estudios (2013-2014), a diferencia del 55% de los estudiantes provenientes de escuela privada.*
*Fuente: Segundo Informe de Progreso, CUA-UPR
Un proyecto bilineal: investigación y acción participativa
El Colectivo traza dos líneas de trabajo, bajo un enfoque de investigación-acción participativa.
Por un lado, estudiantes y profesores investigan las políticas de solicitud y las tasas de admisión, retención, persistencia y graduación a nivel de unidad y en todos los recintos de la UPR. También investigan las particularidades socioeconómicas de las comunidades desventajadas que participan del CUA.
Por el otro, se desarrollan iniciativas de alcance en las comunidades aledañas a los campus para ofrecer apoyo educativo a los jóvenes participantes del proyecto en vías de aumentar el acceso a la UPR.
Las actividades pueden comprender desde tutorías y asistencia en las asignaciones, hasta orientaciones sobre la vida universitaria y eventos recreacionales y deportivos durante el semestre y verano. El propósito, a fin de cuentas, es incentivar en los estudiantes la continuación de estudios postsecundarios.
“El CUA es predominantemente de estudiantes. Los docentes que participan fungen como coordinadores y facilitadores de las actividades que en su mayoría llevan a cabo estudiantes. Los componentes de alcance, en su totalidad, son manejados por universitarios”, destacó Rolón Collazo.
La catedrática agregó que “el estudiante que participa (en el CUA) se transforma en el proceso y nosotros nos transformamos también. Así que es como una especie de universidad paralela, que está operando dentro de la universidad pero que al mismo tiempo está rompiendo con esa idea de la universidad como un espacio cerrado al entorno y a la comunidad”.
El Segundo Informe de Progreso, que produjo el CUA a finales del semestre pasado, detalla que, incluyendo los estimados de participantes en verano, el proyecto había impactado alrededor de 260 estudiantes de escuelas intermedias y superiores públicas, con la ayuda de sobre 65 estudiantes de bachillerato, cuatro estudiantes graduados, profesores y voluntarios.
La fase de expansión: ¿Qué pasará con los 13,000?
Con la extensión del CUA a otras cinco unidades también llegaron las preguntas, y en mayor escala. Una que está recientemente en la cabeza de los miembros del Colectivo es el perfil socioeconómico de los cerca de 13,000 estudiantes que entraron a la UPR este año, plateada al inicio de este artículo.
Según Rolón Collazo, actualmente no solo los sectores desventajados aspiran a la universidad estatal para buscar opciones y alternativas en sus vidas, sino que al tope del espectro socioeconómico del País le es cada vez más difícil estudiar en el exterior.
“La UPR tiene un compromiso de servicio con todos los sectores socioeconómicos, pero ¿está atendiendo de manera cautelosa y sensible aquellos más desventajados? ¿Responde a la heterogeneidad de nuestro espectro socioeconómico? Ahí es donde tenemos que trabajar, y ese es el campo de acción de este proyecto”, indicó.
Siguiendo los hallazgos del informe, en un periodo de 12 años (desde el 1999 hasta el 2011) la tasa de retención a nivel sistema –es decir, la cantidad de universitarios que permanecieron en la UPR luego de su primer año de estudios– tuvo su punto más bajo en el año académico 2010-2011 (78.4%) y su pico en el año académico 2013-2013 (83.2%). Estos números no toman en consideración la escuela de procedencia del estudiante; es decir, si viene del sistema público o privado.
Mientras, entre los 12 años separan al 1994 del 2006, la tasa de graduación a nivel sistema –el por ciento de estudiantes que se gradúan en o antes de su quinto año de estudios– tocó fondo en el año académico 2003-2004 con un 35.5%, luego de que un año académico antes (2002-2003) tuviera su punto más alto, 45.2%. Esta estadística ignora, al igual que la anterior, el trasfondo educativo del estudiante.
Mas, ¿están los estudiantes de sectores socioeconómicamente desventajados representados en esos números?
“La UPR no es para mí”: una decisión impuesta
En su experiencia primero como miembro del CUA –y ahora como coordinadora general– Rolón Collazo relató que los jóvenes provenientes de sectores socioeconómicamente desventajados reconocen a la UPR como la mejor universidad del País, pero no necesariamente se sienten convocados a estudiar en ella, pues tienen “una apreciación de la UPR como utopía, como un lugar inalcanzable”.
Frases como “la UPR no es para mí”, “yo no doy el grado para la UPR” o “los orientadores no me dieron la solicitud porque entendieron que yo no era material para la UPR”, son testimonios que se repiten, como anécdota generalizada, en los seis campus de la universidad que opera el CUA, apuntó.
“Lo terrible de los hallazgos en el CUA del RUM y lo que estamos encontrando en los cinco recintos es que hay una correlación, casi como un destino: si tú vienes de ciertos sectores socioeconómicos, la universidad no es para ti. Eso es un problema estructural. Esa decisión no está siendo tomada por las personas, está siendo tomada por las instituciones. Y eso es lo que estamos tratando de combatir y de contrastar”, expresó Rolón Collazo.
“Queremos que las personas de todos los sectores socioeconómicos tengan esa opción, tengan aspiraciones universitarias. (El joven) entiende que la universidad es una alternativa, entiende que estadísticamente hablando y numéricamente hablando le garantiza mejores condiciones de vida todavía, pese a todos los peros que pudiésemos poner en la ecuación y a la crisis que pudiéramos enumerar”, propuso.
El porvenir del CUA
¿Por qué la importancia para la UPR de un proyecto como el Colectivo, y más aún, que se extienda a otras unidades? Quizás valga la pena ver los resultados de Mayagüez.
Rolón Collazo explicó que en el RUM, el CUA atendió por los primeros seis años unos 83 estudiantes de escuela superior. Los datos, recopilados hasta el año académico 2013-2014, evidencian que los 83 participantes del proyecto completaron el cuarto año, y de esos, un 93% (77 jóvenes) solicitó a estudios postsecundarios.
Más aún, de esos 77 jóvenes, el 75% (58 alumnos) solicitó a alguna universidad, y el 25% (19 alumnos) a algún instituto. Y de esos que solicitaron a la universidad, un 55% (32 alumnos) lo hicieron al RUM.
“Ese número, el 55%, es el mismo número de estudiantes de escuelas públicas que para ese año académico 2013-2014 solicitaron a la UPR. Es decir, nuestra población igualó las admisiones a nivel sistema de las escuelas públicas. Pero más importante aún, el 88% de ese 55% entraron al RUM. O sea, que hemos tenido en un periodo de seis años esa cantidad de gente que ha participado del proyecto, ha concluido la escuela y en las que el CUA ha tenido un impacto en que decidan ir a la universidad, que decidan ir especialmente a la UPR y en particular al RUM”, celebró Rolón Collazo.
Hoy, en su tercer semestre operando en los otros cinco recintos, el CUA busca replicar esas estadísticas.
Para alcanzar esto, en la agenda de la coordinadora general figura continuar el desarrollo de los proyectos de alcance del CUA en las comunidades, utilizar los hallazgos de las investigaciones para recomendar cambios a nivel sistémico y a nivel de unidad, e identificar y someter propuestas de financiamiento en vías de hacer autosuficiente el proyecto en términos económicos.
De las recomendaciones a nivel sistémico, el informe adelanta tres: la revisión de la Solicitud de Admisión Única, el diseño de una base de datos longitudinal y el diseño y ejecución de un Plan Integral de Apoyo Académico y Mentoría Estudiantil (PIAAME).
Respecto a la revisión de la solicitud, Rolón Collazo sugirió añadir dos campos en los futuros ciclos de admisión: uno en el que el estudiante indique los factores que lo asistieron en el proceso de pensar en la universidad, y otro donde se detalle de manera específica el lugar de residencia en un pop up menu.
La incorporación de estos cambios permitirían identificar con mayor precisión una población estudiantil proveniente de comunidades socioeconómicamente desventajas en todos las unidades de la UPR, sostuvo la coordinadora.
El diseño de la base de datos longitudinal, por su parte, buscaría el seguimiento y acompañamiento a cada estudiante hasta que logre graduarse. En el proceso, se proveería apoyo académico, participación en investigaciones y tareas co- y extracurriculares, y el desarrollo de una política institucional que permita mantener la base de datos actualizada para responder a los hallazgos en cada unidad.
El PIAAME, a su vez, sería una estrategia personalizada desde el momento de admisión a la UPR, que incluiría un curso en verano previo el comienzo del primer semestre de estudios para afinar técnicas de investigación, lectura, redacción y presentaciones orales, destrezas en matemáticas e inglés, manejo del tiempo y hábitos de estudio. El programa también brindaría apoyo académico en cursos de alta dificultad.
A largo plazo, el CUA buscará establecerse en las unidades de Arecibo, Aguadilla, Ponce y Utuado. Mientras, se enfocará en propuestas de financiamiento externas a la UPR en aras de solidificar el proyecto e independizarlo económicamente de la institución, en momentos donde su fórmula presupuestaria está congelada.
“Mi planteamiento es que este es uno de esos proyectos que refleja a la UPR su razón de ser, pero sobre todo en el que se puede hacer una contribución de manera contundente al bienestar del País en términos generales. Si nosotros logramos que esos sectores que por lo general quedan fuera de las escuelas, fuera de la universidad, fuera de las posibilidades de graduarse y de tener una profesión con un potencial de mayor poder adquisitivo, aspiren a la universidad, realmente es clave para echar a Puerto Rico hacia delante”, puntualizó Rolón Collazo.