Fue un día de agosto de 1976, en un corre-corre violento en pleno campus de la IUPI de Río Piedras, que aquel chamaco que en la escuela superior apodaban “el gringo” empezó a trazar su ruta como uno de los fotógrafos más importantes de la patria puertorriqueña.
“Era la huelga del ’76, y había una actividad de protesta dentro del Recinto. De repente, se tiró este pelotón de la Policía, más agentes vestidos de civiles, con rotenes, con armas, encima de todos los que allí estaban”, comenzó a recordar el ojo de lente más insigne que tiene la Universidad de Puerto Rico.
“No fue como en los conflictos recientes en la Universidad, que venían avisando el abuso con el megáfono, aquí el abuso llegaba directo hacia los estudiantes, los profesores, los no docentes, el que cogieran. Era a mansalva. Y pues, yo estaba tirando fotos, cubriendo como fotoperiodista. Se me fueron detrás corriendo, y en el piso me dieron macanazos. Me rajaron la cabeza. Tengo la foto, con la cabeza rajada y ensangrentada, que me la tomó el colega Gary Williams. Tremendo día aquel”, dijo.
Se trata de Ricardo Alcaraz Díaz Suárez Alfaro. Él mismo te dice esto “para que apuntes el nombre entero”. Es un tipo que durante las pasadas tres décadas se ha dedicado a plasmar la historia de la Universidad de Puerto Rico en fotografía. No, no, mejor dicho, es un tipo que durante las pasadas tres décadas se ha dedicado a plasmar la historia de Puerto Rico mediante su fotoperiodismo. Bueno, pero para instancias de este artículo, le diremos Alcaraz, ya que el nombre que nos dijo es muy largo y el término que realmente le corresponde – Maestro Jedi del fotoperiodismo nacional – es muy chango para algo tan serio como un intento de narrar su bitácora.
“Yo digo que yo entré a la fotografía de carambola”, se atrevió a decir Alcaraz, con la sonrisa que siempre tilda su rostro más radiante que nunca. Suelta una de las carcajadas esas de él, y prosigue.
“Un día del verano del ‘74, yo iba caminando a tomar una clase de dibujo en el Departamento de Bellas Artes con un profesor que se llama John Balossi. Bellas Artes era antes cerca de Estudios Generales, y, de casualidad me encuentro con Félix Colón, un muchacho que en ese entonces era el director del periódico Poder Estudiantil. Yo lo conocía, además de que tenía varios amigos trabajando en Poder Estudiantil y yo también militaba en la FUPI (Federación Universitaria Pro Independencia). Le digo que estoy tomando ese curso, y sin pensarlo me reclutó como diseñador para Poder Estudiantil, pues ese espacio había quedado vacío ya que el muchacho que estaba se había ido”, agregó.
“Yo no le di mucho casco a eso, pero un día ese mismo verano recibí una llamada invitándome a una reunión. Me dice: ‘Tú que eres experto en arte y diseño, para que te unas a nosotros’. Jajajaja… ¡Y yo solamente había tomado una clase de dibujo!”, rememoró Alcaraz.
Claro, para él pesaban en ese entonces más las inclinaciones sociopolíticas que las fotoperiodísticas. Había una conciencia clara formada. Para entender esto hay que montarse en una máquina del tiempo. Alcaraz nació en El Viejo San Juan, en el antiguo hospital del Fort Brooks, pero a los ocho meses de edad, hijo de militar al fin, se mudó a una base en París, y luego a una llamada Fort Totten en Nueva York. Regresó a vivir en Puerto Rico cuando entraba a séptimo grado, molesto con la decisión, pero aceptando la realidad. Había abandonado todo por mudarse a Borinquen, “incluyendo a mi mejor amigo, Kenny Lee”.
“Kenny era negro y yo puertorriqueño, y experimentamos muchas cosas de racismo en Nueva York. Siempre estábamos rodeados de blancos estadounidenses, que lo trataban muy mal a él. Eso me llenaba de ira”, señaló.
En Nueva York, recordó, fue su primer encuentro con la fotografía, “con revistas como Life y Look”, aunque Panamá “fue una gran experiencia visual. Vivía cerca de la jungla, veía monos y culebras y gallinas de palo en los árboles. Veía animales raros, como perezosos y armadillos. Hasta arena movediza había cerca de la base. Visualmente fue impresionante, más uno siendo un niño”.
Las revistas de fotografías ayudaron a sensibilizar su desarrollo humano, pues “veía reportajes, me devoraba las revistas”. Recuerda ver una vez un reportaje en la revista Life en la que “contaban la historia de una nena tan y tan y tan pobre que decía que su primer regalo de Navidad había sido un china. ¡Una fruta! Eso me marcó mucho de niño”.
Con este bagaje mental llegó Alcaraz a Puerto Rico, en plena adolescencia, conciencia en proceso de forjación, influenciado por muchas cosas. Su madre era independentista, su tío era Abelardo Díaz Alfaro y su tía estaba casada con Gilberto Concepción De Gracia. Pero, vamos, que la vida que uno vive es la de uno, la de más nadie. Por eso, relató Alcaraz, su proceso de adaptación “fue extremadamente difícil, mucho más que el de mis hermanos, pues el mayor ya sabía español bien, por un curso que había tomado y el menor era pequeño, y se le hizo más fácil”.
“Fueron un par de años duros, hasta la escuela superior, pero lo logré gracias a la aceptación de mis amigos. En un momento dado la música me ayudó. Yo era muy reacio con la música, porque la mayoría de la gente en la escuela eran cocolos, y yo era roquero, criado con los Beach Boys y los Rolling Stones. Además, aceptar la salsa era aceptar a Puerto Rico y yo tenía una resistencia con eso”, resaltó, indicando que “todo cambió cuando compré los disco de Cheo Feliciano, ‘Cheo’, y el de Héctor Lavoe y Willie Colón, ‘El Juicio’. Eso me abrió las puertas a aceptar mi cultura puertorriqueña, y a aceptarme a mí mismo, más que nada”, recordó.
También lo ayudó a completar su integración con el corillo de la escuela Juan José Osuna, de Hato Rey, y por ende, con alguna perspectiva sociopolítica. El panita fuerte de Alcaraz, Alfonso Rivera, ya militaba en la Federación Estudiantil Pro Independencia (FEPI), a la cual también pertenecieron otros estudiantes, como los periodistas Peri y Manolo Coss y los actores Eugenio y René Monclova, entre otros. Y ya cuando entró a la ‘IUPI’, pues “todo ese sentimiento por Puerto Rico empezó a florecer”.
“Empecé con Poder Estudiantil y en ese entonces había una necesidad con la cobertura periodística, pues recuerda, que sucedían cosas pero no todo el tiempo los fotoperiodistas estaban disponibles. No había celulares para llamarlos o para tomar fotos. Entonces, había una amiga que estaba vendiendo una cámara en $35 y el colectivo decidió comprarla, para entrenar a los redactores y entrenarme a mí a usarla. Y esa fue la cámara que empecé a usar”, expresó Alcaraz.
Eran momentos tensos en la sociedad puertorriqueña, especialmente en la comunidad universitaria. Eran los setenta: el primer cuatrienio de Carlos Romero Barceló; la huelga universitaria en el ’73; la huelga universitaria en el ’76; las huelgas obreras; Vieques; Culebra; Carlitos y Arnaldo Darío asesinados en el cerro Maravilla; Antonia asesinada en Río Piedras; Bombazos en la Impresora Nacional y tiroteos al periódico Claridad. En fin… tremendo momento para empezar como fotoperiodista.
“Esas huelgas fueron intensas, pero yo te digo… estas de los últimos años fueron para mí más fuerte”, expresó Alcaraz.
Aguanta la lancha, que vamos pa’ Cataño. Hay que explicar una cosa. Si bien es cierto que esa década del setenta fue la que rompió el himen fotoperiodístico de Alcaraz, cabe señalar que en los ochenta se pulió trabajando en Claridad y en 1987 empezó en Diálogo, un novel proyecto que Peri Coss desarrollaba junto a David Ortiz Angleró, “que comenzó en principio en una oficina que David tenía arriba de Mastro Pizza”, antes de pasar a unas oficinas de madera cerca de la entrada del Jardín Botánico.
“¿Qué te puedo decir de Diálogo? Mi vida, esa es mi vida durante estos pasados 30 años”, sonrió Alcaraz.
Bien, entonces, brinquemos a las huelgas del Siglo XXI, esas que le conmueven a Alcaraz.
“Es que fueron bien fuertes los momentos que se vivieron allí. Tú mismo cogiste pepper spray conmigo. Los mismos periodistas de Diálogo fueron agredidos, los mismos periodistas estudiantes en formación la sufrieron. Fue bien fuerte también para nosotros, los más viejos. Estamos hablando de que esa es nuestra universidad también, nuestros estudiantes, nuestros profesores, nuestra comunidad universitaria. En ese contexto, viéndolo desde acá, pues fue bien, bien fuerte para mí, porque recuerda, en los setenta yo era más un estudiante militante, acá me tocaba ver esto un poco despegado. Pero es difícil despegarse de la Universidad”, puntualizó.
Y aquí lo tumbamos, aunque necesitaríamos décadas para diseminar el resto de las palabras con luz que despepitó este Maestro Jedi del fotoperiodismo. Fue más, mucho más lo que habló Alcaraz sobre la Universidad. Esa es la Universidad de Ricardo Alcaraz Díaz Suárez Alfaro. Esa es la Universidad mía, la de usted, la del puertorriqueño o puertorriqueña que lea esto. Y allí él sigue. El próximo miércoles, de hecho, en la Sala Red Graduada de la Biblioteca Lázaro de su querida ‘IUPI’, Alcaraz celebra la apertura de una exposición en la que se podrán ver varios de los trabajos fotoperiodísticos que ha elaborado durante su carrera, especialmente en el contexto de las artes, la música y la cultura.
Acá les brindamos un vídeo que explica cómo irá la cosa ese día. Vayan y vean el trabajo de uno de los más importantes fotoperiodistas de la historia de Puerto Rico. Vayan, que la Universidad de Alcaraz siempre anda con los brazos abiertos.