La sabiduría popular tiene un caudal inagotable de frases y metáforas para ilustrar algo que, de tan sencillo, pasamos por alto y hemos convertido en lugar común, en consigna vacía. Aún así sobran los ejemplos de que no mentimos, ni decimos palabras huecas, cuando insistimos en eso de que “en la unión está la fuerza”. Más allá del ego, y mucho más allá de las circunstancias.
Sobre ese credo se construye la gestión de la periodista argentina Marina Walker Guevara, hoy radicada en Washington D.C.. Es subdirectora del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos y ha sido fundamental en la creación de redes colaborativas de periodistas alrededor del mundo que, convencidos de que así como muchos esquemas de corrupción y fraude a todo nivel se tejen a través de redes internacionales invisibles y difusas, es esencial que se construyan redes similares en materia de investigación para poder entenderlas y denunciarlas.
Por ejemplo, la investigación “Offshore Leaks”, que fue codirigida por Walker Guevara y marcó un hito en la historia del periodismo mundial, conllevó dos años de estudio y análisis de la filtración de 2.5 millones de archivos secretos sobre paraísos fiscales. Más de 115 periodistas de alrededor de 60 países estuvieron involucrados. Y si una cosa quedó clara a partir de un esfuerzo como este es que el periodismo conserva cierta fuerza. “Puedes parar una historia en un país pero no puedes pararla en todo el mundo”, al decir de Walker Guevara.
Ella cree en este tipo de historias, en investigaciones colectivas que buscan un impacto y dejan atrás la era de la gran exclusiva para cambiarla por la era de las historias globales. A veces, a mayor anonimato, mayores efectos. La meta es una sola, que tengan consecuencias y que en el mejor de los casos, la verdad sirva de algo. Sobre eso viene a hablar a San Juan , como invitada del Centro de Periodismo Investigativo (CPI) al Primer Encuentro Caribeño de Periodismo Investigativo, un intento de establecer redes regionales que fortalezcan el trabajo de periodistas investigativos en el Caribe y que permitan además establecer las conexiones necesarias para entender la zona en toda su diversidad y complejidad.
“Me parece una excelente iniciativa. Les dará plataforma y soporte a periodistas que pueden estar muy aislados, que viven en lugares que les dan opacidad y ese aislamiento se transforma en presión por parte de grupos de poder que presionan porque pueden. Para estos periodistas saber que no están solos y que hay otros que tienen las mismas ambiciones y las mismas necesidades es fundamental. Y si además, esa red se conecta con una red más global, las posibilidades del periodismo caribeño son ilimitadas y se lo tienen que creer. No solamente las cosas que pasan aquí los afectan, sino que afectan al mundo entero y necesitamos de esos sabuesos caribeños que vayan tras el rendimiento de cuentas, y que sepan que hay una red que garantiza su trabajo y que va a ayudarles a publicar en otros lugares del mundo si ellos no pueden publicar en sus propios países”, afirmó Walker Guevara en una entrevista telefónica previo a su llegada.
Tiene su acento argentino intacto, habla con claridad y arrojo, aunque se nota que hace mucho piensa también en inglés, sobre todo cuando una idea o una palabra llega primero en ese idioma. Escucharla hablar hace pensar en un periodismo verdaderamente global que requiere ese tipo de aperturas, ese tipo de modos de filtrar la información. En fin, entender que también el idioma es el primer gran filtro para el conocimiento de cualquier cultura, algo que ha sido fundamental en las redes colaborativas que ha establecido y que son el resultado de una carrera extensa.
Walker Guevara ha ejercido el periodismo desde una media docena de países y sus investigaciones han ganado y compartido más de 20 premios nacionales e internacionales, entre los cuales destacan el Investigative Reporters and Editors (IRE), Overseas Press Club, la Sociedad de Periodistas Profesionales y la Comisión Europea.
Algunos de los temas que más le han ocupado lo son el deterioro ambiental a causa de las empresas mineras, la economía mundial en paraísos fiscales y la mafia de cigarrillos en la Triple Frontera de América del Sur, entre otros. Sus relatos han aparecido en medios internacionales como The Miami Herald, The Washington Post, Le Monde y la BBC. Se graduó de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza, Argentina, con una licenciatura en ciencias de la comunicación, y obtuvo una maestría en periodismo de la Universidad de Missouri. Y en los Estados Unidos continuó una carrera que no tiene fecha de expiración.
CPI: Llega a San Juan como invitada del Centro de Periodismo Investigativo, una institución que encuentra homólogos alrededor del mundo y que busca potenciar lo que por distintos motivos los medios tradicionales han dejado de apoyar con la misma fuerza. ¿Quedará el periodismo investigativo contenido en este tipo de estructuras?
MWG: A ver, yo creo que no será el único, pero es un ámbito de una enorme promesa. Este tipo de espacios han crecido vertiginosamente en los últimos años, ante la declinación de los medios en espacios tradicionales. Están llenos de gente que tiene muchísima pasión; muchos se han quedado sin sus espacios de investigación y crean desde cero un empuje y unas ganas de que funcione. También un reconocimiento de que tienen que perfeccionarse, entrenarse para ser los contralores del poder. Eso es maravilloso, ver que en estas pequeñas células sin fines de lucro, compuestas por periodistas de grandes ideales y a veces sin muchas herramientas, logran hacer grandes investigaciones. Hay ejemplos, como el centro de Filipinas, CIPER en Chile, hay ejemplos en Perú, en los Estados Unidos… Ahí se están viendo las investigaciones más osadas. Es un espacio de promesa, de profesionalismo y un espacio de colaboración también porque no es la competencia descarnada, nos damos cuenta de que nadie tiene todos los recursos y hay más apertura para trabajar colaborativamente y de manera transnacional.
Son los fuertes de batalla donde los periodistas están un poco refugiados, luego van y pelean y publican y muchas veces publican en el mismo ámbito tradicional. Se está dando una competencia muy interesante y les están haciendo repensar sus estrategias a los medios tradicionales, muchos de los cuales están revitalizando sus unidades de datos y de investigación.
CPI: Básicamente es pensar que si el mundo está cada vez más interconectado, es cada vez más pequeño como tanto se ha predicado a partir de la idea de la globalización, ¿por qué no hacer lo mismo con el periodismo?
MWG: Se trata de ajustarse a un nuevo tamaño. Nos han ganado otras profesiones. Los economistas se dieron cuenta hace mucho tiempo, hasta los organismos de seguridad de los gobiernos, y mal que mal, los criminales se han dado cuenta hace mucho tiempo que el mundo es pequeño y que trabajando en redes podemos ser más efectivos. El modelo del lobo estepario nos ha hecho quedar un poco atrás, pensando en esa ventaja de la primicia. Pero superando esa etapa vemos los resultados concretos, sabemos cómo las historias se transforman y se convierten en mejores historias cuando uno se apoya en colegas de otra región. Por ejemplo, en el caso del flujo del dinero, no se puede seguir desde un solo sistema bancario en un país.
Por eso se va a lugares oscuros y opacos y ese follow the money es posible al traspasar nuestras propias barreras territoriales y geográficas. Ya están los recursos, hay redes que están organizadas con la mentalidad de ayudar a otros. Está la tecnología, estamos en la mejor etapa para hacer las historias que siempre quisimos hacer y por limitaciones de ese tipo no fue posible. Con una red se puede parar una historia en un país, pero no en todo el mundo. Pasó así con la investigación China Leaks que demostró cómo los parientes de los principales líderes chinos tenían cuentas offshore, amparándose en las herramientas más dudosas del capitalismo mientras defendían todo lo contrario. Nuestros aliados locales fueron censurados previo a nuestra publicación, bajo amenaza de graves consecuencias que en China puede ser cualquier cosa, incluida la muerte. Pero a la misma vez más de una docena de medios internacionales en una docena de idiomas mantuvieron la historia viva, hasta que el sistema de censura Chino se siguió extendiendo en todos los países. Pero ya la gente la tenía en pdfs que se pasaban. Fue un río que se derramó y que demostró cómo la colaboración protege y blinda las historias.
CPI: Se ha dicho muchas veces que todo periodismo es por naturaleza investigativo. ¿Coincide con esa máxima o establece una distinción?
MWG: Yo hago la distinción. Aunque claro, sí, todo periodismo siempre requiere hacer research y contrastar fuentes, están ahí los principios básicos pero en el periodismo de investigación estamos tratando de descubrir, de destapar algo que no está bien. No estamos tratando de buscar algo que está bien para demostrar lo bien que está.
Hay que ser bastante claros en este punto. Se trata de sistemáticamente revelar los abusos de poder, los abusos económicos, la corrupción y otras formas de criminalidad. Además en el periodismo de investigación se busca cambiar algo, eso nos mueve, con lo cual no estamos diciendo que somos activistas. En el ICIJ (International Consortium of Investigative Journalists) cuando nos planteamos una investigación, nos preguntamos si podemos obtener un resultado, si algo puede cambiar, porque si no, sería hacer periodismo por vanidad, para escribir bonito y largo y eso no es. Creo que también con la proliferación de premios hay mucho de eso, los jurados valoran la presentación, las visualizaciones y lo lindo que se cuenta la historia pero debe tenerse en cuenta lo que revela una historia y qué cambia en la sociedad. En ese sentido el periodismo de investigación es un poco diferente y requiere más tiempo, que también es otra cosa que los dueños de medios tienen que entender, es periodismo lento y aunque les duela a sus oídos, así es. Si no, se corren muchos riesgos de cometer errores, de ser injustos.
Y también, tener en cuenta que confundimos periodismo de investigación con reportear sobre las investigaciones del gobierno. Cuando en realidad lo que estamos haciendo es escribiendo sobre la investigación de un ente oficial y privado. El periodismo de investigación tiene que ser original, propio, yo tengo que descubrir, encontrar algo, una veta, un ángulo, un hecho que no se había revelado antes, unir los puntos porque encontré el dato, el documento.
CPI: Usted ha comentado que piensa en el pragmatismo que puede requerir una investigación, sin dejar de lado el aspecto narrativo. ¿Se puede ser un buen periodista investigativo sin saber contar bien una historia?
MWG: Cuando solamente se hacen cosas que no tienen demasiado impacto, suele ser porque estamos pensando en nosotros mismos y en lo bien que escribimos por encima del lector. La narración es fundamental y no es igual en todas las historias, habrá algunas que se prestarán más para esa tradición latinoamericana del periodismo narrativo, esa vivencia que hace que uno sienta que está en el lugar, con los personajes. Sí hay una gran utilidad de las visualizaciones pero hay que preguntarnos si las hacemos para que se vean bonitas o para que la gente sienta una diferencia en su conocimiento, en su vida, si los va a informar. Es pensar en el periodismo últil versus el periodismo de vanidad. ¿A quién tenemos en mente, a la comunidad o a nuestros colegas o los jurados de un premio o a nosotros mismos? Sí hay que poner recursos en contar la historia, en esforzarse en la narración, pero teniendo en mente al lector y haciendo las cosas por el lector.
CPI: En sus inicios fueron importantes para usted los mentores con los que trabajó, sin embargo, hoy día muchos periodistas jóvenes se encuentran huérfanos de mentores porque cada vez pareciera que la experiencia pierde valor en las redacciones. ¿Cuál es el gran peligro de que desaparezca el proceso de mentoría?
MWG: Sí, es un proceso que es muy triste. Los que hemos tenido buenos mentores, los que nos han alentado, sabemos el valor que eso tiene. Lo que diría es que no desanimen y que los mentores no los van a encontrar solamente en el espacio de trabajo más tradicional. Los mentores existen y está en estas generaciones el abrirse a buscarlos en nuevos espacios, que aprovechen y vayan a las charlas y que le hablen a esos periodistas de la historia que están trabajando. No traten de impresionarlos con cosas, sino háblenles desde el corazón y desde la realidad que están viviendo. Estas son relaciones que pueden durar una vida… Diría que cambien la mentalidad, si no encuentro un mentor en mi redacción qué tal esta conferencia, qué tal otras oportunidades, hay cantidad de becas pero hay que tomarse el trabajo para estar en ese círculo y dar un paso adelante y salir de lo provinciano de la experiencia.
CPI: Quizás en este momento más que en cualquier otro en la historia, sobre todo por la tecnología, la brecha generacional entre alumnos y mentores es más profunda. ¿Cuál puede ser un punto de encuentro?
MWG: Si bien la generación nueva viene con este empuje, con el análisis, la data, la red social, que les permite funcionar más con el tema de la colaboración,yo creo que los valores y los pilares del periodismo de investigación tradicional permanecen. Todo lo que el acercamiento balanceado, el trabajo con fuentes, el trabajo en terreno, el tiempo que esa generación anterior se pasó en los escenarios reales donde pasan las cosas porque no tenían una computadora para estar pegados todo el día, todo eso tiene vigencia. Sobre todo el tiempo, los zapatos que se gastaron, las fuentes que cultivaron, eso es real. Muchas veces nos preguntan cómo logramos un filtraje. Y la respuesta es la misma: pasa porque hubo periodistas que gastaron tiempo con la fuente, tiempo en el terreno, tomándose los cafés, la cerveza, pateándola en los lugares donde pasan las cosas y no detrás de una computadora todo el tiempo. También está el tema de la importancia de la narración. Saber escribir bien es básico y en la época de Twitter vemos mucha limitación de lectura, los grandes periodistas del periodismo tradicional son voraces lectores y eso no pasa de la misma manera, esa cultura general del mundo que es tan importante, porque si estamos haciendo una investigación en la que encontrar la revelación depende de lo que tú ya sabes, por las lecturas que has hecho y tu conocimiento, si ellos no traen ese bagaje y no lo van creando, no podrán encontrar nada valioso porque no van a saber qué buscar. Vivimos en la era de la big data y el desafío es que tienes que saber qué buscar, porque si no, es como buscar una aguja en un pajar. Tienes que saber quiénes mueven los hilos del poder, porque cualquiera pone el nombre de un presidente en una base de datos. Pero, ¿quiénes financian los escándalos? Estas cosas las tienen que saber y es la ventaja que pueden tener sus mentores sobre ellos.
CPI: Usted celebra del periodismo estadounidense la insistencia en el llamado fact checking. ¿Lo echa de menos en el periodismo latinoamericano?
MWG: Yo pienso que sí, yo vengo de Latinoamérica y la verdad es que lo desconocía, lo más cercano era el corrector del periódico pero estaba dedicado a la ortografía pero no a que los datos fueran correctos. No era la misión del corrector verificar el reporteo y este nivel de contralor que existe acá. Es una figura que se pone del lado del lector y se pregunta si se sostiene o no, si el periodista ha sacado bien las cuentas. Ayuda a blindar bien la información para que no nos puedan atacar. Eso es súper importante y esa es la principal debilidad de un periodista de investigación: si te atacan porque cometiste errores en tu copia, estás abierto a todo. Esta figura del corrector es algo que debemos emular y nos va a ayudar a todos a dormir más tranquilos porque hasta el más detallista de los periodistas puede cometer un error.
CPI: Usted reivindica el factor humano y presencial en las investigaciones, el hecho de que no se trata únicamente de procesar una base de datos, sino que hay un elemento de la experiencia que sólo puede llegar desde una perspectiva humana y local. ¿Cómo cambia un análisis más frío al entrar en contacto con estas subjetividades que son tan importantes?
MWG: Eso es algo muy importante y fundamental que es una de las cosas que se convierten en deudas, porque estamos tan obsesionados con los datos que nos olvidamos de preguntarnos quiénes son las víctimas y las voces de las víctimas y de los victimarios. Esas miradas hacen las historias tanto más fuertes porque te dan sus perspectivas y sus motivaciones. Recientemente, lo vimos en la investigación del Banco Mundial y el desplazamiento de esos proyectos que han desplazado a personas alrededor del mundo. Esa investigación tenía una columna vertebral que era muy de data, de análisis pero pusimos mucho esfuerzo en enviar periodistas al terreno, a editores, videógrafos para pasar tiempo con las personas y escuchar sus historias. Sin ese factor humano, no habría sido nada, los datos no habrían convencido a nadie. Sin testimonios, no hay historia. La data es importante para el argumento y hay data que puede ser suficientemente atractiva pero siempre hemos tratado de encontrar la persona detrás.
CPI: Porque también están las variables que la data no representa.
MWG: Recuerdo una investigación que hice en Perú, en La Oroya, uno de los 10 lugares más contaminados del mundo y la historia era como blanco y negro según la data. Había una empresa que contaminaba, pero al llegar allá lo que la data no te decía era que el 70% de la población estaba empleada por esa empresa, y ¿cómo captas esa complejidad? La data no la capta y es lo que nos permite hacer esas historias más complejas, más precisas.
CPI: Sí, “los malos” de las historias también quieren dar su punto de vista.
MWG: En el ICIJ todas las personas tienen derecho a réplica, incluso personas que son fugitivas. Hemos hecho llegar cartas al fugitivo, al preso, al jefe mafioso, al que sea para que explique qué tenía en mente y cuando ellos hablan hemos tenido que, realmente, hacer cambios sustanciales porque lo que te dicen también tiene sentido.
CPI: Otro de los temas que han sido importantes en su gestión en el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos lo es la relación del periodista con los documentos públicos. Aquí en Puerto Rico, precisamente el CPI emprendió acción legal para exigir al gobierno que revele los nombres de los dueños de la deuda pública. ¿Qué hacer en situaciones como esta o yendo más allá en el caso de la información concerniente del sector privado?
MWG: En el tema del acceso a la información pública cuando existe una ley, usarla hasta las últimas consecuencias. Tenemos que ser mucho más persistentes y consistentes. Felicito al CPI porque es lo que debe ser, debemos prever esto en nuestros presupuestos y hacer uso de las leyes. Se debería hacer un estudio acerca de cuánto y cómo las estamos usando los periodistas. Por ejemplo, en el Banco Mundial está toda la información en línea pero no puedes encontrar historias. Ahora, si la pones en una base de datos, es posible encontrarlas. Hay que tener las distintas destrezas.
La información privada es un tema mucho más difícil y delicado. No siempre se puede acceder fácilmente, en algunos portales web sí. En Estados Unidos las empresas que cotizan en la bolsa presentan sus informes pero hay que saberlos usar, también saber utilizar los recursos que existen sobre empresas privadas en otros países donde grandes empresas tienen que dar información muy detallada acerca del dinero que mueven a través de un paraíso fiscal. Existen recursos. No se puede uno sentar a esperar que ocurra un filtraje.
CPI: Ocupa un puesto alto y de impacto internacional en el ICIJ. Ser mujer, ¿en algún sentido influencia su forma de manejar proyectos como los que dirije desde el Consorcio?
MWG: No quiero caer en el lugar común de decir que porque soy mujer tengo más sensibilidad para las relaciones personales pero creo que las mujeres sí tenemos una sensibilidad para mirar a la persona integralmente y eso es fundamental a la hora de armar equipos internacionales de colaboración. Se observan las destrezas, la personalidad, ese querer ser un team player, jugar por un equipo y por uno mismo. Hay una cierta inteligencia emocional que es fundamental para que estas colaboraciones funcionen. Y hasta ahora he dado una visión positiva de todo este esfuerzo, pero puedo contar historias de horror de gente que ha tratado de establecer colaboraciones y le ha ido mal. No han sabido elegir bien a las personas y establecer buenas reglas de juego. Pienso que ser mujer ayuda en ese sentido, porque las mujeres me parece que somos colaborativas y trabajamos en equipo y miramos a las personas más allá, como un todo.
Como parte de su visita a la Isla, Walker Guevara ofrecerá una clase magistral abierta al público titulada ¿Cómo hacer investigaciones que cruzan fronteras?, el viernes, 6 de noviembre a las 9:00 am en el hotel San Juan Marriott en el Condado, San Juan.
Este texto fue publicado originalmente por el Centro de Periodismo Investigativo.