De pequeño no estuve exento a jugar en liga “pamper”. Recuerdo que ya a los seis años mi madre me llevaba a jugar pelota al parque de la urbanización. Hubiera seguido jugando si no hubiera sido por que movieron las prácticas a un lugar que quedaba a 30 minutos de distancia. Por un lado, la pelota no era lo mío. Por el otro, mi madre tampoco apostaba a salir de la clase trabajadora mediante un contrato de $3 millones de dólares otorgado a su hijo por practicar un deporte que no entendía.
Luego de ver Peloteros, el documental de Ross Finkel, Trevor Martin y Jonathan Paley, durante el cuarto día del Primer Festival Internacional de Cine de Fine Arts, debo admitir que mi pensar sobre este deporte cambió un tanto.
Peloteros cuenta como los grandes clubes de las Ligas Mayores de Pelota (MLB) administran, escogen y fichan jóvenes dominicanos para que jueguen en los Estados Unidos. Todo esto a través de las historias de dos jugadores jóvenes: Miguel Ángel Sanó y Jean Carlos Batista.
El documental gira en torno a la pobreza que se vive en la Isla y lo que sus habitantes hacen para salir de ella. Pobreza que se hace muy obvia a lo largo del filme de 89 minutos de duración. La historia comienza dándonos estadísticas y un recuento histórico de la cantidad de dominicanos que juegan o han jugado en la MLB.
De ahí pasamos a ver cómo Jean Carlos Batista y Miguel Ángel Sanó luchan desde que tienen 15 años de edad para lograr ser fichados por un equipo profesional a cambió de más de un millón de dólares. Hay que poner en contesto que la fecha oficial de fichajes en la República Dominicana es el 2 de julio. Luego de esa fecha los jugadores deprecian.
A través de ambas historias podemos percibir el afán de sacar a la familia de la pobreza y mudarse a los Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida. Ambas historias causan tensión en el espectador al ver una realidad no tan común pero no ajena a la nuestra en Puerto Rico. Estos dos peloteros cargan en sus hombros la posibilidad de un bienestar estable para sus familias. A cambio, se percibe el sentimiento de solidaridad de la familia para con los peloteros. Casi así como si todos los miembros de la familia vieran en estos al salvador de todas sus penas.
Así que cuando algo se interrumpe con lograr este objetivo, todos se movilizan para quitar el obstáculo del medio. Esto en parte es muy conmovedor, sin embargo hay que poner en contexto que todos sus familiares quieren salir de la pobreza económica en la que se encuentran. Así que a medida que uno se adentra en el filme, se percibe cierto sentimiento de oportunismo por parte de los familiares. A todo esto hay que sumarle que de estos muchachos dependen los sueldos de los entrenadores, agentes y abogados.
Un punto importante de este filme, es que detalla todo el proceso que pasa un joven dominicano hasta llegar a las grandes ligas. De forma paralela, se muestran las historias de ambos chicos los directores resaltan el poder que pueden ejercer los equipos de pelota para escoger a sus prospectos jugadores. Desde investigaciones a profundidad sobre la identidad de los jóvenes hasta el regateo que tienen estos sobre los precios de los contratos con el fin de comprar al mejor jugador al precio mas bajo.
En el filme los jugadores luego que cumplen los 16 años, edad en que las grandes ligas los pueden reclutar, se empiezan a ver como mercancía. Así que comprando sus esperanzas de una mejor calidad de vida estos posponen fechas, arreglan y ponen trabas en las investigaciones de manera que al día del fichaje el jugador cueste menos. Esto, ya que mientras más pasa el tiempo los clubes tienen menos dinero para ofrecer; y segundo, por que según las reglas de la MLB a medida que pasa el tiempo el jugador deprecia.
El filme es uno crudo, en el que el espectador se identifica con las historias al tiempo que te invita a reflexionar respecto a hasta dónde queremos llegar en esta vida, hasta dónde somos capaces para alcanzarlo y, sobre todo, los obstáculos que uno podría encontrarse en el camino para llegar a él.
En cuanto a los valores de producción se refiere, Peloteros no tiene fallos que valgan la pena resaltar. Una que otra escena granulada pero dado a que es un documental no veo por que crucificar el mismo con puritanismo sobre la imagen.
La fotografía de Casey Beck es buena y resalta muy bien la cotidianidad en el país caribeño. Y las constantes tomas de los parque de pelota hace que el espectador se sumerja en el universo del filme. Y en cuestión de dirección y edición la película cumple con llevarte de la mano a través de todas las frustraciones y logros de los deportistas al tiempo que hace que los odies y los aprecies por su suerte.
El Primer Festival Internacional de Cine de Fine Arts se celebra en la Isla hasta el próximo miércoles, 3 de octubre de 2012. Para conocer más sobre el Festival, sinopsis de las películas y sus horarios, accede a www.festivaldecinefinearts.com