Se suponía que se hablara sobre la literatura minimalista, pero así, casi sin darse cuenta, el hilo conductor termino siendo un análsis acerca de los efectos que enfrenta la evolución tecnológica y social en las obras literarias.
La argentina Betina González, el mexicano Eloy Urroz y el puertorriqueño Alejandro Carpio, se encontraron para profundizar sobre las letras en el segundo día del Festival de la Palabra.
Para los escritores, la proliferación tecnológica ha resultado ser un elemento interesante dentro de un espacio donde se piensa a la literatura como algo más tradicional.
"Mi contacto con la tecnología, desde el punto de vista como escritor, es que básicamente yo escribo en la computadora y punto. Tengo un 'blog' y lo tengo muy descuidado. Yo no he entendido y ni le veo un futuro, quizás por romanticismo, pero no le veo futuro demasiado prometedor a la tecnología como medio de difusión de literatura", opinó Carpio.
Sin embargo, a pesar de que la escritora argentina tiene un 'blog,' el cual confesó estar 'bastante descuiddado', le sirve como ejercicio de brevedad.
"Yo creo que está bien como ese ejercicio de limitación. Pienso que quizás es como un entrenamiento para ser más eficaz", enunció.
De los tres panelistas, el que admitió tener una relación más lejana con la tecnología fue Urroy, quien en ese sentido dijo ser un 'cavernícola'.
"Realmente yo no tengo un blog. Nunca he leído un blog. Nunca he visto Twitter, no conozco los twitters y me niego a tener un celular. Y Facebook, me arrepiento profundamente de estar en Facebook. No se como quitarme de Facebook porque ahora tengo como mil amigos que no conozco. Todos son mis amigos y no sé quienes son mis amigos. Aparte yo acepto a todo el mundo. Yo uso la computadora como Alejandro para escribir mis novelas", comentó Urroy. En cambio, destacó que siempre escribe su poesía a mano.
El autor mexicano contó que su experiencia en la literatura surgió de su profesión como reseñista literario. "Yo creo que publiqué como 150 reseñas cada semana. Y hacía eso como a los 18 y 20 años de edad y coges oficio. Supogo que ahí ya no hay estos espacios y por tanto se buscan los 'blogs', supongo". expresó.
Dudoso el rol de los reseñistas
A Urroy le gustaría que hubiesen más reseñistas, más críticos literatios, más novelistas, más cuentistas y más lectores.
Especificamente, ese comentario sirvió para que los literatos discutieran el rol del reseñista y hasta qué punto les incomoda o no el que el encargado de analizar textos literarios tenga un bagaje profesional.
"No sé si todo el mundo reseñe. Yo creo que todo el mundo debería hacer su criterio. Creo que cualquier lector es un reseñista o un crítico potencial", explicó Urroy.
No obstante, éste señaló que le gustaría que hubiesen más espacios en los periódicos para las reseñas, al tiempo que resaltó tener una complicada relación con los críticos y reseñistas. Sin embargo, manifestó tener cierto tipo de incomodidad con el rol de los críticos.
"Siempre digo: ¿pero cómo es posible que este tipo se despache mi novela, o yo me despache su novela, de 500 páginas que me costó tres años de trabajo, de arduo trabajo porque yo sé el trabajo que implica ver un libro publicado, se despache la novela en una semana y finalmente diga que es una mierda?. No sé cual sería la mejor manera, tampoco sé si realmente si una novela es mala y debo callar mejor", añadió.
Por otro lado, Carpio tiene otra visión del rol del reseñista.
"Yo lo veo del otro lado. Yo creo que si alguien pagó los $12, se compró mi novela, se la leyó, y quiere hablar pestes de ella pues está en todo su derecho. Ya él pagó su boleto, pagó su taquilla y si no le gustó que lo diga", puntualizó.
González por su parte coincidió con Urroy al no cree en la profesión de un reseñista.
"Creo que es un lector, cualquier lector y como tal los que hay en los 'blogs' pueden ser tan buenos o mejores como los que salen en diarios. La cosa es encontrar aquel al que voz querés seguir", indicó.
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