Desde las trincheras del periodismo, que tomó a temprana edad, la joven aiboniteña Ana Teresa Toro ha realizado un apostolado profundo con la tarea de informar y, más recientemente, con el ejercicio de crear e imaginar en el ancho e inacabable mundo de la ficción. Este año publicó sus dos primeros libros, la novela Cartas al agua (La secta de los perros, 2015) y la compilación de algunas de sus crónicas y textos periodísticos, Las narices de los perros (Ediciones Callejón, 2015).
Con lo articulado de su hablar, su jovialidad y su evidente entrega por lo que hace, Ana Teresa se sentó a hablar en la sala de conferencias de Diálogo, donde algún día dio sus primeros pasos en esto del periodismo. Desde su más reciente publicación, hasta su próximo estreno como la profesora Toro en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP), la galardonada periodista habló, generosamente, con este diario.
Tras diez años en la plantilla regular del periódico El Nuevo Día, Ana Teresa ahora coquetea con el mundo del freelance, que es la tendencia que cada vez más domina en la realidad laboral del periodismo y las comunicaciones. Se le ve diversificada, emprendedora y, hasta con más ganas. Admite que este nuevo estilo de vida y trabajo es más cónsono con su personalidad y que le permite administrar el tiempo de otra manera, involucrándose más en sus proyectos y aspiraciones.
Diálogo: Ana Teresa, uno mira esto del libro de Las narices de los perros, y se cuestiona que siendo tan joven y habiendo publicado una novela en el verano de este año, ¿cómo llegaste a la idea de compilar tus trabajos periodísticos y muchas crónicas que vimos en El Nuevo Día, en un libro? ¿Por qué eso?
“Sé que estoy muy joven para estar haciendo antologías. Yo no veo esto como una antología, lo veo como una colección. Quería hacerlo por varias razones. A mí me importa mucho que los puertorriqueños tengamos palabras, ejemplos, herramientas, anécdotas, frases e historias que nos permitan explicarnos ante el mundo, que nos permitan explicar nuestra diferencia, nuestra ambigüedad política, mas no una ambigüedad de identidad. Creo que no tenemos un problema de identidad, tenemos un sistema político distinto a la norma. También, porque yo pienso que nosotros los periodistas tenemos la responsabilidad de participar activamente del debate intelectual. Y lo hacemos constantemente, pero desde lo efímero de nuestro trabajo. Entonces, creo que es responsabilidad de los periodistas que pongamos ya -con el reposo de unos cuantos años o unos cuantos meses- al servicio del País, las reflexiones que hemos logrado acumular con nuestro trabajo”.
En cuanto a eso, Toro es enfática en que el periodista debe asumirse como intelectual y participar activamente del análisis de los asuntos que a todos en el país conciernen. Por lo tanto, entiende que su libro es su aportación a la discusión que no termina.
Sobre el título del libro, Ana Teresa explicó que fue un debate muy cordial entre Elizardo Martínez, su editor, y don Edgardo Rodríguez Juliá, quien escribió el prólogo de su libro. Ambos editores le dieron a Ana Teresa la perspectiva de que lo que ella ha hecho en su trabajo periodístico es contar un todo desde algo simple, y que ese nombre recogía esa simplicidad. Sin embargo, se trató de una pluralidad de razones que luego ella fue viendo en el camino.
“También, el olfato periodístico creo que está ahí (en el título). Hay una cosa con la personalidad de los perros. Sabes que el perro es irritantemente noble, pero pienso que el periodista de alguna manera lo es también. El periodista debe partir desde unos sentimientos muy nobles de justicia pero también tiene que ir y (golpeando la mesa) joder para llegar a ello. Digamos que fueron como muchas razones que terminaron coincidiendo y que al final el título ha gustado mucho”.
En el texto, se incluye la entrevista que Ana Teresa le realizó al escritor puertorriqueño Eduardo Lalo. Trabajo que le mereció un premio por parte de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (ASPPRO). En el reportaje, Lalo se refiere a Puerto Rico como “el país de las palabras vacías”, una postura a la que Ana Teresa, ahora desde el umbral creativo como escritora, señaló como válida y con la que está de acuerdo.
Para ella, hay una misión que comparten los escritores y los periodistas: resignificar las palabras que han caído en desuso, un vacío o buscar nuevas formas de nombrar. Ejemplo de ese vacío son, según Toro, la crisis y la frase “Paz para Vieques”. La primera, porque sucede que se repite tanto que llega a un punto en el que la gente no la cree. Y el segundo caso, que a la Isla Nena no se le ha hecho justicia ambiental y de salud, y se utiliza como el eslogan implícito en las camisas del Che Guevara, que denota poco o ningún compromiso.
D: También, en la entrevista a Lalo, preguntaste cuál era su motivo para escribir ficción. Eso valida que ahora se te cuestione lo mismo, pues te has estrenado como novelista con Cartas al agua. ¿Cuál es tu motivo?
“Le tengo mucha fe a la ficción desde el punto de vista de la compañía, de la empatía, pero si te fuera a decir, yo tengo otro apostolado con el tema de la ficción. Creo que va vinculado a las razones por las que escribo, pero yo creo en la ficción por una cosa absolutamente científica: la ficción es indispensable para la evolución humana. Nosotros consumimos ficción y lo que experimentamos a partir de esa ficción son emociones reales. Nosotros lloramos en el cine, nos conmueve el personaje de un libro. Todo el mundo sabe que los unicornios y Anna Karenina existen en los confines de nuestra mente, nuestra memoria, en nuestras construcciones artísticas y culturales, pero existen porque podemos nombrarlos, podemos imaginarlos y tienen efectos en nosotros. Todo el mundo se puede imaginar a Don Quijote, que aunque es un personaje ficticio, produce unas emociones reales, un entendimiento de la locura, un miedo a la vejez y unas penas muy profundas sobre la maldad humana. Entonces, escribir para la empatía en primer lugar. Escribir para acompañar. Creo que cuando escribo lo hago para acompañar a alguien”.
No obstante, dejó claro que hay una satisfacción en eso. Ana Teresa ha descubierto que mientras escribe contesta preguntas que tenía, pero no había logrado formularse. Lo que se convierte, cuenta, en “un gran lago en el que te puedes mirar a ti misma y que es muy sanador”. Y sanador porque, si se toma en cuenta que el proceso de escribir su novela se dio en medio del luto, escribir fue para ella su ventana de escape, pero, sobre todo, su antídoto.
De hacer periodismo y El Nuevo Día
Toro, que le tiene alta estima a la redacción del periódico El Nuevo Día, está convencida de que su paso por esa imponente empresa (GFR Media) fue de un vasto aprendizaje y enriquecimiento profesional. Además, al entrar, se topó con, lo que llama, “el último aletazo del periodismo de antes”.
“En el momento en que yo entro (2004), quedaba una estela de lo que era el periodismo de antes. No había explotado el periodismo como lo conocemos ahora, ni el periodismo web. Ni hablar de redes sociales… Y yo creo que yo pertenezco a esa generación que combina el antes y el ahora. A mí me encantan las redes sociales, me encanta el periodismo web, me parece que es un espacio fascinante. Pero también disfruto el periódico abierto y grande, esa sábana que se ensucia de pan y café. Me gustan ambas cosas”.
En la plática reiteró su agradecimiento hacia esa empresa que le permitió tener acceso a grandes personalidades. Desde gobernadores hasta premios nobel, Ana Teresa lo ha visto casi todo, al menos desde el lado sosegado de la cobertura cultural. También, expresó que aprendió a valorar el arduo trabajo de los talentosos artistas gráficos de ese diario, cosa que le abrió los ojos a idear y pensar en sus proyectos no como meros textos, sino como paquetes completos para prendar a los lectores.
Estando en un medio tan grande, la también escritora destacó la importancia de que, como periodista, es imprescindible tener una agenda, de mostrar iniciativa y perfilar intereses. Sencillamente, que el periodismo es sinónimo de arrojo.
Aunque existen las opiniones de que trabajar en un medio grande es estar sometido a una estructura, Ana Teresa difiere.
“Cuando uno está claro que el jefe de uno es el lector y que uno simplemente trabaja en un espacio y utiliza esa plataforma lo mejor que puede para cumplirle al lector, pues trabaja con libertad. Creo que hay un ejercicio que es el filtro mental de repetirte todos los días para quién trabajas. Entonces, en ese sentido nunca me sentí no libre. Me sentía consciente de la estructura en la que estaba con esta mentalidad. La gente dice que si trabajas para un medio grande eres un “vendío”, que perdiste el foco. Pero en los medios grandes se logran grandes cosas. Mira el ejemplo del cura Israel Berríos Berríos, que está preso ahora. Ese cura, era el cura de mi pueblo, Aibonito, y está preso gracias a una investigación de El Nuevo Día, de Limarys Suárez”.
Y esa manera de pensar y visualizar el periodismo es lo que quiere traer a la Escuela de Comunicación de la UPR-RP, donde se estrenará como profesora en enero del año entrante. Su aportación girará en torno a un mejor entendimiento de la profesión y a instar a los futuros periodistas a diversificarse.
“Como muchos (jóvenes) entran a estudiar periodismo partiendo de una premisa confusa, lo primero que deben hacer es entender qué es el periodismo y descubrir si eso es lo que desean hacer. Si te das cuenta que eso no es lo que deseas hacer, pero tienes un talento para hacer historias y narrar, puedes utilizar eso en función de la nueva realidad laboral en las comunicaciones. Pero lo importante es tener una agenda, después encuentras la plataforma en un medio grande o donde sea. El primer germen es descubrir qué te mueve”.
Luego, está segura de que los periodistas deben cultivarse. Es decir, leer con avidez y estar enterados de lo más que puedan. “Un buen periodista debe leer de economía, de salud, de ciencia, debe importarle el mundo. O sea, no ceñir su formación solo al campo del periodismo”, acotó.
Otra cosa que consideró importante es la crítica. A lo que todo periodista está expuesto, por lo que no debe considerarse infalible.
“En el lado del periodismo, no hay tal cosa como la falsa modestia y todos tenemos nuestro ego, pero hay que ver cuán saludable está tu ego. Con el tiempo te das cuenta que eso (la crítica) es bueno porque te hace reforzar tu seguridad en lo que estás diciendo. Te hace ser mucho más cauteloso”.
D: ¿Estás lista para la crítica del lado de la ficción? ¿Cómo lidiarás con la crítica en el periodismo y la ficción?
“En la ficción, sí quiero ser mejor narradora. Me han hecho críticas positivas y negativas. Pero yo quiero tener más artificios para escribir ficción. Yo no escribo para parecer inteligente. Los motivos por los cuales escribo son el acompañamiento, la empatía y el imaginar. La crítica (en el periodismo) por más mala que sea es una forma de validación. Cuando te critican es porque más cosas relevantes estás trayendo”.
En fin, Ana Teresa se dispone a seguir aventurándose en la ficción y ahora en la academia. Ya trabaja en una nueva novela que espera terminar el próximo año, y sigue perfilando otros proyectos para emprender. Su candidez y arduo trabajo que se conjugan con jovialidad y buena voluntad, prometen resultarle en nuevos bríos y más éxitos.