La adolescencia es una etapa de experiencias fuertes. Nos enamoramos, sufrimos, tomamos decisiones difíciles y nos preparamos para la adultez. Es un periodo en el que el cerebro se encuentra en desarrollo, algo que según estudios clínicos promueve que los jóvenes sientan atracción por el alcohol, dado a que incrementa todo lo que están sintiendo.
Según el investigador Roberto Meléndez, doctor en psicobiología del Reciento de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), lo que muchos adolescentes no saben es que tomar bebidas embriagantes desde temprana edad les pone en riesgo de generar problemas de alcoholismo durante la adultez.
Meléndez ha probado a nivel clínico que existe una correlación entre los adultos que tienen problemas con el abuso del alcohol y la edad en que comenzaron a tomar. El reto de su actual investigación – Prefrontal-accumbens glutamate and etanol escalation in adolescent and adult c57- es comprobar que este cuadro clínico tiene raíces biológicas. También busca corroborar si todo esto ocurre como consecuencia de las conexiones que realiza el cerebro cuando se consume alcohol en la adolescencia.
“Queremos ver cuál es la edad principal de la adolescencia que genera en la adultez una predisposición al alcohol y ver cómo el cerebro responde durante esta etapa del desarrollo”, aseguró.
De acuerdo al científico, la adolescencia es un periodo que transcurre desde los 12 hasta los 21 años. Está etapa está marcada por cambios en el cerebro y no por cambios físicos u hormonales como la pubertad (de 9 a 12 años). Destacó que en la adolescencia el cerebro guarda la información que usará para afrontar los años subsiguientes. Por tanto, consumir alcohol durante la adolescencia podría hacer que el cerebro lo registre como algo necesario para el resto de nuestras vidas.
“A través de evidencia clínica, microscopía y MRI se ha demostrado que estos cambios sí ocurren en el cerebro, especialmente en las áreas de las cortezas pre frontales, que son las últimas que se terminan de desarrollar. […] A esto se le llama etapa de plasticidad, explicó Meléndez.
El investigador recalcó que “durante este periodo el adolescente tiene más neuronas que un adulto. Esto en ocasiones les trae mucha frustración y por eso es que hay mucho try and error durante esta edad. También crea que el adolescente tenga vulnerabilidad a diferentes sustancias químicas”. Añadió que el incremento neuronal permite desarrollar de forma rápida muchas capacidades como aprender distintas lenguas o tocar algún instrumento.
El experto mencionó que “casualmente durante la adolescencia se incrementa la presencia de los receptores del alcohol en el cerebro”. Esta es la razón por la que los jóvenes sienten agrado por esta sustancia, relegando el factor social o del gusto a un segundo plano.
El psicobiólogo comentó que otras razones que inducen a los adolescentes a tomar más que los adultos es que el alcohol puede disminuir los efectos de algunos problemas emocionales que sufren a consecuencia de los cambios cerebrales. “O sea, un adolescente se siente con depresión, un poco de ansiedad y tomar puede reducir estos efectos”. Sin embargo, aclaró que aunque reduce dichos efectos, ingerir licor puede traer aún más complicaciones a corto, mediano y largo plazo.
Este experimento se realiza observando el cerebro de ratones que genéticamente presentan predisposición hacia las bebidas embriagantes, algo que es posible ver también en el ADN humano. Durante la investigación es necesario disecar el cerebro de estos mamíferos y observar cómo sus neuronas cambian cuando ingieren alcohol.
Meléndez mencionó que el estudio que lidera podría arrojar información para posteriormente generar un fármaco que disminuya la respuesta del cerebro del adolecente al alcohol. Esto es una forma de prevenir que surjan problemas de adicción y que en la adultez son muy difíciles de solucionar.
Esta investigación es subvencionada por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos y en la misma participan estudiantes de las distintas unidades del sistema UPR como Cayey, Río Piedras y Bayamón.
El doctor Roberto Meléndez ostenta un doctorado en psicobiología de la Universidad de Perdue en Indiana y un post doctorado en adicción a sustancias controladas de la Escuela de Medicina de Carolina del Sur.