Me propongo hacer una breve descripción de los escenarios políticos que pueden surgir a partir de la coincidencia en Puerto Rico de las elecciones generales y una consulta sobre preferencias de estatus. Los escenarios posibles son diversos y proyectan un impacto post electoral interno potencialmente importante. Por razones de espacio no me voy a ocupar aquí de las posibles implicaciones en Estados Unidos del evento. Fijo mi atención, en vez, en el impacto local en donde el plebiscito parecería terreno movedizo.
Es la primera vez que sectores claves de la clase política coinciden en un proyecto electoral que junta preguntas sobre preferencias sobre qué partido debe administrar el País con asuntos relativos a las relaciones futuras entre Puerto Rico y Estados Unidos. Ello abre la puerta para escenarios y posibilidades inéditas y, quizás, inesperadas.
La coincidencia del liderato del Partido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) sobre la deseabilidad de llevar a cabo este ejercicio electoral parte de su convencimiento de que la acción del Gobierno de Estados Unidos sobre Puerto Rico requiere una revocación previa del consentimiento a la relación política presente. La estrategia del PNP y del PIP es demostrar que ya no existe tal consentimiento válido para mantener el Estado Libre Asociado (ELA). El PNP apuesta a que tiene los recursos de cabildeo y los votos para impulsar, luego, la estadidad como opción. El PIP, por su parte sostiene que una vez descartado el ELA y la estadidad en Estados Unidos, el proceso culmine en la aceptación de la independencia como única solución viable.
Ambas estrategias, la del PIP y la del PNP, dependen de que se produzca un voto claramente mayoritario de los electores por el No. El cálculo es que hay suficientes votos en el electorado, entre todas las corrientes ideológicas, para producir una coalición a favor de un cambio. La predicción, sin embargo, de cuál va ser el comportamiento del electorado en este contexto no es sencilla ya que hay fisuras dentro del PNP y del Partido Popular Democrático (PPD) sobre esta cuestión. El sector independentista y socialista también manifiesta, como siempre, grandes divisiones. El plebiscito ha creado una especie de “Torre de Babel” en donde nadie parece capaz de entender al otro.
En el PNP hubo muchas dudas sobre la deseabilidad de llevar a cabo el plebiscito coetáneo con las elecciones debido a la preocupación de que un voto de castigo produjera, al mismo tiempo, un voto masivo contra la estadidad. Otra facción argumentaba, con fuerza, que la mejor forma de asegurar la victoria de Luis Fortuño y la estadidad era movilizar a la base electoral con un reclamo de estatus. Esa facción prevaleció y ha creado una situación de mucha oportunidad y riesgo para la opción estadista. Si gana el No, la estadidad y el PNP, estaríamos frente al escenario local de petición de estadidad más favorable en la historia de Puerto Rico. Ello no significa, aclaro, que sea un buen momento para solicitar la estadidad, asunto que, como advertí, rebasa los límites de esta reflexión. Si, por otro lado, gana el status quo, el PPD y la opción del ELA soberano, la opción estadista habría retrocedido de forma significativa. La estrategia puede ser astuta o estúpida, pero nadie puede catalogarla de tímida. El PIP, por su parte, entiende que su razón de ser es el estatus y que no tiene mucho que perder electoralmente al agitar sus contradicciones discursivas y materiales.
El PPD apuesta a que el asunto del estatus está perdiendo poder de convocatoria y a que debe huir de cualquier estrategia que ponga en riesgo una victoria electoral. Visualizan el plebiscito como un acto de diversionismo político que no es real y no merecedor de una respuesta seria. Su denominador común es que hay que derrotar al Gobierno. Por eso han llamado a votar a favor de la continuación del status quo mientras alegan que un voto por el Sí solo representa un voto de protesta. El PPD se está beneficiando del surgimiento de un sector conservador del PNP, expresado por la radioemisora WAPA que está invitando a su audiencia a no votar No en la primera pregunta. Este sector ultra conservador, especie de Tea Party boricua, argumenta que un rechazo al territorio puede llevar a la independencia por default.
El escenario favorable para el liderato del PPD es que un sector del PNP vote por el Sí o, se abstenga en la primera pregunta y ello provoque la victoria del Sí, que se vote a favor del ELA soberano en la segunda pregunta y que gane el PPD las elecciones.En ese escenario este partido está libre de hacer lo que le parezca con el estatus: ignorarlo, impulsarlo o jugar a que está haciendo algo sin hacerlo, o todas las anteriores.
En relación a los partidos emergentes, baste decir que todos, por distintas razones, cuestionan la validez y utilidad del proceso.
¿Tendrá algún impacto todo esto en Washington? Son muchos los escenarios de respuesta, pero se me acabaron las palabras.
El autor es profesor del Departamento de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras de la UPR.