Esta es la segunda parte de la entrevista realizada a la actriz Sully Díaz. En la primera parte Díaz nos habló de su larga relación con la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras: como estudiante del Departamento de Drama (cuyo bachillerato retomó hace algunos años) y en su nueva faceta como profesora de actuación en la División de Educación Continua y Estudios Profesionales.
El sueño de Sully Díaz de convertirse en actriz llegó mucho antes de comenzar a estudiar en el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras. Específicamente a finales de la década de los 70. La revelación ocurrió tras ver la película Mary Poppins a los cinco años de edad, y más tarde, cuando le dijo a su madre que iba a ser actriz. También contribuyó el que sus padres la apoyaran en sus estudios en la Escuela Libre de Música, donde tomó clases de baile, jazz, canto y actuación. Y aunque en esa escuela participó de la obra La Casa de Bernarda Alba, su primera vez como actriz fue a los 14 años en la Iglesia Bautista de Carolina en la dramatización de La pasión y muerte de Jesucristo. “Yo hacía de Salomé y tenía que bailar la danza de los siete velos. No me importó que estaba en la iglesia y bailé como en mi imaginación lo hubiese hecho. Esa fue la primera vez que me paré en un escenario, así con mucho público”, rememora.
De la familia de su padre heredó el talento musical, pues algunos de sus tíos tocan instrumentos y su papá toca de oído violín, acordeón y mandolina. Pero el interés por actuar se lo debe a su madre, pues según relata Díaz, ella es una actriz frustrada que vio realizado el sueño de ser actriz a través de sus dos hijas (Marieli Durán, hermana de Díaz también es actriz, dramaturga y profesora). De hecho, su madre decía que cuando Díaz fuera actriz ella se convertiría en la dama de compañía de su hija. Y esto ocurrió mientras protagonizó Coralito en 1983 cuando trabajó como su asistente.
Entre las décadas de los 70 y 80 en Puerto Rico se vivió una época exitosa en la industria de las telenovelas. Producciones como Tomiko con Ángela Meyer y Rolando Barral; La mujer de aquella noche con Braulio Castillo y Gladys Rodríguez; y Cristina Bazán con Johanna Rosaly y José Luis Rodríguez no solo calaron en el gusto del público boricua, sino que algunas como Cristina Bazán establecieron índices de audiencia. Otra producción que logró altos récords de sintonía en Telemundo fue Coralito, protagonizada por Sully Díaz y el actor mexicano Salvado Pineda.
Hablando de Coralito, ¿qué recuerda de esa época en las telenovelas?
Recuerdo que nunca tuve miedo. Siempre fui muy segura y eso se lo debo a mi madre, que siempre nos dijo que nunca nos sintiéramos menos que nadie, pero jamás (sube el tono de voz) más que nadie, que teníamos el mismo derecho. Y recuerdo que muchos actores que ya eran famosos me ayudaron. Ángela Meyer me ayudó a ser actriz de televisión.
Luego del éxito alcanzado con Coralito, Díaz continuó su paso por la televisión en más producciones dramáticas como Cuando vuelvas y otras telenovelas realizadas en Puerto Rico, Venezuela y Argentina. La ciudad de Nueva York se convirtió en otra plaza conquistada, participando en obras para el Teatro Rodante Puertorriqueño, en la serie de televisión Leg Work de la cadena CBS, además de una película para la televisión norteamericana. En Puerto Rico, formó parte del elenco del filme La gran fiesta, donde compartió roles con los actores puertorriqueños Daniel Lugo y Cordelia González.
A principios de la década de los 90 partió hacia Los Ángeles, California (allí vivió durante ocho años) donde laboró en más series televisivas para las cadenas USA Network y Fox Television. Fue precisamente en las series y películas norteamericanas donde tuvo que luchar como actriz al tener que realizar personajes estereotipados del puertorriqueño o latino que habla inglés con un acento marcado.
–¿Cómo enfrentaba esos papeles?
-Ay, los odiaba, los odiaba. I speak perfect English and I have to learn how to do like that (dice en inglés con acento latino). En ese momento vino a la moda Rosie Perez and I have to talk like that, I have to learn the accent. Eso me dio mucho trabajo. Me molestaba utilizar el acento de la jibarita puertorriqueña. Y no es nada malo ser una jibarita, es muy lindo, pero los puertorriqueños allí hablan un inglés fantástico.
– En Los Ángeles también inició su faceta como comediante de stand up. ¿Por qué decidió hacer comedia?
Ah (con gesto de desagrado). Lo hice por necesidad. Ya yo estaba bastante cansada del proceso de audiciones, de los estereotipos y de momento alguien me dijo: ‘Sully, fíjate tú puedes hacer comedia’. Me metí a un curso de 13 semanas y salí haciendo Stand up comedy. Es una forma de arte bien difícil, y aunque yo lo sé hacer bien, no me gusta mucho. Pero agentes que iban a ver comediantes jóvenes, comenzaron a fijarse en mí. Me sirvió como trampolín para actuar en películas o en series en Los Ángeles.
Tras su estadía en la llamada meca del cine regresó a Puerto Rico y actuó en obras, series, unitarios y algunas de las últimas telenovelas producidas y grabadas en la Isla del Encanto como Cuando despierta el amor, en 1999. En el verano del 2001 realizó una audición en la ciudad de Nueva York para la obra musical La Lupe: Mi vida, mi destino y es seleccionada para encarnar el papel de la cantante cubana Lupe Victoria Yoli Raymond, otro personaje que le valió buenas críticas y reconocimientos en Estados Unidos y Puerto Rico. Por problemas de derechos de autor, Díaz no pudo continuar esa obra, pero su entonces esposo, Rafael Albertori, escribió el musical La Reina: La Lupe, proyecto que ha presentado con éxito en diversos escenarios. Para Díaz, junto a la oportunidad de ser profesora, Coralito y La Lupe representan los trabajos más importantes en su trayectoria profesional.
¿Destaca la importancia del personaje de La Lupe porque significó un reto para usted a nivel actoral?
Yo misma no lo entiendo. Yo creo que es porque yo la encaré como actriz. Para mí analizarla psicológicamente era lo más importante. Por supuesto, puse muchas horas de ensayos con sus canciones, tratando de sonar lo más parecido a ella. Y muchas horas con el maestro de canto en New York que tenía el Teatro Rodante Puertorriqueño. Muchas horas. De 24 horas del día, yo creo que le dedicaba a La Lupe como 10. Tenía que hacerlo, porque si no, no lo iba a sacar.
Entre el cine, el teatro y la televisión, ¿qué disfruta más?
Se disfruta más el teatro porque tiene gratificación inmediata. Ay, pero el cine (suspira) el cine es un misterio porque tú lo haces y no te enteras de lo que hiciste hasta que ves la película editada. Y es un miedo… pero la concentración con la que hay que trabajar me gusta mucho.
El lado humano de Sully Díaz
Cuando no está en un escenario teatral, ya sea como actriz o profesora, Díaz disfruta cocinarle a su familia. De hecho, durante la entrevista recordó que comenzó a preparar alimentos cuando tenía 12 años y su abuela tuvo que irse de viaje por un mes, por lo que le asignó a ella la responsabilidad de cocinar. El amor por la cocina hizo que hace unos años la actriz tomara clases como chef, para poder hacer cosas fancy durante la época navideña.
Además, aprovecha su tiempo para compartir y cuidar a sus padres, de quienes se siente más que orgullosa y les agradece la dedicación y el apoyo que siempre le han dado. Mientras, la relación con su hermana Marieli la describe como honesta y, “aunque a veces nos peleamos como el perro y el gato, nos adoramos. Ella me ha ayudado mucho con los textos”. De igual forma, su hijo Giovani Marín y los dos nietos que este le ha dado: una niña de dos años y un niño de un año, representan ahora la luz de sus ojos. También le ha dado otro giro a su vida, el haber retomado la relación con Albertori (de quien se divorció hace un año), pues hoy disfrutan de una mejor etapa.
La relación con Dios es otro aspecto importante para ella, al punto de que siempre lo invoca antes de realizar cualquier presentación artística. “Ese es mi todo. Mi centro. Todo lo que tengo me lo ha dado él. Mi mantra antes de entrar al escenario es: todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Ante el nerviosismo lo repito, aunque sea 100 veces. Eso me da paz. Va más allá de las palabras, va más allá de la prueba. Siempre me siento mejor equipada cuando lo llevo a él”, manifestó.
Suenan las campanas del reloj de la Torre de la UPR de Río Piedras, como anunciando que la entrevista está a punto de terminar. Repaso en mi libreta qué temas se han tocado y qué me falta por preguntar. Salta a la vista una pregunta, dividida en dos.
¿Con qué sueñas?
Me gustaría hacer una serie americana, de esas de Netflix bien chévere.
Eso es en lo profesional, pero a nivel personal ¿cuáles son sus sueños?
–Ay, Dios mío… Ser más organizada en la cuestión económica. Y quiero llegar a una vejez saludable.
Finaliza la entrevista. Le pido tomarle unas fotos. Ella me lo permite, pero antes se retoca el maquillaje. Mientras lo hace, comenta que acaba de terminar la filmación de una serie en Miami y de una película en Puerto Rico. Le tomo las fotos. Nos despedimos: ella a sus labores y yo a las mías.