El teatro es la representación de la experiencia humana y Marieli Durán lo ha utilizado para representar el dolor de sus estudiantes.
Esta maestra de teatro se dedica a escribir obras que muestran distintos problemas sociales que se manifiestan en nuestro País, problemas que ella ha conocido y vivido a través de sus alumnos y su labor como educadora.
Esta experiencia llevó a la también actriz a publicar dos libros, Prisma social y Todo el mundo lo hace, que contienen obras de escenas cortas en las que se presentan distintas situaciones, desde drogas, maltrato y abuso sexual, hasta injusticias del gobierno. “Son para teatro pero han sido utilizados por sicólogos, trabajadores sociales, profesores de estudios sociales”, explicó.
Durán se crió muy cerca del mundo de la actuación por su hermana, la actriz puertorriqueña Sully Díaz. También por su madre, a quien le encantaba la carrera actoral. “Yo creo que ella nos pasó eso en el vientre… nos llevaba a ver actos artísticos, al teatro y a ver Holiday on Ice… todo lo que fuera artes escénicas”, contó con una emoción que denota lo significativo que son estos recuerdos que forman parte de su crianza. “Yo tuve una crianza tan y tan bella que volvería a nacer”, afirmó.
Destacó que fue por su hermana por quien llegó al teatro. “Mi hermana ve que yo tengo comedia natural y que preparaba shows para la familia y entonces me dice: no busques más que tú eres actriz”, contó entre sonrisas.
Pero Durán no quería esa profesión debido a que había visto a Sully sufrir mucho como actriz. Sin embargo, a sus 16 años hizo su primera obra y desde entonces no pudo desligarse del teatro. Comenzó a hacer televisión, se entrenó como bailarina, hizo musicales e interpretó varios personajes en las producciones de Vicente Castro. Fue precisamente cuando incursionó en el mundo de la actuación, que empezó a utilizar el apellido de su madre, debido a que no quería que la reconocieran por la trayectoria de su hermana, sino por su trabajo. Aunque asegura con fervor que “vivo muy orgullosa de mi hermana y de todos sus logros. Es una de mis actrices preferidas”.
Más adelante en su vida, Durán, comenzó su labor como educadora del Departamento de Educación y fue entonces cuando escuchó los testimonios de sus estudiantes y presenció situaciones que la inspiraron a escribir. Explicó que toda esa inquietud surgió “trabajando como maestra, viendo el dolor humano, viendo el grito del estudiante, el dolor desgarrador de una madre porque su hijo no quiere hacer lo que debe hacer”.
Sus libros son utilizados por distintos profesionales del mundo teatral y de otros ámbitos, pero sobre todo son los libretos de las obras que a veces ella misma dirige y presenta en funciones para público general y para estudiantes de sexto grado en adelante. Tanto lo que escribe como lo que dirige esta educadora, tiene como fin motivar para lograr una transformación social.
A través cada representación teatral Durán trata de concienciar acerca de lo que está dañando la sociedad, qué lo provoca y cuáles son las consecuencias. Además, al finalizar cada pieza brinda alternativas para manejar estos conflictos y aminorar su presencia.
“Sembré una posibilidad de vida sin yo darme cuenta”
Además de impactar a la audiencia presente en sus obras, la madre de dos hijos, ha sabido utilizar las herramientas que brinda el teatro para encaminar a sus estudiantes. “Sembré una posibilidad de vida sin yo darme cuenta” en “otros sembré la posibilidad de lograr sus metas, de soñar, de ser grandes”, declara con satisfacción. Algunos de sus alumnos han llegado a ser actores de cine en Estados Unidos o de musicales en Nueva York. Aclaró que no necesariamente todos han triunfado en el ámbito de la actuación, también han sido exitosos en otras profesiones, porque independientemente de que hayan tomado otra carrera, la seguridad que le dio estar en un escenario, el poderse expresar correctamente y todas las destrezas que el teatro desarrolla los ha ayudado a ser exitosos en otras facetas, en la vida y en cualquier ámbito en el cual se desempeñen.
Por medio de los dramas que produce, la autora busca atender distintos escenarios conflictivos que surgen en la sociedad actual de la Isla. Uno de los aspectos al cual le presta mayor atención es a la crianza de los hijos. Considera que los métodos para disciplinar que utilizan muchos padres no son funcionales y los compara con los que vivió en su vida y crianza, que mencionó con notable emoción y a la cual se transportó varias veces durante la conversación. Aunque no respalda la violencia, piensa que el “fuete”, como lo llama, puede ser funcional hasta cierto punto para imponer disciplina. “Yo entiendo que mi mamá cuando me dio un bofetón, yo me lo merecía y reaccioné”, afirmó con certeza.
Sin embargo, hace hincapié en que la violencia doméstica es lacerante en el núcleo familiar y más aún en presencia de los niños. Explica que los niños se ven marcados y afectados al presenciar ciertas conversaciones y discusiones que surgen en los matrimonios y que ellos no deben escuchar. Cree que “hemos sumergido a los niños en una realidad dolorosa y los niños no tienen la capacidad de entenderlo, entonces se enajenan, entonces los perdemos, entonces oyen gente que no deben de oír”.
Otro aspecto al que le da mucho peso durante la crianza de los hijos es a la presencia o ausencia de la figura paterna en la familia. Alega que existen muchas madres criando solas a sus hijos y que se autoproclaman padres y madres, pero para Durán “no hay sustitución” porque un padre inculca cosas diferentes y de una manera distinta a una madre. Asegura que el balance es la clave de las relaciones familiares y matrimoniales.
“Yo me crié en un hogar en donde yo tenía mucho amor, en donde mi papá me advertía de cómo era la calle y de cuán astuta yo debía ser con el engaño que podía venir de la calle. Entonces tenía a mi mamá que me hablaba de lo espiritual y cuán maravilloso es tener a Dios en el hogar”, indica.
Recuerda cómo su madre la enseñó a ser sensible y considerada y a no juzgar sin pensar en el trasfondo de cada persona, algo que utiliza a su favor a la hora de escribir. “De momento tú ves la escena y tú no sabes quién tiene la razón… y eso es lo que yo quiero, ponerte a reflexionar, ponerte a pensar qué es lo que está bien y qué es lo que está mal en esta escena, en donde tú crees que está la laceración de esta relación”, destacó.
De esta manera el teatro ha llegado a convertirse en un método de sanación y confrontación para Durán, sobre todo cuando se abre el foro para estudiantes al final de una función. “Yo he tenido padres pidiéndole perdón a sus hijos después de ver una obra de teatro… Y dime tú, ¿qué mejor regalo que ese?”.
La dramaturga adjudica la responsabilidad de muchos de los conflictos sociales al gobierno del País. “El gobierno exprime a la clase trabajadora, los tiene agotados y esa clase trabajadora se revela y llega un momento en donde dice: tú le das todo a este, pues dejo de trabajar”, expuso. Durán considera que se debe tratar con respeto y dignidad a la clase trabajadora de Puerto Rico pues esa agresión institucional incide en el núcleo familiar.
“Es agobiante el no tener dinero, el no tener comida en la nevera es horrible. Entonces tenemos personas que quieren vivir enajenadas y si tú tienes un pueblo que vive enajenado, le va a interesar mucho al gobierno que tú seas un ignorante porque puede hacer con el dinero y con el pueblo lo que le da la gana”, puntualizó.
De esta manera la educadora instó a los líderes y funcionarios de la Isla a tomar las decisiones y acciones que le competen al País desde el amor, el respeto y la compasión. “Las tres palabras que te acabo de decir deben ser la base que genere la energía para nosotros hacerlo todo”, afirmó. Además, hizo hincapié en la importancia de que los líderes den el ejemplo de cómo encaminarse hacia una sociedad transformada en bienestar.
“Las acciones hablan por ti y yo creo que el ejemplo es la base. Veo que los ejemplos no están siendo trabajados como deben ser y los políticos no son capaces de decirle a la sociedad: madre y padre pónganse a hacer su trabajo correcto”, indicó.
Con su teatro Durán hace una crítica, una denuncia social y política y lleva un mensaje en el que reconoce la naturaleza imperfecta del ser humano y la capacidad de reivindicarse y crear un entorno y relaciones familiares saludables.
“Tienes que empezar con tu núcleo familiar y bregar con eso día a día, porque tal vez nunca vas a tener un núcleo perfecto, pero sí manejable. La base de todo debe ser el amor, suene clichoso o no”, puntualizó.
La autora es estudiante de periodismo en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico. Este texto se produjo para el curso Redacción Periodística II (INFP 4002), que dictó la profesora Odalys Rivera el pasado semestre.