Los estudiantes ya conocen la dinámica. Una vez se anuncia una obra en el Teatro Julia de Burgos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) y el calendario marca las fechas de funciones, dos horas antes del comienzo de la puesta en escena es el tiempo mínimo para lograr entrar a la sala y no ser parte del grupo que se queda fuera.
Una vez adentro, el público que ha ocupado las aproximadamente 150 butacas del Teatro desde su inauguración en 1985, reciben el conjunto del trabajo de escenografía, sonido, iluminación, vestuario y actuación, que durante semanas o meses, han realizado estudiantes y profesores para que cada función quede impecable.
Los actores también deben ser parte de los procesos técnicos de producción. (Suministrada)
Por lo regular, el público desconoce todo el trabajo que se realiza detrás de cada producción. La preparación de cada “cue” o sonido, por ejemplo, no es algo que el espectador se detiene a analizar, pero no deja de ser valioso, como la interpretación de cada personaje en escena. Para Luis R. Rivera, estudiante del Departamento de Drama de la UPRRP, “el trabajo de la cabina [donde se manejan los sonidos y la iluminación], es bien divertido, porque realmente es bien interesante cómo tantas cosas bien pensadas ocurren y nadie del público se entera de que es algo bien pensado y planificado”.
Los estudiantes a quienes se les asignan los trabajos de sonido e iluminación, deben, al igual que los actores, estudiar cada escena y conocer todos los detalles que los ayudarán a crear los efectos de sonido y luces adecuados para cada momento de la obra. “Pasan muchas cosas que el público no conoce y es un trabajo tan válido y tan respetable, igual que el estar en las tablas, frente al público”, añadió la también estudiante de Drama de la UPRRP, Cheryl Robles, quien estuvo a cargo, hace algunas semanas, el diseño de iluminación de la producción Hamlet. La obra se presentó en el Teatro Julia De Burgos, en funciones intercaladas con Romeo y Julieta, ambas del dramaturgo británico, William Shakespeare .
Estas dos producciones, dirigidas por el profesor y director del Departamento, Dean Zayas, contaron con la participación de 42 estudiantes, miembros del Teatro Rodante Universitario. Este grupo se dividía en dos para conformar el elenco de cada producción. Cada estudiante, además de su personaje, debía pertenecer a alguno de los grupos encargados de escenografía, vestuario, sonido, iluminación, peinado y maquillaje ó utilería.
Con alrededor de un mes de trabajo, pocas manos en la obra y un bajo presupuesto, el comité de escenografía se encargó de darle vida al diseño del profesor Israel Franco-Müller, quien supervisó a los estudiantes en todo el proceso de construcción. La Estructura de dos niveles, es, probablemente, una de las más grandes que ha sido instaladas en el Teatro Julia De Burgos. Fácilmente, el escenario se transformaba en el balcón de Julieta o en el Palacio del Príncipe Hamlet.
Para Kristhielee Caride, quien interpretó a Julieta en la producción del Departamento de Drama, pertenecer al comité de escenografía fue enriquecedor. “Me ayuda mucho en mi experiencia como artista plástico y amplía mi conocimiento en el área de escenografía, que es donde me quiero desempeñar”, dijo.
El trabajo continúa en el camerino
Más que un espacio para vestirse, maquillarse y peinarse, el camerino es el escenario donde realmente comienza la obra. “Es el espacio en que el actor empieza a concentrarse, a preparar el personaje, ese proceso donde comienza esa transformación física, psicológica y mental para el personaje, y cuando algún compañero de una forma u otra, sin intenciones, interrumpe con el proceso de otro, se busca la manera de dejárselo saber y se trata siempre de promover esta consciencia de respeto”, explicó Jonathan Amaro, estudiante de actuación.
El camerino es, también, el espacio para compartir, reírse y hacer bromas, que se han convertido luego en parte de las acciones de algún personaje en las obras, cuenta Cheryl Robles. Sin embargo, la joven diseñadora de iluminación, explicó que hay otros momentos en los que cada cual necesita concentrarse, tarea que se torna difícil cuando 42 actores juntos desean hacerlo de distintas maneras.
“Hay gente que necesita silencio, hay gente que necesita escuchar música, hay otros que necesitan estar caminando por ahí, y pues como hay tanta gente y tantas formas, a veces pues uno se encuentra con unas situaciones que uno dice, ‘ok, hay que tolerar’, pero eso es lo maravilloso, porque ya aquí uno se convierte en una familia, nos convertimos en una familia y aprendemos a conocernos”, detalló Robles.
Según los estudiantes, la dinámica en los camerinos los hace sentir en familia. (Suministrada)
Por otro lado, Amaro, quien fue uno de los encargados de maquillaje y peinado en la producción de Romeo y Julieta, describió cómo se preparó para esa tarea. El novel actor, estudió el texto, analizó los personajes, realizó investigación visual, buscó referencias de la obra y observó en los ensayos la caracterización que hacían los actores de los personajes. Ese proceso dio paso, finalmente, a la elaboración de peinados y maquillajes antes de cada función y durante cada una de ellas.
“El trabajo continúa hasta que termina la función, porque la acción que lleva la obra puede que ocasione alteraciones o que se afecte el maquillaje o el peinado y puede que haya que corregirlo en algún momento, hay que estar pendiente a todos esos detallitos para hacerlo a tiempo y el actor pueda regresar y hacer su entrada a escena y continuar la acción dramática sin ningún contratiempo”, abundó
Perspectiva de dirección
Para Dean Zayas, director del Departamento de Drama de la UPR-RP, parte del proceso de creación de una pieza teatral, es permitirle al actor descubrir el personaje por él mismo.
“Me gusta crear unas imágenes, unos cuadros que hablen por sí solo sin necesidad de la palabra, y entonces, en ese sentido, pues no me meto mucho en la interpretación de los actores, sino que dejo que los actores descubran por ellos mismos cómo es el personaje y se acomoden dentro del personaje”, detalló.
Sin embargo, esto no quiere decir que el director no intervenga cuando ve que el actor está perdido o está por el camino erróneo.
Zayas espera que los actores creen una verdad. Es decir, hacer una interpretación que redunde como verdadera ante el ojo del público, y que se una al resultado de todo lo que ocurre detrás del telón.