Paredes de cristal dan la bienvenida. Un ambiente pulcro y de luminosidad. Muebles blancos, algunas plantas y contados afiches que exponen varias investigaciones científicas.
La maquinaria evidencia los trabajos de construcción en los alrededores de este inmueble que acoge y acogerá a los más prominentes investigadores universitarios. Y es que el Edificio de Ciencias Moleculares (ECM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), ubicado en Cupey, se ha convertido en la casa del nuevo quehacer científico del País.
El ECM operará por “bases de centro con un Centro de Nanotecnología con aplicaciones de distintos tipos, muchas de ellas biomédicas. Va a haber un Centro de Neuroplasticidad, va a haber un Centro de Macromoléculas y cada centro, tiene la mayoría de los investigadores de la UPR. No solo del Recinto de Río Piedras y de Ciencias Médicas, hay del Instituto de Neurobiología, de Humacao, de Bayamón, de Cayey”, explica José Lasalde, Vicepresidente de Investigación y Tecnología de la UPR.
Entre las áreas de mayor desarrollo científico del País, destaca la nanotecnología y la neurobiología. La UPR es sede del Centro Avanzado de Materiales a Nanoescala donde estudiantes e investigadores han desarrollado mecanismos para la purificación de la orina y la producción de energía renovable convirtiendo la urea, compuesto de la orina, en amonia. Estas investigaciones se realizan bajo la tutela del actual director científico del ECM, el doctor Carlos Cabrera y en asociación con la NASA Ames Research Center. Entre otras cosas, esta investigación promueve el uso de nanocata l izadores pa ra generar energía eléctrica; además el desarrol lo de propuestas y elementos út i les para los programas de vuelo de la NASA. Por esta última razón, el pasado año, un grupo de estudiantes de la UPR viajó al Johnson Space Center en Houston, Texas, para poner a prueba los resultados de este proyecto que siguen desarrollando
También en la línea de lo nano, los doctores Gerardo Morell y Brad Weiner “trabajan con la interacción entre bacterias y nanomateriales, mayormente de diamantes” según explicó Cabrera. Esto con el objetivo de encontrar una solución a la contaminación causada por biofilms o comunidades de microorganismos que se apegan a una superficie viva o inerte y que, según el National Institute of Health (NIH), son las causantes del 60 por ciento de las infecciones microbianas. En este caso se busca proteger los implantes médicos y prevenir riesgos de infecciones a través de un revestimiento de diamante nano-cristalino que a su vez contiene mejores bactericidas que la plata.
Otra investigación, esta vez en el área de la neurobiología, la desarrolla actualmente el científico Walter Silva, quien rastrea el envejecimiento celular y estudia las membranas lipídicas. Este estudio tiene aplicaciones en la ofensiva contra el Alzheimer, al igual que la desarrollada por el catedrático Irving Vega quien concentra su trabajo en desórdenes neurodegenerativos.
La química, Elizabeth Díaz es otra de las investigadoras del edificio de Ciencias Moleculares.
Vega se ha dado a la tarea de identificar el perfil de los pacientes de dichos desórdenes a nivel molecular, caracterizando proteínas como la “Tau Ef-Hand Associated Protein”. Este amplio análisis de las proteínas se conoce como proteómica y permite señalar algunos biomarcadores asociados a ciertas enfermedades.
Asimismo, Vega ha trabajado simultáneamente con el Penn Memory Center de la Universidad de Pensilvania, concluyendo entre otras cosas, que la mortalidad asociada al Alzheimer es más alta en la Isla que en los Estados Unidos. Pero diversas áreas de estudio han sido exploradas y han dado resultados. Otro investigador que marca su paso por el Edificio de Ciencias Moleculares es el Profesor Abimael Rodríguez.
Su perseverancia en el estudio químico de los invertebrados marinos, especialmente corales blandos, esponjas y algas, llevó a Rodríguez y a su equipo al hallazgo de la molécula acetato de eupalmerina. Con esta molécula, extraída del coral gorgonina, se logró reducir un 80 por ciento el tamaño de tumores. También se vislumbra la posibilidad de otras aplicaciones médicas como tratamientos para la tuberculosis, malaria, VIH, entre otros.
Por otra parte, el doctor José M. R ivera estableció sus proyectos investigativos alrededor de la química supramolecular. En este caso, se busca construir supramoléculas no poliméricas, con dendrímeros que se autoensamblan. Estas supramoléculas deben tener propiedades termosensitivas.
“Se trabaja con aminoácidos que se pueden ensamblar y autoensamblar y eso tiene aplicaciones para censores biológicos y para censores termales”, explicó el doctor Carlos Cabrera.
“También tiene aplicaciones que se conocen como drug delivery. Se coge la droga, se encapsula y se activa con láser o con temperatura para que abra y bote la droga así que esas estructuras identifican y van directamente al área afectada”, añadió.
Estos son solo algunos de los proyectos investigativos que se están desarrollando en el Edificio de Ciencias Moleculares. Lasalde explicó que el segundo piso, donde se encuentra el área de laboratorios, es un espacio abierto que facilita la interacción entre los estudiosos de las ciencias naturales. De esta manera se promueve la interactividad y la investigación multidisciplinaria.