En Vancouver Art Gallery visité la exposición de Henri Matisse titulada Matisse y otros maestros del Modernismo. Una excelente muestra de cuarenta y ocho obras del modernismo europeo, la mayoría de Matisse, compartieron el espacio con los maestros Pablo Picasso, Paul Gauguin, Pierre Renoir, Vincent Van Gogh y Gustave Courbet. La exposición fue organizada en conjunto con el Museo Judío de Nueva York y el Museo de Baltimore. El público local y el internacional disfrutó de estas obras gracias a la donación de las hermanas Cone.
Las coleccionistas doctora Claribel Cone (1864-1929) y Etta Cone (1870-1949), crearon esta suma de obras de arte que en la actualidad es considerada como una de las colecciones más importantes del mundo; más de tres mil piezas entre pinturas, esculturas, fotografías, textiles y otros objetos.
Etta comenzó en 1898 a adquirir arte. En 1905 comienza su preferencia por el modernismo europeo al viajar a París. En 1906 las hermanas conocieron a Matisse. Cautivadas por sus obras, se convirtieron en mecenas del artista, con quien mantuvieron una estrecha amistad. Acumularon más de quinientos trabajos del artista, considerada la colección más grande y representativa del pintor.
Tras la muerte de Etta, la colección fue donada al Museo de Baltimore. El público ha podido disfrutar de estas piezas gracias a un acto de donación. Una práctica común en los Estados Unidos y que ha rendido buenos frutos; la cultura filantrópica ha permitido la realización de algunos de los museos más importantes del mundo como el Museo de Arte Moderno (MOMA), el Guggenheim en Nueva York, el Museo de Salvador Dalí en San Petersburgo en la Florida, y los museos del Smithsonian.
La mayoría de las colecciones en estos museos son fruto de esta práctica. Práctica que es avalada por una política fiscal que estimula y hace rentables las donaciones, y una disposición de las instituciones museísticas a adquirirlas, cuidarlas y exponerlas. De este modo, se promociona el disfrute del arte, en particular del arte moderno, al pueblo en general. Pero, ¿que ha pasado en Puerto Rico?
Dos preguntas surgen con respecto a Puerto Rico, la primera: ¿Dónde el pueblo puede disfrutar de una muestra internacional de arte moderno? y ¿Qué proyecto de gobierno o privado existe para fomentar la presencia de estas colecciones?
Con pocas excepciones, como la muestra de Kandinsky en el Museo de Arte de Puerto Rico de marzo 3, 2001 a mayo 13, 2001, y la pequeña muestra de Picasso en el Museo de Arte de Ponce, el arte moderno internacional no existe en Puerto Rico.
No porque no existan recursos que se puedan presupuestar para estos fines, sino por la ausencia de voluntad legislativa y de un proyecto cultural. Tampoco es la ausencia de obras en colecciones privadas locales. Los mayores disuasivos son la tímida práctica filantrópica, pobres y deficientes políticas fiscales y culturales, junto a un alto nivel de desconfianza en las instituciones con el paradero de las piezas u objetos donados.
Actos como la donación de la colección del Juez José Trias Monge al Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico en el 2009, son los que se necesitan y no pueden quedarse en el olvido. Pero otras colecciones no han tenido el mismo destino, y sus piezas han ido a parar a museos extranjeros u otras colecciones privadas. Hasta el año pasado (2011), nunca se había dado un beneficio fiscal atractivo al contribuyente.
Con el nuevo reglamento del 2011 sobre donativos, “Reglamento del Código de Rentas Internas”, Artículo 1033.15(a)(3), se permite una deducción de hasta el 30 por ciento del Ingreso Bruto Ajustado (IBA) . Este nuevo reglamento no es lo mejor que se pudo haber hecho, es solo un paso que era necesario y hace atractivo el donar.
Pero esto no tendrá efecto, si por un lado no se mejora la actitud de los posibles donantes a desprenderse de sus activos y vean la filantropía como una inversión en capital social y si las instituciones no mejoran la confianza en cuanto al paradero de lo donado.
En esa misma línea las instituciones deben comenzar a aceptar donaciones, a mejorar su oferta museística, mejorar las deficiencias en seguridad, cuidado y manejo de las obras y a desarrollar y mantener programas expositivos para estas colecciones. Con este nuevo beneficio contributivo y un programa asertivo que capitalice este nuevo reglamento, se puede ir llenando el vacío de arte moderno y de nuevas colecciones en los museos de la Isla.
El autor es artista, crítico de arte y consultor. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Capítulo de Puerto Rico.