La intención de la República de Haití de formar parte de la Unión Africana, aunque sorprendente de primera intención, resulta ser un desenlace lógico cuando se analiza cómo la historia, identidad cultural y desarrollo socio-económico de la nación caribeña pueden desbordar la perspectiva estrictamente geográfica.
Esta dictaría que Haití debería ser miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), lo cual, en efecto, ya es. También tiene un delegado diplomático ante la Unión Europea (UE) y forma parte del acuerdo ACP (África, Caribe, Pacífico)- Unión Europea. A Europa la unen lazos históricos originados en 144 años de dominación colonial de Francia. Cabe indagar entonces, por qué Haití se plantea entonces ingresar en la Unión Africana.
Normalmente, las organizaciones internacionales regionales como la OEA o la UE establecen unas limitaciones geográficas respecto a quienes pueden ser miembros. Sin embargo, existen precedentes en cuanto a admitir con carácter de miembro asociado a países extrarregionales. Marruecos, por ejemplo, es miembro asociado de la UE.
La historia política y cultural de la isla evidencian que esta solicitud no es tan descabellada como la geografía indicaría. Después de todo, Haití se convirtió en la primera nación negra independiente del mundo en 1804. Esto fue causado por un giro irónico de la historia, cuando las mismas ideas libertarias de la Revolución Francesa inspiraron la revolución de los esclavos en Haití contra la metrópolis europea.
Haití fue además un ferviente defensor de la descolonización de las nuevas naciones africanas durante las décadas de los 1950, 1960 y 1970, durante el cenit de este proceso estimulado por la Organización de Naciones Unidas. También hay que tener en cuenta que Haití tiene, por esta y otras razones, un gran prestigio en África, a diferencia de lo que ocurre en las Américas o Europa, donde Haití se asocia a miseria, corrupción, inestabilidad y devastación.
Como miembro asociado de la Unión Africana, buscaría lograr una serie de ventajas. Una de las razones apremiantes para el ingreso de Haití es la necesidad de diversificar sus relaciones económicas, comercio e inversiones. África, a pesar de ser todavía el continente de menores ingresos y de menor desarrollo humano, tiene una impresionante tasa de crecimiento económico combinado de seis por ciento anual, convirtiéndolo en el segundo continente de mayor desarrollo económico a nivel mundial después de Asia y por encima de América del Sur, Australia y Oceanía, América del Norte y Europa.
Los pronósticos económicos para África son que el continente rebasará a Asia en cinco años en términos de crecimiento económico. Aunque continuará siendo el más pobre a corto y mediano plazo, su economía será la de más acelerado crecimiento, lo cual podr ía cambiar las perspectivas económicas de África a largo plazo. Ello no ha pasado desapercibido para Haití, país que ha identificado acertadamente la amplia gama de oportunidades para negocios, inversiones, turismo y crecimiento económico que le abriría una relación más estrecha con África.
Existen otros ámbitos de política de la Unión Africana que pudieran resultar de interés para Haití. Las políticas de promoción de la paz pudieran ser una de ellas. Haití ha sido, desde 2004, objeto de una operación de mantenimiento de la paz compuesta de funcionarios civiles y militares.
Sin embargo, dicha operación, conocida como MINUSTAH, de la ONU y de la OEA y compuesta por personal de países suramericanos como Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, Chile y otros, no ha contado con el apoyo de varios sectores de la opinión pública haitiana.
Como miembro de la Unión Africana, esta organización podría aportar personal y, de esta manera la comunidad internacional podría mejorar sus posibilidades de asistir a la reconstrucción y estabilización de Haití. Este tipo de operación no puede tener éxito si no cuentan con la legitimidad de la aprobación de la opinión pública del país objeto de la operación. La participación de países africanos sería positiva ya que parte del problema actual es que sectores de la opinión pública haitiana no se identifican con los países que han enviado tropas de paz.
El ingreso de Haití a la Unión Africana sería beneficioso para Haití también desde una perspectiva diplomática. Haití comparte importantes objetivos diplomát icos con Á f r ic a . Ya se ha hecho mención de la descolonización, proceso que Haití apoyó desde la ONU. Durante los 1970, Haití compartió con los estados africanos el apoyo al Nuevo Orden Económico Internacional.
Haití también forma parte del acuerdo ACPUnión Europea. Este acuerdo le provee ventajas comerciales a los países de África, el Caribe y el Pacífico en el mercado de la UE y ha provisto otro marco de unión entre Haití y África desde 1975. En la actualidad Haití comparte con éstos el apoyo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, una iniciativa para disminuir la pobreza extrema y el hambre, lograr la educación universal hasta los 16 años, fomentar la igualdad de géneros, mejorar la salud materna, combatir el HIVSIDA, y establecer una política de sustentabilidad ecológica.
Los índices de desarrollo humano de Haití son más parecidos a los de África que a los del resto de América Latina. Haití figura entre un grupo de 48 países conocido como Países menos Desarrollados, entre los cuales figuran 33 países africanos, 14 asiáticos y Haití.
Es lógico que Haití se haya unido a los países africanos en promover este programa de Naciones Unidas ya que los Países menos Desarrollados son los que más se benefician de esta iniciativa. Por las significativas similitudes económicas, culturales y de desarrollo humano de Haití con África y por los potenciales beneficios no debe sorprender que la nación caribeña quiera ingresar a la Unión Africana como miembro asociado.
El autor es profesor de Ciencia Política en el Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR.