La decisión del gobierno haitiano de solicitar ser un estado miembro asociado de la Unión Africana (UA), ha sido sin duda una elección pertinente. Haití tiene profundas raíces africanas en muchos niveles. Como Marcus Garvey dijo, "un pueblo sin el conocimiento de su historia, origen, cultura, es como un árbol sin raíces".
Los haitianos tienden a olvidarse de esto debido a los miles de kilómetros que separan a las dos territorios. Pero, cuando un haitiano tiene la suerte de visitar cualquiera de los 54 países africanos del continente, siente íntimamente la importancia de este enlace especial. Benín, por ejemplo, un país desde donde se enviaron muchos esclavos a Haití, es realmente como la cuna y alma mater para muchos haitianos.
Sin embargo, este interés por acercarse a África no debe basarse sólo en las emociones. Hay una necesidad de un enfoque realista y pragmático debido a los problemas actuales de Haití, las turbulencias causadas por el manejo inadecuado de los recursos, las protestas antigubernamentales, los desastres climáticos y la participación de altos funcionarios en actos de corrupción.
Tras su solicitud a la UA, el ministro titular Laurent Lamothe expresó a través de su entonces jefe del gabinete Ady Jean Gardy, que quería por lo menos tres cosas:
– Asistencia técnica a los miembros de la Unión Africana
– Ayudar en las discusiones de los países africanos con respecto a la cancelación de la deuda soberana. Cabe señalar que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han cancelado gran parte de la deuda externa de Haití y de 27 países africanos, siguiendo algunos criterios específicos. Pero hay cinco países africanos elegibles que no se han beneficiado aún de este proceso: Chad, Comoros, Eritrea, Somalia, y Sudán. En cualquier caso, la cancelación de la deuda está bien pero tiene un costo. Implica la imposibilidad del país de pedir prestado dinero por algún tiempo. Para más información al respecto ver el siguiente enlace: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/hipc.htm
– Ayudar a estos países para superar los obstáculos que los impiden encontrar fondos en los mercados financieros mundiales.
A nuestro juicio, estos deseos son recomendables pero demasiado ambiciosos, huecos y poco realistas. Haití se ha convertido en víctima de graves deficiencias estratégicas que datan de Jean Claude Duvalier. El liderazgo gubernamental haitiano se ha caracterizado por la ausencia de políticas económicas productivas. Por lo tanto, dado que uno de los objetivos de la Unión Africana es elevar las condiciones de vida de los pueblos africanos, Haití debe tener como primera prioridad:
1) Profundizar, aprender, y analizar algunas historias de éxito del continente africano y de las islas extracontinentales, como por ejemplo: Bostwana y el Cabo Verde, dos espacios económicos que experimentaron un asombroso crecimiento económico durante estos últimos años.
– El ejemplo de Bostwana es importante. Tiene una superficie 40 veces mayor a la de Haití y más de dos millones de habitantes. A pesar de algunos problemas concretos como la prevalencia de SIDA, presenta un crecimiento económico similar a la nación China (más de 7%) y una tasa de crecimiento per cápita substancial. El ingreso promedio anual actual de un ciudadano de Bostwana supera US$ 16, 000. Además, Botswana hizo lo que Haití no hizo durante el último medio siglo: aplicó políticas económicas y estrategias convincentes.
– Haití también debe mirar la historia de éxito de las islas de Cabo Verde, justo al oeste de Senegal, donde la motivación cívica, el capital social y una disciplina financiera estricta han provocado una bonanza económica, fundamentalmente a través del turismo.
– Los funcionarios haitianos deberían intercambiar ideas con los funcionarios de estos países. También deberían realizar seminarios periódicos para entender de una manera constructiva por qué también algunos países africanos tienen dificultades para crecer.
2) Los funcionarios haitianos deberían conceptualizar algunos proyectos junto con el sector privado en el sector agroindustrial, por ejemplo, para tener acceso a fondos del Banco Africano de desarrollo. Expertos africanos en este campo, no los burócratas tradicionales, deberían allegarse a Haití para compartir sus experiencias, sobre todo en la cuestión de la prevención y gestión de desastres (inundaciones).
3) Cuando sea apropiado, hay una necesidad de ambas partes a intercambiar información sobre delincuencia transcontinental como tráfico de drogas o células de terrorismo.
4) Haití y sus hermanos africanos también tienen una rica cultura. Debe haber un flujo regular de intercambios en artesanía, pintura, espiritualidad, estudiantes, profesores, entre ambos. Todo esto debe basarse en una visión global equilibrada y la tolerancia.
La activación de los enlaces entre Haití y África es un proceso natural. Pero, un enfoque pragmático pero no demasiado emocional y simbólico debería ser la base de estas relaciones transcontinentales para evitar una grave decepción y el despilfarro de escasos recursos y tiempo.
El autor es un economista y consultor independiente de Haití.