“Para romper las reglas, primero hay que conocerlas bien”. O al menos eso es lo que dice el refrán. Es decir, que si ahora los medios de comunicación han decidido saltarse la norma por la que no se hacían públicos los casos de suicidio deberíamos saber por qué se impuso esa normativa y cuáles son las razones para desecharla ahora.
Desde 2008, la crisis ha agravado considerablemente las condiciones de vida de numerosas familias a nivel internacional. Hogares con todos sus miembros en paro, desahucios, incremento del nivel de pobreza… son sólo algunos ejemplos del sufrimiento que toleran ciertos sectores de la población. Situaciones dramáticas pero difíciles de ilustrar en ocasiones.
Sin embargo, los medios de comunicación han hallado una forma de mostrar este dolor al mundo, y de paso conseguir más clicks: los suicidios. Hace años, se acordó no sacar a la luz aquellos casos en los que una persona se quita la vida, independientemente de los motivos que le llevaran a tan dura decisión. Y se hizo para evitar el conocido ‘efecto Werther’ o ‘efecto llamada’, del que hablaremos más adelante.
Ahora, al menos en España, no hay semana en que no se publique el caso de un hombre en Granada que se ahorcó cuando iban a desahuciarle, una exconcejal del PSE que se tiró por el balcón en Barakaldo antes de que la echaran de su casa, o el menos conocido caso del joven de las Palmas de Gran Canaria que se tiró por un puente cuando se le acumularon los problemas, entre ellos una orden del banco obligándole a abandonar su piso.
Todas estas noticias tienen el denominador común el drama social de los desahucios como motivo que impulsaron a estas personas al suicidio. Teniendo en cuenta que cada día hay en España más de 150 ejecuciones hipotecarias, ¿nunca hasta ahora se había quitado la vida nadie por este motivo?
Efecto Werther o llamada
Una de las primeras asociaciones conocidas entre el suicidio y los medios de comunicación surgió de la novela de Goethe Leiden des jungen Werther (Las penas del joven Werther) publicada en 1774. En esta obra, el protagonista se pega un tiro por desamor. Tras su publicación, se detectó un aumento del número de suicidios imitando esa misma forma de morir. De hecho, las autoridades de Italia, Alemania y Dinamarca llegaron a prohibir la novela. De ahí que el efecto llamada sea conocido también como ‘efecto Werther’.
Además, según los sociólogos, este efecto imitativo de la conducta suicida es más probable que se produzca cuando el modelo es una persona famosa. Así, el índice de suicidios aumentó de forma considerable tras la muerte de Marilyn Monroe en 1962 o la de Kurt Cobain en 1994, especialmente entre los jóvenes.
Por tanto, aunque no está científicamente probado al cien por cien, existen evidencias más que suficientes que demuestran que dar publicidad a los suicidios puede provocar un aumento de los mismos, sobre todo entre la población más vulnerable.
Responsabilidad de los medios
De modo que, si existen tantas contraindicaciones, tantas señales para los periodistas y medios, ¿por qué ahora se publican este tipo muertes? Hasta la propia OMS incluyó en su programa de prevención del suicidio (SUPRE, en sus siglas en inglés) un manual para periodistas alertando sobre la influencia perjudicial de los diarios y las televisiones:
“El suicidio es tal vez la forma más trágica de terminar con la propia vida. La mayoría de las personas que se plantean la idea del suicidio son ambivalentes. No están seguras de querer morir. Uno de los muchos factores que pueden llevar a una persona vulnerable al suicidio es la publicidad sobre este tema en los medios de comunicación. La forma como estos medios informan acerca de casos de suicidio puede influir en otros suicidios”.
Sin embargo, tampoco se apuesta por un ocultamiento completo de este tipo de información. Es decir, informar sí, pero informar bien, siendo conscientes de la responsabilidad que tienen los periodistas y medios de comunicación y del impacto que tienen en la sociedad. De hecho, informar del suicidio de manera “apropiada, exacta y potencialmente útil a través de medios progresistas e inteligentes puede prevenir una trágica pérdida de vidas”. No obstante, hay que evitar una cobertura repetitiva del suicidio, ya que podría producirse una “normalización” de esta conducta.
Por tanto, a pesar de que los suicidios son noticias “jugosas” informativamente hablando (interesan socialmente, acaban siendo de las más leídas, clicks, visitas, etc.), se plantean muchas dudas. ¿Informar sí o no? ¿Solo de aquellos casos relacionados con la crisis? ¿Qué impacto puede tener en el resto de personas, sobre todo en aquellas más susceptibles? ¿Hasta qué punto aporta información que alguien se quite la vida? ¿Se ilustra mejor la crisis así? ¿Por qué ahora, por qué no se empezó a informar hace cuatro años? Son preguntas que cada redactor y cada editor ya sea de prensa, radio, televisión o Internet debería plantearse antes de lanzarse a publicar la noticia de la desesperación de un hombre o una mujer que acaba con su propia vida.
Fuente Contra-escritura