¡Que restructuren la deuda! ¡Que restructuren el Gobierno! ¿Qué restructuren la Universidad? Ya entramos en aguas turbias. Son las aguas que navegan los once barcos con sus once capitanes y el general que apenas dirige la flota. Los barcos se hunden poco a poco. Nadie se está dando cuenta, pero cada vez hace falta más. Falta dinero para el mantenimiento, falta dinero para mejoras, falta dinero para entrenar a los capitanes de mañana, pero también falta la voluntad de hacer algo al respecto.
Entonces llega el de afuera. El que, desde otro barco, ve lo que los que trabajan en las entrañas de la flota le han dicho una y otra vez a sus superiores. Que la eficiencia es baja, sino nula, que el costo de mantener la operación es más alto de lo que debería ser, que hay que disminuir el peso innecesario en las naves. Más radical que todo eso: que cobrarle más a los tripulantes debe ser la última opción. ¿La reacción a esta innegable realidad? Resistencia. Esa resistencia que se puede comparar solo a aquella que tiene quien no quiere soltar el timón, que prefiere hundirse con la nave antes de permitir que alguien tan siquiera insinúe que hay una mejor manera de hacer las cosas.
¿Y qué pasa entonces? Se vuelve a las discusiones para “resolver el problema”. De esas discusiones surgen otras discusiones para “resolver los problemas” de la primera discusión y así siguen. Durante todo este proceso existe la apariencia de un consenso para mejorar la situación. Pero ese consenso no es de comunidad, es de sectores, que logran muy poco por sí mismos. La flota se sigue hundiendo. Con el agua al cuello, cada vez hay menos opciones. El salvavidas está echado y todavía estamos pensando si lo agarramos o no.
No notamos que este es el principio. Que hay que ver los barcos desde afuera para remendarlos, cambiar las velas y remozarlos. Para eso, hace falta desprendimiento de todos. El compromiso que requiere la Universidad de nosotros hoy es mayor que nunca. Por eso debemos considerar aquellas propuestas de reestructuración que sirvan a los mejores intereses colectivos con tal de salvarnos todos. Si no, la flota se hundió.
El autor es representante estudiantil ante la Junta Universitaria, pertenece al Consejo General de Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico y es estudiante de la Escuela de Derecho en esa institución.