El cumpleaños 86 de Gabriel García Márquez el pasado 6 de marzo posibilita reflexionar sobre una trayectoria cuya aportación rebasa lo literario.
Conocido por su emblemática novela Cien años de soledad (1967), el escritor colombiano presentó al mundo una Latinoamérica tanto mítica como veraz a través de la corriente literaria del realismo mágico. Lo fantástico convive con lo cotidiano, y es esa capacidad de combinar maneras de ver la que García Márquez trasladó a la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la Escuela Internacional para Cine y Televisión (EICTV).
El premio Nobel de 1982 inició su relación con el periodismo cuando estudiaba derecho en la Universidad Nacional de Colombia, que pronto abandonaría, y en 1948 se hizo columnista diario en el recién fundado periódico El Universal.
Gran parte de su obra concilia el periodismo con la literatura mediante una técnica reporteril, como es el caso de Cien años de soledad donde el autor documenta detalladamente la historia de la familia Buendía desde después de Simón Bolívar, libertador de América, hasta los años treinta del XIX.
La FNPI surge como respuesta a una antigua preocupación de García Márquez por “estimular las vocaciones, la ética y la buena narración en el periodismo” de Colombia, los países iberoamericanos y el Caribe, según el portal web de la organización. El objetivo ha sido contribuir a la formación de periodistas con talleres, seminarios y otras actividades, que tratan aspectos como la ética, la sostenibilidad, la calidad y el desarrollo profesional periodístico.
En 1994, el escritor estableció la FNPI junto con Jaime García Márquez, su hermano y colaborador, y Jaime Abello Banfi, entonces director del Canal Regional de Televisión del Caribe colombiano (Telecaribe).
Aparte de trabajar desde su sede principal en Cartagena de Indias, la FNPI ha visitado Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, Argentina, México, España, Nicaragua y demás ciudades de Colombia. También, ha contado con ponencias de Jon Lee Anderson, Alberto Salcedo Ramos, Juan Villoro y Martín Caparrós.
Asimismo, Cien años de soledad sirve para comentar una visualidad en la obra de García Márquez, que aunque literaria, extrae mucho del cine. Son memorables imágenes como la de la muerte de José Arcadio, el padre, cuando llueve a cántaros del cielo minúsculas flores amarillas, así como la del hilo de sangre que atraviesa el pueblo de Aracataca y conduce a Úrsula hasta el cadáver de José Arcadio, el hijo.
El escritor fue el primer columnista de cine en Colombia al integrarse en el periódico El Espectador en 1954. Por otra parte, se cree que varias películas mexicanas de la década de 1960 fueron escritas por García Márquez, quien llegó a firmar guiones y escritos con seudónimo. Algunos ejemplos son “El gallo de oro” (1964), de Roberto Gavaldón y “Tiempo de morir” (1966), de Arturo Ripstein.
La EICTV es un proyecto docente y cultural, radicado en San Antonio de Baños, Cuba, centrado en la producción audiovisual. Esta escuela promueve la formación artística con una filosofía particular “de enseñar no a través de maestros profesionales, sino de cineastas activos, capaces de transmitir conocimientos avalados por la práctica, la experiencia en carne viva, una constante actualización”, según el portal web de la institución.
Estudiantes de Latinoamérica, África y Asia ingresan anualmente a su Curso Regular, que está divido en tres etapas: Polivalencia, Especialización y Tesis. Otros participan en sus talleres internacionales, de altos estudios, extramuros o de pre–grado, que corresponden a un sistema de educación continuada.
En 1986, García Márquez estableció la EICTV junto con Fernando Birri, poeta y cineasta argentino, y Julio García Espinosa, realizador y teórico cubano, como filial de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL), que todavía preside el escritor colombiano.