La utilización, ilegal e inmoral, de los fondos externos para la investigación en el sistema universitario público del país ya no es un secreto a voces. La “vergüenza ajena” la sufrimos todos/as los que siempre hemos investigado con dedicación e integridad teniendo por norte el interés institucional y la formación de nuestros estudiantes. No obstante reconozco que, al igual que ha ocurrido en el resto de nuestra sociedad, la falta de valores ha llevado a algunos colegas a pensar que la investigación con fondos externos es fundamentalmente una fuente para el enriquecimiento personal. Por eso se inventaron reglas para la utilización de fondos externos para la investigación que siempre supieron que eran contrarias a las leyes y reglamentación federal. Por eso utilizaron los fondos externos para la investigación para, simultáneamente, liberarse de sus responsabilidades docentes mientras se asignaron un sobresueldo. Por eso se asignaron a sí mismos los fondos que debieron ir a sus unidades académicas para la contratación de profesores para ofrecer los cursos de los que se “liberaban” para investigar, socavando la oferta académica a que tienen derecho todos/as los estudiantes que se matriculan en la Universidad de Puerto Rico. Esto último, más que una violación de ley alguna que vela por la sana utilización de los fondos externos para la investigación es un robo a la Universidad de Puerto Rico y a sus estudiantes…sin hablar de la sobrecarga académica que ha supuesto para los/as que no se “liberaron” de dar clases porque no “compraron su tiempo” y asumieron responsabilidades por los/as irresponsables.
El país completo sabe todo lo que he mencionado en términos generales…pero nosotros/as lo sabíamos hace tiempo y hasta que unos colegas valientes de Ciencias Naturales y de Ingeniería lo denunciaron a la National Science Foundation (NSF), todo continuó bajo un velo de total legitimidad y con el aval formal (gracias a unas enmiendas fatulas al reglamento de investigación en el 2007) de las autoridades universitarias de todos los colores políticos partidistas. Ni el Departamento de Justicia local ni el FBI nos tienen que contar la triste historia. Además, (como todos/as también sabemos), la situación no se limita a las Ciencias Naturales ni a los fondos de la National Science Foundation. Los mismos procedimientos fraudulentos han ocurrido con algunos investigadores que utilizan sin escrúpulos los fondos del National Institute of Health (NIH) y el National Endowment for the Humanities (NEH) o cualquier otra fuente de fondos externos, que se rigen por las misma leyes y reglas del Departamento de Educación Federal. En términos fiscales, una congelación o cancelación de los fondos de estas otras fuentes externas sería mucho más serio que lo ocurrido ya con la National Science Foundation (la posible pérdida se estima en unos 100 millones de dólares más)…a menos que, claro está, nuestro Presidente y la Junta de Síndicos decidan continuar subsidiando la barbarie con préstamos al Banco Gubernamental de Fomento.
Estos otros escamoteos a las agencias que proveen fondos externos para la investigación y a nuestra institución rebasan también a las facultades de Ciencias Naturales e Ingeniería. Han ocurrido en las facultades de Ciencias Sociales, Educación, Medicina y Humanidades de todo el sistema. Valga la aclaración, siempre hay que destacar que estas malas prácticas son exclusivas de una minoría de los “colegas” que sin escrúpulos, utilizan fondos externos para sus investigaciones al margen de la ética académica que rige a la inmensa mayoría. Esto, si no todos, muchos también los sabemos y lo hemos sabido por varios años, pero nuestras denuncias nunca han rebasado los ámbitos de las reuniones de departamentos y facultades o la advertencia verbal a Decanos/as, Rectores/as y Presidentes. Obviamente, dichas denuncias de pasillo y de foros internos no fueron suficientes para evitar el mal creciente.
El problema que confrontamos entonces es esencialmente uno de naturaleza ética. La indiferencia (por vergüenza o sin ella) no es la respuesta socialmente responsable si es que queremos recuperar la presunción de la honestidad académica que hemos perdido todos ante el país y la comunidad académica. Ante este desgraciado contexto histórico e institucional que nos ha tocado vivir, todos los docentes tenemos que, abiertamente y sin tapujos, repudiar las prácticas indebidas en el uso de fondos externos para la investigación porque, de lo contrario, el silencio nos hace cómplices de la corrupción…y eso no nos lo merecemos todos los que con tanto sacrificio hemos laborado para mantener el prestigio bien merecido de nuestro primer centro docente.
En este mismo espíritu de denuncia purificadora, debemos respaldar cualquier iniciativa para que se audite en detalle a todos/as los que han (hemos) utilizado fondos externos para proyectos investigativos en ánimo de deshacernos de las malas (además de ilegales e inmorales) prácticas de una vez y por todas. Además, resulta imprescindible que no haya impunidad para quienes nos han causado tanta vergüenza ajena dejando en un segundo plano nuestro norte pedagógico. En definitiva, no podemos permanecer indiferentes ante la corrupción y los/as corruptos no pueden pasar más por desapercibidos…ni formar parte de nuestra comunidad académica. Que caiga el sayo donde tenga que caer.