¿Será posible que el arte de escribir encierre la convivencia de la salvación y la maldición? Escribir poesía es una experiencia única y personal para cada autor. La poeta puertorriqueña Mairym Cruz Bernal describió esa experiencia como la mezcla entre la oportunidad que tiene cada autor de derramar en el papel la intensidad y el dolor de la vida personal, y la de ser la voz que anuncia y denuncia aquello que otros no pueden, no quieren o no sienten.
El pasado sábado, Cruz Bernal presentó su poemario Cielopájaro nuestro en la Librería Mágica en Río Piedras. Entre el público se encontraban los amigos más allegados y los familiares de la poeta, además de los interesados en la poesía contemporánea. Ese espacio intelectual sirvió para que interactuaran la declamación de poemas y las notas musicales del saxofón que tocaba Furito Ríos. Se logró mucho con esta fusión porque a la misma vez que se amistaban la melodía del saxofón y las palabras de los poemas de Mairym, el ambiente se tornaba más íntimo y propicio para que los allí presentes se acercaran a los versos. Por ejemplo, para Edward Aponte Núñez, joven estudiante que trabaja en la Mágica, la inclusión del elemento instrumental fue acertada porque permitió que volara la imaginación de los receptores.
Mayrim se percató de que era poeta a los 17 años de edad, cuando una amiga de la escuela le dijo que sus escritos eran poesía, y fue desde ese momento que ella supo que “estaba marcada por la maldición de ser poeta”. La relación de amor y odio que existe a la hora de escribir un poema se nutre de esa sensibilidad que manifiestan los poetas más que ninguna otra persona. Aunque son privilegiados porque pueden comunicar lo que sienten en verso, la profundidad con la que interpretan los acontecimientos de la vida los conduce a esa maldición de la que habla Cruz Bernal. Esta poeta puertorriqueña afirmó que su inspiración proviene del dolor, de la agonía, de lo que te “jamaquea” y no te deja igual.
Este poemario fue publicado en septiembre de 2012 por la editorial colombiana Senderos Editorial y se presentó en Arequipa, Perú durante la cuarta Feria Internacional del Libro de ese país, y en Bogotá, Colombia entre octubre y noviembre del año pasado. Mayrim Cruz Bernal presentó el libro en otros países primero que en Puerto Rico porque, según explicó, “he estado sintiendo (en la Isla) una fuerte depresión cultural que también yo asumí”. La poeta decidió organizar la actividad de presentación como antesala del quinto Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico, que comenzó ayer en el Recinto de Cupey de la Universidad Interamericana.
El libro es una recolección de 150 poemas, productos de casi diez años de trabajo, en los que Mairym se revela, confiesa los más oscuros secretos del alma y desnuda su ser interno. Los poemas incluidos en Cielopájaro nuestro son un estudio de lo fugaz y metaforizan la melancolía, lo que no se tiene, lo que se nos va, que para ella puede ser la persona amada, los hijos, la vida o la ilusión. La poeta realiza esta literatura confesional para comentar sobre lo duro que puede resultar la experiencia de vivir, por lo tanto, no es una poesía romántica o que enardece las relaciones de pareja. El poemario constituye su decimotercera publicación y desde que en 1995 escribió su primer libro, Poemas para no morir, se evidencia entre sus versos la misma voz íntima, fuerte y transgresora.
El poema titulado de la misma manera que el libro se puede interpretar como un paralelismo entre la puesta de sol y la posteridad de la vida del ser humano. Para Mayrim el cielopájaro es el atardecer que ve ahogarse todas las tardes en la laguna que está en la parte posterior de su casa. Es una comparación entre la fugacidad de la vida y el desaparecer del sol entre la quietud del agua de la laguna.
La conexión que existe entre la poesía y esta poeta puertorriqueña es tal que al preguntarle que cómo ella se visualizaba dentro de sus poemas contestó “yo soy una mujer hecha de palabras, desintegrada en esas palabras y vuelta a formar”. Más allá de la maldición que para esta poeta pueda significar el don de escribir versos, lo cierto es que la poesía y ella son una sola cosa.