A finales de la década de los 70 y en los 80, recorrió los escenario más prestigiosos del mundo, deleitando a los presentes con su voz de soprano. Su amplio registro, su gracia, y la singularidad de su timbre de voz, la colocaron entre las mejores diez cantantes de ópera del mundo, según los críticos de la época. Hoy, ofrece y comparte sus conocimientos y experiencias con sus estudiantes del Departamento de Música de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP).
Encontrar información de la trayectoria de Margarita Castro Alberty no es tarea compleja, pues prestigiosos periódicos como El País, de España y The New York Times, han reseñado la labor que le ha ganado el seudónimo “La Diva del Bel Canto”.
En resumen, la profesora universitaria fue invitada a las más importantes salas internacionales, interpretando, regularmente, los personajes protagónicos de Verdi, Puccini, y Donizetti, además de presentar recitales en los más prestigiosos festivales de música.
Esto, la llevó a ser galardonada con notorios premios de la Fundación Rockefeller, así como de los gremios de Baltimore Opera, Auditions of the Air, Chicago Lyric, Metropolitan Opera Council de Nueva York, Rochester and Syracuse Symphony y National Opera Institute.
En 1981, fue la primera cantante en recibir el Premio de Ópera Internacional en París, el cual considera el más memorable de su carrera. Posteriormente, recibió el Premio de Excelencia de la Crítica, la Medalla de la Fenice, la Medalla de la UNESCO, entre otros.
Pero, ¿Cómo es Margarita Castro Alberty? ¿Cómo comenzó su carrera artística? ¿Cómo fue el proceso de aceptar que ya no podría seguir cantando por motivos de salud? ¿Cuáles fueron sus experiencias más significativas? La prócer puertorriqueña, nacida en el pueblo de San Sebastián, conversó con Diálogo Digital.
Sus primeras experiencias con la música
Aunque su carrera profesional comenzó en 1977, desde muy niña Margarita sentía un gran amor por la música. Ya, para su graduación de primer grado, tenía a cargo una presentación artística. ¿Cómo surgió este amor por la música? ¿Qué factores influyeron?
“Desde pequeña, mi familia me lo enseñó. Las reuniones eran siempre con música, con canto; los paseos eran con canciones. Mi mamá, mi papá y mi hermano tenían muy bonita voz; todos cantábamos, y eso creó en mí una costumbre de cantar. Cuando yo era chiquita, todo el mundo me decía que yo era soprano. Y eso crea en uno… primero, el querer saber que soy una soprano, el querer ser lo que todo el mundo te dice. Desde muy pequeña, yo sabía que quería ser artista”, contó.
Su meteórica carrera profesional
A pesar de que Castro Alberty ha vivido tantas gratas experiencias, confiesa que hay una que marcó su vida y su carrera musical.
“A cada país que tú vas, especialmente cuando tienes una carrera así, meteórica -fue bien ligera-, uno siente que cada experiencia, que cada debut en cada teatro, es lo más importante. Pero, tengo que decir, que lo que me ha dejado más recuerdo fue en Francia, cuando verdaderamente me consagré. Cuando fui a París, la reacción de la crítica y del público fue tan especial, tan grande. Yo decía: 'No puedo creer que esto me esté pasando a mí'. Era, verdaderamente, una acogida donde tú dices: 'Bueno, aquí ya no hay duda. Ya yo llegué al estrellato, ya yo llegué a lo que yo quería ser'. De ahí en adelante, yo tuve una carrera bien por lo alto. Ese momento lo considero como el más memorable, porque fue en el que se abrió el mundo para dejar de ser una cantante trabajando, una cantante haciendo carrera, a simplemente llegar a ser una cantante de primera. Entrar a un mundo que deseaba entrar y no sabía si se me iba a realizar. Era un sueño. Yo no estaba tan segura de que eso iba a pasar”, admitió la soprano.
Castro comenta que “en Puerto Rico no estaba haciendo nada”, aparte de sus estudios. Fue a sus 26 años, cuando por medio de unas audiciones en el Metropolitan Opera House en San Juan, todo comenzó.
“De ahí en adelante yo entro a Julliard. Ya en segundo año, yo estaba dentro de la parte profesional de Julliard. Estaba empezando a hacer una carrera, cantando mis óperas en Nueva York con mucha aceptación. De ahí en adelante, mis ofrecimientos y representaciones no eran en un concepto de estudiantes, sino yo salí de estar en Julliard a cantar con cantantes de primera, con los cantantes más famosos de ese momento y que todavía son famosos. Por eso digo que mi carrera fue meteórica; llegué a la cima en poco tiempo. Ya en el 80 estaba contratada para el Metropolitan Opera y todos los grandes teatros de la ópera”, recuerda Castro Alberty.
Su enfermedad: el final de su carrera
Todo iba demasiado bien. Fue entonces cuando la diabetes gestacional se convirtió en la primera señal del fin de su carrera como cantante. Cuatro años después, la diabetes se había convertido en un problema más severo. En 1997, Margarita dejó de cantar ópera, y desde el 2005 no ha vuelto a cantar.
“Uno se da cuenta que ya no tiene la misma energía, pero eso no impidió que uno siguiera cantando. Poco a poco vienen más achaques, y yo decidí dejar de cantar antes de que se dijera que ya yo no podía cantar. Me daba cuenta que me daba trabajo, que ya no cantaba con la misma facilidad que lo hacía antes. Dije: ‘Esto es un sufrimiento más que un placer’, y cantar es un placer; lo que yo hacía, para mí, era lo más maravilloso del mundo. Yo cantaba solamente personajes principales, las grandes heroínas, el personaje principal siempre, que son los que más exigen. Así que, antes de quedarme sin voz, yo decidí dejar de cantar. Uno siempre añora el poder estar en las tablas, pero todo se pasa, se transfiere, y yo disfruto viendo a mis estudiantes haciendo lo que yo hacía, y lo que yo siempre disfruté”, dice la profesora con franca resignación.
Recuerda con nostalgia las características que la posicionaron en tan alto sitial. “El tipo de voz, tenía una voz con un registro muy amplio, tenía una voz hermosa. A mí me gustaba mucho la interpretación. El dramatismo y mi facilidad vocal. Para cantar uno tiene que tener un ángel. No todo el mundo tiene la suerte, aún siendo muy bueno. Papa Dios me bendijo con eso, y me ayudó”.
Enseñando en el campus riopedrense
Y así, pasó a ser profesora de la UPR-RP, donde admite que no existen las condiciones y recursos adecuados para que los estudiantes de canto puedan desarrollarse al máximo.
“Música es un departamento que tiene muchas limitaciones. A pesar de que se trata mucho y que tenemos muchísimo talento, tenemos muchas necesidades. No tenemos las facilidades que tiene el Conservatorio, solo tenemos una hora a la semana de canto, los estudiantes no tienen pianista, no tienen un teatro donde desarrollarse. Y sobre todo, no tenemos quien entrene musicalmente. Se le dan clases de música, pero no hay entrenadores musicales de ópera, de canto. Los dos profesores que estamos, tenemos que enseñar desde el idioma, la interpretación, canto, entrenamiento musical, enseñarle las óperas. Yo me las busco como puedo, igual que el otro profesor, para conseguir dinero y pagar un pianista, pero son limitaciones que poco a poco se han acrecentado con las necesidades que ha pasado la universidad en estos años”, lamenta.
En la universidad, ha estado a cargo de producciones musicales exitosas, tales como La Medium, Evita, y La Finta Jardinera. En estas, fungió como directora vocal y directora general, junto al grupo que creó, Jóvenes Universitarios de la Ópera.
Aunque muchos piensen que la música clásica y la ópera son elitistas, ella no lo considera así. En la universidad, ha logrado apelar a estudiantes que no conocían ni gustaban de la ópera, y, ahora, se han convertido en fanáticos. Sin embargo, acepta que la música popular es más reconocida y aclamada en Puerto Rico.
“[La música clásica] no se valora como se valora la música popular, que es mil veces mejor pagada, pero cuando se aprende, cuando se logra conocer la música clásica y la ópera, la gente la quiere. Lo que pasa es que aquí, lamentablemente, se tira todo el mundo para complacer las personas y darle lo que más fácil se les haga, y no nos vamos mucho por el aprendizaje. Yo siempre le digo a mis estudiantes: ‘Ustedes están un una universidad, y vienen a aprender aquí lo que no aprenden en la calle, porque para aprender bolero y bailar salsa, eso se hace en la calle y se aprende en la calle. Tú aprendes un bolero hasta oyéndolo en la radio, pero esto requiere de un aprendizaje más especial”, opina.
Homenaje a su trayectoria
Mañana, de 10:00 a. m. a 1:00 p. m., la trayectoria artística de Margarita Castro será homenajeada por el Seminario de Humanidades, del Departamento de Humanidades de la Facultad de Estudios Generales. Como preludio a los 70 años de esta facultad, en el Teatro de la UPR-RP mostrarán una antología de la pletórica obra de esta gran artista, en sus diversas facetas creativas e interdisciplinarias. Se exhibirá y comentará, con esta soprano lírico-dramática, documentación visual y de audio –incluyendo imágenes nunca antes vistas– de sus más importantes producciones en teatros alrededor del mundo y en Puerto Rico. Se trata, a su vez, de un encuentro con varias protagonistas que interpretó y de disfrutar de algunos de sus exquisitos recitales y canciones.
La actividad será libre de costo y abierta a toda la comunidad universitaria y al público en general.