“Yo entro y no sabía qué era una biopsia ni nada de eso, pero ya tenía como que una corazonada de que algo estaba raro, algo estaba mal. Me dicen que tenía una masa ahí [en el cuello], pero esa no es la que preocupaba, que la que preocupaba es la que tenía en el pecho, que era de cuatro pulgadas. Y pues ya yo, no sé por qué, pero caí como que eso tenía que ser cáncer porque si está creciendo tanto, tengo una aquí, tengo una acá y yo pues ok, whatever, normal”, dijo el joven Robinson De Jesús Romero.
Cuando De Jesús Romero habla de su experiencia con el cáncer de forma tan natural y optimista, a sus escasos 21 años de edad, se puede perder de perspectiva que esta enfermedad es una de las principales causas de muerte en el mundo.
El estudiante de Psicología de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPR-RP) fue diagnosticado con cáncer cuando culminaba el segundo semestre de su primer año de bachillerato. No obstante, actualmente está en remisión, de acuerdo a los últimos análisis realizados el pasado mes de marzo.
Inicialmente fue al doctor porque tenía una masa en el cuello, pero a raíz de varios estudios encontraron que había otra masa de cuatro pulgadas en el pecho. Después de una serie de análisis, el doctor confirmó que tenía un tipo de cáncer llamado Linfoma Hodking.
“[El diagnóstico] me impactó obviamente, pero nunca pensé como que se va a acabar el mundo”, comentó De Jesús Romero. Indicó que prefirió enfocarse en las personas que habían sobrevivido, en vez de aquellos que murieron por esta enfermedad.
Mostrando la pequeña cicatriz que tiene en el cuello, explicó que le extirparon ese tumor, pero tuvo que coger quimioterapia porque el que tenía en el pecho era inoperable. Mientras recibía tratamiento completó el semestre con excelentes calificaciones y, además, terminó de escribir un libro para una de sus clases. “Nunca me detuve de hacer lo que quería por una condición; no quería que la condición me definiera”, añadió.
De todo el proceso, lo más que le preocupaba a este joven universitario era precisamente su formación académica, pues su meta a largo plazo es completar un doctorado en neuropsicología. De hecho, una de las cosas que más lamentó en el momento fue perder un internado de verano en los Estados Unidos al que había sido aceptado.
“Me daban quimio por una semana, salía domingo y el lunes ya estaba en clase… Siempre me mantenía activo porque si me mantengo pensando en lo que tengo no iba a moverme para al frente”, añadió el joven, que también es bailarín e imparte clases de baile en un colegio.
Señaló que la gran mayoría de sus profesores fueron comprensivos con su situación, por lo que el proceso fue más llevadero. Además, destacó que cuando se reincorporaba a la clase “daba como que el 110% porque tenía que estar a la par con todos los demás [compañeros]”.
Según la página de la Asociación Americana Contra el Cáncer, el Linfoma Hodking se origina en los glóbulos blancos, que son parte del sistema inmunológico. El cáncer se origina cuando las células del cuerpo comienzan a crecer de forma descontrolada, estas pueden extenderse a casi todas las partes del cuerpo.
“Tengo que vivir no solamente por mí”
Luego de meses de tratamiento estuvo en remisión por un tiempo y volvió a recaer. En esta ocasión el tratamiento fue mucho más agresivo y recibió un trasplante de médula ósea, por lo que estuvo aproximadamente un mes hospitalizado, incluyendo un tiempo en cuarentena.
“Yo pasé de todo en el trasplante, se me hinchó la cara… la piel se me marcó, me quede sin respiración como dos veces durante el tratamiento y también en el trasplante”, contó De Jesús Romero.
En esta ocasión resaltó el cuidado y la compañía incondicional de su mamá, quien lo acompañó durante todo el proceso del trasplante e intentó darle fortaleza en todo momento, aunque él sabía que sufría al verlo en esas condiciones.
“Verla así me motivaba a mí a verme más fuerte todavía para que ella no sufriera por mí. Siempre me mantuve fuerte, no tanto por mí sino por la gente que me rodeaba”, dijo.
Durante el proceso del trasplante, compartió la habitación con una niña de aproximadamente dos años de edad. Según dijo, la pequeña lloraba casi todo el tiempo, pero de repente dejó de escucharla y fue porque la llevaron a emergencias. Algunos días más tarde, los papás de la niña tocaron a la puerta del cuarto para informar que ella había fallecido y le dieron $200, que inicialmente tenían reservados para el tratamiento de la pequeña.
“Más que el dinero, sentí como que un pase de la vida de esa niña… En ese momento me di cuenta que si yo salgo de esta como que tengo que vivir no solamente por mí sino por todas esas personas que han muerto, que no han podido superar esa condición”, expresó De Jesús Romero en tono reflexivo.
El pasado mes de marzo le realizaron los análisis rutinarios que le hacen cada seis meses y salieron negativos para cáncer. “Yo estaba súper nervioso porque, de todo, lo único que me puede tumbar es ese momento… Pero cuando me dijeron que estaba bien, todo súper bien, se siente un alivio bien brutal, y tú ves la vida como que bien diferente”, comentó con una amplia sonrisa en su rostro.
Contó que, para manejar la tensión que le produce conocer los resultados de estas pruebas de seguimiento, días antes de conocer los resultados, hace planes futuros tanto en caso de que salga positivo, como en caso de que el resultado sea negativo.
En esta ocasión, sus planes son realizar un internado de verano en Estados Unidos e irse de intercambio a España. Al culminar las clases en España, y como parte de su bucket list, planifica quedarse como mochilero por Europa. “Lo que me da miedo a veces es hacer el bucket list muy largo porque no quiero quedarme corto… [así que] lo hago de cosas posibles mientras va pasando el tiempo”, expresó.
“Mi pasión es la experiencia, mis metas y yo no quiero que nada me pare de esas metas, puede pasar lo que sea y yo siempre voy a alcanzar las metas”, concluyó con su característica sonrisa y un destello cargado de vitalidad en sus ojos.