Un atento público se reunió recientemente para revisitar la presentación de los hallazgos arqueológicos del Hombre de Puerto Ferro en los predios exteriores del Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico. El comité organizador del evento presentó a los conferenciantes, la arqueóloga Yvonne Narganes Storde y el antropólogo forense Edwin Crespo, haciendo hincapié en la pericia que ambos tenían del contenido investigativo e histórico del tema.
Después de una obligatoria pero ligera introducción y listado de credenciales hecho por la organizadora Sabrina Ramos, en la que nos enteramos de que el doctor Crespo es el único antropólogo forense de su calibre en la Isla y el Caribe, los conferenciantes se dividieron el tiempo para sus dos ponencias, comenzando con Narganes. La arqueóloga presentó fotografías del yacimiento en Puerto Ferro y detalló su participación en el proyecto desde la década del noventa.
La exhibición en el Museo de la UPR se tituló “El Hombre de Puerto Ferro” debido a los restos de un indígena que se encontraron enterrados en un sector de Vieques que lleva ese nombre. En la segunda parte de la actvidad, Crespo hizo un recuento de los hallazgos de su investigación forense y detalló lo aprendido después de estudiar la tumba de este antepasado boricua. “Nuestra historia como pueblo es milenaria”, afirmó con emoción, haciendo de lo que podía ser un tema seco o difícil de entender, uno grato para el público general.
Indicó que el sexo del esqueleto se determinó al analizar su cráneo ya que el cráneo masculino comienza a distinguirse del femenino desde los años de la adolescencia. Se estima que el Hombre de Puerto Ferro murió entre las edades de 35 a 40 años, más o menos la expectativa de vida hace 30 mil años. Otro dato impresionante que debemos a los estudios tafonómicos de Crespo es la dieta del hombre. La tafonomía, según definida por los científicos Behrensmeyer y Kidwell, es el estudio de los procesos de preservación y cómo éstos afectan la información del registro fósil. A través de esa disciplina forense es que podemos saber que el Hombre de Puerto Ferro tenía caries en su dentadura debido a que se alimentaba con mariscos como el carrucho y las ostras. Pero la población indígena a la cual este pertenecía no subsistía exclusivamente de la pesca sino que también eran cazadores y recolectores.
Los asistentes a la presentación, que incluían personas de todas las edades, desde niños, universitarios y adultos, miraban absortos las imágenes proyectadas de las piedras neolíticas enormes que rodean esta excavación arqueológica. “Nuestros indígenas la utilizaron de vivienda”, explicó Narganes, mientras trazaba la historia de la excavación.
Encontrado en el 1990 en el área de Puerto Ferro de Vieques, por el habitante de la Isla Nena, Charlie Tricoli, se especula que esa colección de piedras masivas que todavía se encuentran erguidas en su lugar de origen servían de albergue al aire libre para la población indígena puertorriqueña de hace aproximadamente treinta milenios. Narganes presentó varias teorías para explicar la presencia de ese lugar de vivienda particular. Podrían ser razones astrológicas o ecológicas, pero la más romántica de las posibilidades es la vista a la famosa bahía bioluminiscente de Vieques que se puede apreciar desde el punto alto donde se encuentra el yacimiento.
Narganes le dedicó una parte considerable de su corta ponencia a los intentos de conservación que se han dado para proteger ese tesoro histórico en el cual ella lleva trabajando más de una década. Demostró fotos de cómo el sitio fue vandalizado en el 1994 por un grupo de desconocidos que reacomodaron las piedras más pequeñas del yacimiento, aunque este estaba marcado como un área de excavación e investigación arqueológica, para hacer una fogata improvisada y aparentemente cocinar para una fiesta nocturna. El letrero que identifica el área que cubre el hallazgo ha sido destruido varias veces en los últimos veinte años en lo que Narganes llamó actos de “vandalismo cultural”. Ahora lo remplaza uno decorado por niños de una escuela local, pero Narganes insinuó que tenía pocas esperanzas de que durara mucho.
Una ronda de preguntas del público dio cierre a la concurrida actividad.