El informe El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA)concluye que, en conjunto, las regiones en desarrollo han hecho progresos significativos para alcanzar el objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre para el 2015. Esta meta se acordó a nivel internacional dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
Si la disminución promedio anual desde 1990 continúa al mismo ritmo hasta el 2015, la prevalencia de la subalimentación alcanzará un nivel cercano a la meta de los ODM sobre el hambre.
Sin embargo, un objetivo más ambicioso establecido en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) de 1996 -reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre para el 2015- no podrá cumplirse a nivel global, a pesar de que 22 países ya lo lograron a finales del 2012.
Los datos revelan que la gran mayoría de las personas que pasan hambre en el mundo viven en países en desarrollo, mientras que unos 15.7 millones radican en países desarrollados.
El informe no sólo mide el hambre crónica, sino que presenta un nuevo conjunto de indicadores para captar las múltiples dimensiones de la inseguridad alimentaria. En algunos países, por ejemplo, la prevalencia del hambre puede ser baja, mientras que al mismo tiempo las tasas de subalimentación pueden ser muy altas, como lo demuestra la proporción de niños con retraso del crecimiento o con falta de peso.
El constante crecimiento económico en los países en desarrollo fue reseñado como una de las razones que ha mejorado los ingresos y el acceso a los alimentos.
Además, el crecimiento de la productividad agrícola, apoyado por el aumento de la inversión pública y el renovado interés de los inversores privados en la agricultura, aumentó la disponibilidad de alimentos.
Según el informe de las tres agencias internacionales, son destacables las cifras de América Latina y el Caribe, región que registró un descenso de más de dos millones de hambrientos con respecto al último informe de 2012. La FAO señaló la región como la de mayor avance a nivel mundial.
“Si bien esta es una cifra que nos tiene que alegrar a todos, no nos podemos conformar mientras en nuestra región no tengamos Hambre Cero”, dijo el representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Raúl Benítez.
Los datos muestran que en la región 20 países han reducido a la mitad la prevalencia de subalimentación. A este logro ha contribuido una combinación de factores, como un sólido crecimiento económico durante décadas, una mayor apertura al comercio y, como en el caso de Nicaragua, la estabilidad política y las favorables condiciones del mercado internacional.
En los países caribeños y latinoamericanos se puede observar un renovado compromiso político con la erradicación del hambre, con ejemplos concretos en lugares como México, que lanzó su Cruzada Contra el Hambre, en los órganos legislativos como el Parlamento Latinoamericano (PARLATINO) y también en los organismos de integración regional como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
A pesar de los progresos alcanzados en todo el mundo, persisten marcadas diferencias en la reducción del hambre. Los progresos de África subsahariana son modestos, pues sigue siendo la región con la prevalencia más alta de subalimentación.
Se calcula que uno de cada cuatro africanos (24.8%) padece hambre. Tampoco se observaron avances en Asia occidental, mientras que Asia meridional y África del Norte fueron testigos de un lento progreso.
Un informe que lleva por título Sistemas alimentarios para una mejor nutrición indica que aunque todavía cerca de 870 millones de personas pasaban hambre en el mundo en 2010-2012, son tan solo una parte de los miles de millones de personas cuya salud, bienestar y vida se ven malogradas por la malnutrición.
Hay dos billones de personas que sufren de una o más deficiencias de micronutrientes, mientras que 1.4 billones tienen sobrepeso, de los cuales 500 millones son obesos, según el informe.
El 26% de todos los niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento y el 31% sufre de deficiencia de vitamina A.
El informe subraya que el crecimiento económico es la clave para el progreso en la reducción del hambre, pero no puede llevar a más y mejores empleos e ingresos para todos, a menos que las políticas se dirijan específicamente a los pobres, especialmente en las zonas rurales.
Afirma también que “en los países pobres, la reducción del hambre y de la pobreza sólo se logrará con un crecimiento que no sólo sea sostenido, sino que también sea ampliamente compartido”.