El contexto cultural de una persona define su manera de relacionarse con lo que le rodea. Es por esta razón que lo que dentro de un entorno social puede parecer común, en otros no lo es. Pero, ¿qué sucede cuando una cultura se ve altamente influenciada por alguna otra cultura externa? ¿Se conservan las tradiciones de dicho contexto o comienza un proceso de metamorfosis dentro del cuál se asimilan partes de una nueva cosmovisión?
Estas son algunas de las interrogantes que intentó contestar la doctora Suzuko Morikawa, profesora asociada de Historia en Chicago State University y ex profesora visitante en la Universidad del Sagrado Corazón, durante el conversatorio Continuidad y transformación cultural de la tradición en la sociedad japonesa.
Morikawa comenzó destacando lo que considera son tres puntos primordiales que caracterizan a la sociedad japonesa. Estos son: la conciencia de grupo que existe en la sociedad y el énfasis que se le da al trabajo en equipo, la estructura vertical dentro de las relaciones sociales o “tate shakai” y la dicotomía “uchi-soto” (dentro-fuera).
Sobre la conciencia de grupo, Morikawa enfatizó que dentro de la sociedad japonesa se busca que exista una armonía, impulsando a que sea una sociedad orientada hacia los logros colectivos en lugar de promover el éxito individual. Es por este motivo que los sujetos tienden a suprimir su individualidad para poder “honrar” los deseos del colectivo, sostuvo la doctora.
En comparación a la sociedad occidental, en donde la doctora argumenta que “ser único es importante, ser único es mejor”, en la sociedad japonesa se prefiere que “todo el mundo se vea igual”, especialmente entre los grupos de jóvenes y adolescentes. Morikawa explicó que esto es algo que se percibe claramente cuando grupos de estudiantes tienden a poseer los mismos accesorios, llevar el mismo estilo de cabello y hasta utilizar manerismos similares.
Aunque estas semejanzas no se reflejan de la misma manera una vez se llega a la adultez, Morikawa comentó que aún así los sujetos buscan pasar desapercibidos comportándose de manera similar.Sin embargo, la doctora argumentó que este tipo de comportamiento ha ido modificándose lentamente, especialmente entre las generaciones más jóvenes y en las regiones más cosmopolitas.
El segundo elemento mencionado por Morikawa fue la estructura vertical de la sociedad. En Japón, como en muchas otras partes de Asia, existe una complicada jerarquía que toma en cuenta la edad, estatus y posición social así como el sexo de los sujetos, pero que varía de caso en caso dentro de las relaciones sociales.
Para explicar esto, Morikawa se refirío primeramente a que dentro del idioma japonés, existen dos formas de dirigirse a otra persona: la manera honorífica y la manera casual. La primera, es la forma que se utiliza cuando el individuo se dirige a una persona de una generación mayor, como por ejemplo, un superior en su área de trabajo o cualquier persona que pueda clasificarse con un “rango más alto”. Por otro lado, la manera casual es la forma que se utiliza dentro de la familia y grupos de amistades, como símbolo de una mayor intimidad. Del mismo modo, es la manera en la cual un superior se dirige a un subordinado o una persona mayor hacia una de menor edad.
Aunque a primera instancia, luego de comprender estas diferencias, puede parecer algo bastante simple, Morikawa argumentó que la realidad es mucho más compleja. Para demostrar esto, la profesora utilizó de ejemplo una ocasión personal muy peculiar mientras ejercía como maestra en Japón. Morikawa explicó que la madre de uno de sus estudiantes, mucho mayor que ella y por tanto, con derecho a utilizar lenguaje casual, se dirigió a la doctora de manera honorífica. La profesora explicó que esto era debido a su rol como maestra o “sensei”, posición que le colocaba en un rango más alto que la madre de su estudiante, aún a pesar de que la mujer era de mayor edad.
Morikawa también comentó de la influencia del concepto “dentro-fuera” en la sociedad japonesa. Esto tiene que ver en gran parte con la forma en que se formulan los distintos grupos y como se dan las relaciones interpersonales. Este paradigma bastante tradicional representa una situación donde el individuo se comporta de una manera más cercana a su propia identidad con quiénes considera que están “dentro” de su círculo y a la vez, proporciona una distancia hacia las personas que no son integrantes de dicho espacio.
La profesora argumentó que muchas de estas tradiciones siguen teniendo raíces fuertes en la sociedad japonesa aún a pesar de la alta influencia americana y europea que se puede observar en la contemporaneidad. Sin embargo, en comparación a los espacios menos cosmopolitas, las ciudades representan lugares donde las tradiciones han ido convergiendo con estas maneras extranjeras de ver la vida, donde se es mucho más “abierto” a considerar la idea del individualismo como algo positivo y dónde se comienzan a cerrar algunas brechas provistas por el sistema jerárquico, como por ejemplo, en el caso del trato hacia la mujer.
La doctora también aseguró que en lugares altamente tradicionales o espacios fuera de las ciudades, muchas veces las tradiciones tienen un arraigo mucho mayor.
Morikawa abiertamente expresó estar altamente “americanizada”. “Me comporto de manera diferente cuando voy a Japón”, admitió por otro lado, pues al regresar a su tierra, tiende a reprimir muchas de las conductas que en su cotidianidad le parecen normales. La profesora indicó que es una cuestión “de respeto” hacia su cultura.