Una investigación reciente realizada en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) advierte que es necesario revisar los protocolos médicos para el manejo del tratamiento de pacientes que nacen con desórdenes de desarrollo sexual (DSD, por sus siglas en inglés).
El estudio sostiene que las operaciones a las que se someten los infantes “intersex”, conocidos popularmente con el nombre de hemafroditas, son en su mayoría cirugías cosméticas, que poco tienen que ver con el funcionamiento de los órganos sexuales. Por tanto, es imprescindible comenzar a considerar el que estas cirugías no se practiquen en la niñez y que se le permita a la persona “intersex” tomar la decisión de someterse a este procedimiento de manera informada en la adolescencia o adultez, práctica que difiere del protocolo establecido hasta el momento.
Esta información constituye parte de los hallazgos del doctor Juan Carlos Jorge Rivera, profesor de Anatomía de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas (RCM), en su publicación Standards of Care for Congenital Adrenal Hyperplasia: a Call for Change in the Caribbean Region, donde realizó un estudio de caso de diez personas “intersex” provenientes de Cuba y Puerto Rico.
La investigación trabaja con personas pacientes de hiperplasias suprarrenales congénitas (CAH, por sus siglas en inglés). Esta condición se manifiesta al nacer o durante la niñez temprana, afectando a tanto niñas como niños y tiene un origen congénito. En el caso de las féminas, el CAH provoca la virilización de sus órganos sexuales, haciendo que el clítoris aparezca engrandecido y por tanto, similar al falo masculino.
El doctor reconoció que es necesario distinguir entre la diferencia sexual y la construcción de la identidad del género en el caso de las personas “intersex”, ya que dentro del contexto médico, el sexo equivale al género de un sujeto. Sin embargo, dentro del contexto social, la realidad de las personas con este tipo de condiciones es muy diferente.
Como parte del estudio, el equipo de trabajo encontró que existían diferencias entre la identificación del género de los participantes con CAH, a quién se sentían atraídos sexualmente y cuáles eran los roles de género que cumplían. De los participantes, algunos se identificaron como hombres aún luego de ser operados para que sus órganos lucieran fenotípicamente femeninos, otros dijeron sentirse atraídos sexualmente a tanto hombres como mujeres y otras dijeron considerarse féminas que satisfacían los roles de su género o que tenían expresiones que consideraban únicas.
El investigador, junto a un equipo de estudiantes subgraduados y de la Escuela de Medicina del RCM, así como con la colaboración de los doctores Marcos Pérez Brayfield, José Seguinot y Luis A. Avilés, han trabajado el tema pues según el anatomista, el asunto de la intersexualidad humana es uno que “requiere muchas miradas”, incluyendo la perspectiva psicológica, sociológica y legal.
Un individuo intersexual es un individuo que nace con órganos y características sexuales secundarias que no pueden clasificarse como características exclusivamente femeninas o masculinas o en otros casos, que combinan características que se atribuyen a ambos sexos.
A pesar de que las condiciones médicas que se agrupan bajo el renglón de intersexualidad humana son reconocidas históricamente, aún el tema sigue siendo un tabú en nuestra contemporaneidad. Muchas de las personas con estas variaciones anatómicas viven marginadas por no encajar dentro de la normatividad establecida por el binomio hombre-mujer en términos de su genitalia y en muchos casos, de su autoidentificación con un género determinado
Para el especialista de la Escuela de Medicina de la UPR, el tema de los DSD presenta dos retos: el social, pues sostiene que existe un “mandato que la sociedad le impone a los médicos” a la hora de asignarle un género a los bebés “intersex” justo al momento de su nacimiento y el médico, debido a las complicaciones anatómicas que puede ocurrir en el área pélvica en general como parte de estas condiciones.
Otro elemento que sostiene el investigador es que la mayoría de los traumas y la inconformidad con el género de los individuos “intersex” son provocados por las presiones socioculturales y no por las características de su condición médica.
El profesor de Anatomía también expuso que en Puerto Rico la prevalencia de casos de DSD no difiere de la prevalencia en otras partes del mundo. En la actualidad, se estima que hay 30.2 casos de hipospadias en varones por cada 10,000 nacimientos, a razón de 75 casos nuevos anualmente. Jorge Rivera también sostuvo que de un 60 a 70 porciento de todos los casos de intersexualidad en féminas son casos de CAH.
El propósito principal de las investigaciones que el científico ha realizado es “poner a conversar a especialistas” de distintas disciplinas sobre un tema que ha sido “relegado al mundo médico”, argumentó el científico del RCM, enfatizando que la intersexualidad humana también tiene un componente social que no debe ser ignorado. El anatomista afirmó que estas investigaciones nacen de la necesidad de “fomentar la dignidad humana”.
Uno de los asuntos que deben ser atendidos con urgencia, expuso Jorge Rivera, es desmitificar el “imaginario hermafrodita” en el contexto sociocultural puertorriqueño. El doctor planteó que se trata de un asunto que es urgente discutir bajo una “apertura social de las fronteras inteligibles de lo que es ser varón y hembra.”