¿Qué es un artista?
La palabra artista [1] se define como un individuo dotado en la virtud y con la disposición necesaria para ejecutar alguna representación dentro de alguna rama del campo de las bellas artes.
Las bellas artes, por su parte, son la manifestación de la actividad humana mediante la cual expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Sonoro, dicho de un sonido que suena bien, o que suena mucho y agradablemente.
Ahora bien, a través de los años, hemos visto cómo aparentemente el significado de la palabra artista ha transmutado; la realidad es que lo que la sociedad concibe hoy día como artista es muy contrario a su definición. Son más quienes que se inclinan hacia la búsqueda de fama, poder y dinero, que aquellos individuos que ansían expresar su pasión a través de las artes.
Es tan fácil como observar a los grandes maestros intérpretes del rock & roll cuya obra transciende a pesar de los años; Elvis Presley, Los Beatles, Freddie Mercury, quienes además de cantar, componían sus canciones y eran diestros en diversos instrumentos musicales. Pero no hay que ir tan lejos para mencionar artistas completos; hay artistas contemporáneos que, además de poseer el don del canto, componen y son hábiles con instrumentos musicales, manteniendo su naturaleza mainstream.
Los artistas han dejado de ser artistas para convertirse en lo que actualmente conocemos como celebridades. Las celebridades poseen el poder para cambiar el mundo y mover masas a través de eventos sociales y políticos dentro de las diversas culturas[2]; sin embargo, es la mediatización de las celebridades la que ha cultivado con más ahínco una especie de idealización de la fama. Los avances tecnológicos, en unión a los medios de comunicación, solapan en gran medida el origen de esta cepa que se hace llamar artistas, pues la información tiene mayor difusión por tanto el mercadeo de la celebridad es más amplio, tanto en escala temporal como geográfica.
Dentro de nuestra cotidianidad, en un acto tan sencillo como lo es encender el televisor en algún canal internacional, nos encontramos con reality shows tales como Keeping up with the Kardashians, Jersey Shore o Real Housewives, en los que se presentan ideales sociales inflados de libertinaje moral, modelos de belleza falsos e insuficientes, así como estilos de vida social elitistas.
Pasemos la página. En Puerto Rico, son pocas las personas que podríamos denominar bajo la categoría de artistas completos, esto exceptuando quizás a Ricky Martin, Ednita Nazario, Robi Draco Rosa, Calle 13, entre otros artistas famosos. Sin embargo, existen ciertas personas que pretenden obtener fama a través del disfraz de un artista.
Por tal razón, me intriga la manera en que los “artistas contemporáneos del género pop” concretan sus propuestas musicales. Recién salida del horno tenemos a la nueva cantante de pop, la ex Miss Universe Puerto Rico, Bodine Koehler, cuyo primer sencillo se titula 21 Diamonds. Luego de ver su vídeo y escuchar la lírica de su reciente estreno, debo expresarle a la ex reina de belleza que en el segundo trenta y dos, justo ahí, comenzó mi derrame cerebral.
¿Cómo una joven de 21 años puede desear tanta superficialidad y esperar que su audiencia se identifique? ¿Es ese el sueño de toda joven, el obtener de regalo de cumpleaños blood diamonds directos del sur de África (para ser precisa, 21 de ellos)?¿ A quién hay que impresionar?
Puede que el mensaje de la canción cause una impresión en el pueblo puertorriqueño, pero tal vez no la esperada. Puerto Rico ha sido catalogado como el Detroit del Caribe puesto que tanto la tasa de desempleo (13.5 por ciento) como la tasa de pobreza (41.7 por ciento) evidencian la depresión económica por la que atraviesa el País, esto según el Centro para la Nueva Economía. Entiendo que el modelo que expone la joven ante la población joven adulta en Puerto Rico no sólo no es convincente, sino que no se asemeja a la realidad de la juventud caribeña. Bodine es el significante de un País en el que la escasez económica y cultural prevalece, forma parte del espejismo habitual en el medio del desierto mudo e inestable. Es infame de su parte proponer la canonización de la apariencia estética y la codicia material en su referente histórico contemporáneo.
No es suficiente con las inseguridades por la que pasan los jóvenes a esa edad, como para proponer tan “buen ejemplo” a través de la explotación de la sexualidad, el alcohol, la ambición y la postura superlativa de la belleza. La representación de autogratificación desmedida por parte de Bodine impresiona en la manera en que la sensualidad y la ambición presume y propone ser arte.
Por mi parte, no propongo hacerle propaganda ni mucho menos pretender que la joven es ignorante ante lo presentado en su vídeo. Sin embargo, quisiera preguntarle a los diversos medios de comunicación del País si realmente sacaron tres minutos con 40 segundos de su tiempo para escuchar la letra de la canción o para observar el vídeo, pues quedé asombrada con la descripción que ofrecieron. Parcializaron y minimizaron de una manera simplista el vídeo y su lírica bajo la historia de una mujer que cumple la mayoría de edad y visualiza los procesos de cambios en su vida. Come on! Si el proceso de cambios en la vida de Bodine data de la realización de su mayor deseo, el cual parece externalizar lo insustancial de la joven, debe ser que está a la vanguardia el artista sin talento. ¿De la pasarela al micrófono? Creo que no.
[1]Definición de la Real Academia Española.
[2]Bibliographic Review, Celebrity Culture Kristine Harmon