Al pedirle al cineasta Álvaro Aponte Centeno que hable de sí mismo, como dirigiéndose a un público que no le conoce, este responde riéndose. La tarea, al parecer, no es una sencilla.
El joven director se convirtió en el 2012 en el primer puertorriqueño nominado para la Palma de Oro en la categoría de Mejor cortometraje en el Festival de Cannes por su pieza Mi Santa Mirada. Para alguien que comenta que aún le falta mucho por aprender, este logro es uno de gran magnitud.
Álvaro nació en una familia de clase media, de padres profesores. Su “viejo”, como Álvaro cariñosamente le llama, es músico clásico. Es por esta razón que a los cinco años, el cineasta comenzó su formación en este arte estudiando teoría, chelo y eventualmente, guitarra clásica. Esta trayectoria lo llevó a ingresar al Conservatorio de Música para realizar su bachillerato.
Sin embargo, en su segundo año decidió “dar el brinco al cine” trasladándose a la Escuela de Comunicación (COPU) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP).
“Desde pequeño mis viejos veían mucho cine”, cuenta Álvaro. Al parecer esto se quedó en su subconsciente, quien ya en la escuela superior asistía a festivales de cine por su cuenta.
Un reencuentro entre dos pasiones
“Había algo que me atraía mucho (del cine), la combinación de imagen y sonido”, narra Álvaro al recordar el momento en que cambió de carrera. Al director actualmente le interesan “los sonidos que narren o aporten a una narrativa”, más allá de la banda sonora de un filme.
“Eso me hace reencontrarme con la música”, cuenta, mientras sostiene que muchas veces “los sonidos tienen más alcance que la imagen”.
Su formación también ha sido la razón por la cual dice tener “otra manera de ver la narrativa”. Sus trabajos se han caracterizado por no ser del todo clásicos, pues los “tres actos” usuales de la narrativa se encuentran menos definidos.
Si de algo está seguro Álvaro es que la música “ha influenciado mucho” su trabajo. “Muchas veces parto de la música para escribir”, narra, mientras dice dedicarse a grabar sonidos en los espacios en los que piensa filmar para utilizarlos “como música de fondo” mientras escribe lo que será su próximo proyecto.
“Una sorpresa que cambió mi vida”
El primer cortometraje del director, Luz, fue seleccionado como Mejor corto nacional en el festival Cinefiesta del 2010.
Por el contrario, Mi Santa Mirada, su segundo proyecto y trabajo que le valió su nominación en el Festival de Cannes, es más complejo y hasta cierto punto, más oscuro. El corto narra la historia de Sammy, un joven tirador de drogas que decide traicionar al “bichote”. En este trabajo Álvaro colaboró con jóvenes y miembros de las comunidades en las que rodaron, quienes no poseían experiencia en actuación.
Presentando la violencia que arropa el País, Álvaro comenta que pretendía “sacar estos personajes” que son un nombre y una estadística en la prensa diariamente y “darle un poco más de profundidad”.
Mi Santa Mirada fue uno de los diez cortometrajes elegidos para el galardón, entre cerca de 4,500 piezas sometidas. Aunque no ganó, Álvaro sostiene que fue “una sorpresa que cambió mi vida”.
El ser el primer puertorriqueño en alcanzar este reconocimiento le ha traído cierto sentido de responsabilidad. “Yo respeto mucho el medio en el cual trabajo”, sostiene el director. La experiencia le trajo algo de tensión y ansiedad, combinado con una sentido del deber que antes ya tenía y que fue reforzado por este proceso.
“El buen cine es buen cine”
Para Álvaro, actualmente la industria nacional sufre un desbalance marcado. Gran parte del talento puertorriqueño, según el cineasta, está invisibilizado por la gran cantidad de filmes extranjeros que ocupan las salas de cine, particularmente de la industria “hollywoodense”.
Otro punto que señaló Álvaro es que la desigualdad en recursos y la “confusión educativa” sobre el hacer cine en la Isla también provoca el que no se filmen películas puertorriqueñas.
Sin embargo, Álvaro asegura que “el buen cine es buen cine” y que puede ser apreciado tanto por un público selecto como más mainstream. También cuenta que ha habido un boom de cineastas que comenzaron haciendo cortometrajes y ahora se están moviendo a rodar “largos”. Esto representa un triunfo para la industria local, pues Puerto Rico sigue siendo una cantera de talento.
El porvenir
Aunque el enfoque hasta ahora de Álvaro han sido historias que tocan muy de cerca la realidad puertorriqueña, haciendo un “cine antropológico” como le llama, al director también le gustaría “rodar una historia de otro país”. El poder sumergirse en una cultura que no es la propia representa un reto que quisiera asumir en algún punto de su carrera.
Actualmente, Álvaro trabaja en su primer largometraje. La historia trabaja con temas similares a los de Luz y Mi Santa Mirada, pero en este caso el cineasta lo llama “una historia de supervivencia” que narra la vida de un pescador puertorriqueño que ayuda a inmigrantes dominicanos ilegales. El director espera que el proceso de rodaje ocurra entre junio y septiembre de 2014.